La epidemia olvidada que avanza en América Latina: el dengue

héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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Un trabajador del servicio nacional de salud de Paraguay fumiga una escuela en San Lorenzo para contener el mosquito que transmite el dengue
Un trabajador del servicio nacional de salud de Paraguay fumiga una escuela en San Lorenzo para contener el mosquito que transmite el dengue Jorge Adorno | Reuters

Mientras el mundo mira al coronavirus, en una psicosis colectiva creciente, allende el Atlántico se combate la mayor epidemia conocida de un virus en cuya transmisión es clave el mosquito «Aedes aegypti»

11 mar 2020 . Actualizado a las 11:48 h.

Mientras el mundo mira al coronavirus, América Latina vive la mayor epidemia de dengue de su historia. Más de tres millones de personas contrajeron la enfermedad en el 2019, un 30 % más que en el 2015, que hasta ahora había registrado el récord de contagiados, y seis veces más que en el 2018, cuando se reportaron 561.000 casos. Países como Brasil -donde se dieron el 70 % de las infecciones por las dimensiones de su población y su territorio-, Guatemala y Honduras reportan entre siete y diez veces más afectados por dengue. Y se han triplicado, asimismo, en México, Nicaragua y El Salvador.

Al menos 1.530 de los infectados el año pasado murieron, arrojando una tasa de mortalidad del 0,05%, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Los síntomas del dengue son una fuerte fiebre acompañada de dolores de cabeza, detrás de los globos oculares, y en las articulaciones, además de vómitos, falta de apetito y erupciones cutáneas. El dengue grave, antes conocido como hemorrágico, acarrea sangrados, acumulación de líquidos y fallos en los órganos que son potencialmente mortales.

Uno de los casos que más preocupa a las autoridades sanitarias regionales es el de Honduras. El 17 % de las infecciones registradas allí en el 2019 han sido en la variable grave, cuando en la mayoría de lugares esa proporción es inferior al 1 %. Al menos 180 personas han perdido la vida en el país centroamericano, donde el 66 % de los afectados por dengue tienen menos de 15 años. Han muerto más de un centenar de niños.

La enfermedad es transmitida por la picadura de mosquitos Aedes aegypti, que previamente extrajeron sangre de un infectado. Los insectos proliferan en las aguas estancadas urbanas, como bidones, neumáticos usados, macetas o incluso en el agua del inodoro. Son tan comunes en las ciudades que escapan a las fumigaciones organizadas por las autoridades.

El mosquito y la vida doméstica

«El mosquito está sumamente adaptado a la vida doméstica, a la vivienda y a sus alrededores, y está muy favorecido por factores climáticos y también de tipo social y ambiental, como el inadecuado saneamiento del agua y los residuos, una infraestructura sanitaria débil o los cinturones de pobreza en las grandes ciudades», comenta José Luis San Martín, asesor de enfermedades arbovirales de la OPS. «Otro elemento clave en la transmisión, y uno de los que más ha incidido en el último año, fue que se produjo una reducción significativa de casos en el 2017 y el 2018, posterior a la introducción de otro virus, el zika, con el que hubo reacciones e inmunidad cruzadas. La acumulación de susceptibles durante esos dos años crea condiciones muy favorables al aumento de casos en la región», considera el experto.

La situación movilizó a las autoridades. En Paraguay, donde solo en febrero han muerto alrededor de una veintena de personas, se declaró la situación de emergencia, permitiendo el desbloqueo de fondos especiales para luchar contra la propagación del mosquito. Honduras, donde las autoridades sanitarias criticaron que tuvieron que fumigar con químicos caducados, lo hizo en julio.

La principal forma de atacar al dengue es acabando con el Aedes aegypti, al no existir vacuna que actúe contra la enfermedad. Pero el insecto tiene un fuerte aliado: el cambio climático. Un estudio publicado recientemente predice que el calentamiento global hará, en el plazo de seis décadas, que casi la totalidad del planeta esté expuesto al Aedes aegypti al menos unas semanas al año, ya que el mosquito necesita calor para sobrevivir.

«El 2019 fue un año en el que se sintió el fenómeno de El Niño, que puede amplificar el tiempo extremo, muy húmedo o muy seco, en diferentes partes del mundo. Estamos observando el aumento de las cifras de dengue en un año que ha vivido esos eventos extremos. Por eso es difícil decir que el cambio climático ha causado esta epidemia en especial, que es más una confluencia de factores», aclara Sadie Ryan, docente de la Escuela de Geografía de la Universidad de Florida, y uno de los autores del artículo publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases. En el 2020 ya se han registrado más de 125.000 casos de dengue en América Latina y el Caribe. Las autoridades esperan que los casos aumenten en Sudamérica en la primera mitad del año, y en Centroamérica a partir del segundo semestre.