Lesbos, una isla dividida por el miedo

Leticia Álvarez PANAGIOUDA (LESBOS) / E. LA VOZ

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Marjan Hosini, de 3 años, calienta sus manos al lado de sus padres, en un refugio temporal aledaño al campamento de Moria
Marjan Hosini, de 3 años, calienta sus manos al lado de sus padres, en un refugio temporal aledaño al campamento de Moria ALKIS KONSTANTINIDIS | Reuters

Patrullas ultras acosan a oenegés en medio de la inseguridad que denuncian los residentes ante la avalancha de  refugiados que deambulan sin comida ni techo

07 mar 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

Patrullan en moto la bahía de Panagiouda, localidad cercana al campo de refugiados de Moria, en Lesbos. Son jóvenes estudiantes, uno de ellos en el Ejército, que vestidos de negro recorren las callejuelas vigilando a cooperantes, prensa y cualquier turista que pernocta en el pueblo. Aseguran que no han participado en ningún acto violento. «Solo tememos por la seguridad de nuestras familias», insisten.

El ambiente de desconfianza es lo que más llama la atención al llegar a esta pequeña bahía. Con apenas cuatro restaurantes y un pequeño puerto pesquero, aquí la vida se vive a fuego lento, como explica Stratos, pescador de 49 años. Sin embargo, desde que comenzó la llamada crisis de los refugiados en el 2015, denuncian sentirse abandonados por las autoridades locales y el Gobierno de Atenas, también económicamente. Sirva de ejemplo que el hospital de la isla ni siquiera cuenta con una máquina de mamografía. Hay pocos estetoscopios y escaso material quirúrgico.

Cuando cae la noche la presencia de vigilantes en Panagiouda es evidente. Dimitris, de 21 años, insiste en la inseguridad: «Unas personas del campo de Moria, supongo, entraron en mi casa. No nos hicieron nada, al vernos allí salieron corriendo». «También han destrozado terrenos de familiares», añade. Según los habitantes de este pequeño pueblo aledaño a Moria, la policía responde a sus llamadas, pero no protege a la población.

«Aunque los últimos días está todo más tranquilo, sí que hemos tenido problemas. Entraron en uno de mis locales y lo destrozaron todo», asiente Stratos y puntualiza que no todos los migrantes dan problemas, ya que hay muchas familias que conviven con ellos. El discurso del miedo agravado por la cantidad de noticias falsas propagadas en redes sociales en Grecia tampoco ayuda a rebajar este clima de desconfianza.

Organizaciones y activistas llevan meses denunciando la campaña de acoso que sufren. La activista griega Efi, de la oenegé local Pipka Lesbos que trabaja con refugiados en Mitilene, consiguió llevar a la Justicia a dos vecinos que la amenazaron. Ambos acusados fueron condenados a pedir perdón y dejar de intimidar a cooperantes durante los próximos tres meses bajo amenaza de prisión. Una pequeña victoria judicial para la denuncia conjunta que oenegés presentarán ante el tribunal de Lesbos.

Neonazis alemanes

Tras salir de los juzgados, la información de la presencia de miembros conocidos de la extrema derecha alemana en la isla se propaga en cuestión de segundos. Las imágenes muestran a uno de ellos ensangrentado. Un testigo de la agresión confirma a La Voz que grupos antifascistas se enfrentaron a cuatro neonazis en la calle Ermou de Mitilene, zona habitual de voluntarios y oenegés. El miedo, una vez más, hizo que las organizaciones presentes en Moria cerraran sus instalaciones antes de lo previsto para evitar altercados.

El alto el fuego en Idlib detiene los bombardeos, pero no los combates

El alto el fuego anunciado el jueves por Vladimir Putin, aliado de Damasco, y Recep Tayyip Erdogan, valedor de la oposición siria, detuvo el vierner la campaña de ataques aéreos contra los civiles en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, pese a un esporádico combate durante la madrugada causó 15 muertos. Ahmed al Sheikhu, el portavoz en la ciudad de Idlib para la Defensa Civil siria, conocida como los «cascos blancos», aseguró a Efe de que «no ha habido ataques aéreos en la provincia» y que «la calma prevalece en Idlib y las áreas en las que hubo choques». En uno de eso enfrentamientos murieron al menos seis soldados sirios y nueve combatientes del grupo radical Partido Islámico del Turkestán, presente desde hace años en el norte de Siria y en cuyas filas luchan uigures, una minoría musulmana china.