Macron pone a prueba su salud política en las municipales francesas

Asunción Serena PARÍS/ E. LA VOZ

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Imagen de Emmanuel Macron
Imagen de Emmanuel Macron Henri Szwarc

Edouard Philippe también se juega su puesto de jefe del Gobierno francés

14 mar 2020 . Actualizado a las 10:16 h.

Emmanuel Macron quería anular las elecciones municipales a causa de la epidemia del coronavirus, pero se ha limitado a cerrar guarderías, colegios y universidades. El conjunto de la clase política exigió que se mantuvieran los comicios cuando saltó el rumor de un posible retraso, y el presidente francés corría el riesgo de que le achacaran segundas intenciones ante la debacle que se vislumbra para su partido, La República en Marcha (LREM).

Entre los macronistas reina el pesimismo porque van a pagar la acción del Gobierno, la crisis de los chalecos amarillos y la oposición a la reforma de las pensiones. Además, sus aires triunfalistas desde que ganaron la presidencia dificulta ahora alcanzar alianzas con otras fuerzas, algo imprescindible cuando se sabe que en muchas ciudades, dos tercios de los electores de Emmanuel Macron en el 2017 piensan volver a sus viejos hábitos.

En ciudades como Lyon, donde la victoria de Gérard Colomb estaba asegurada, la derecha y los ecologistas podrían unirse a disidentes de LREM para infligirles una dolorosa derrota. En París han desaparecido todas las dudas sobre el fracaso de Agnès Buzyn, que ha llegado a considerar alianzas con Rachida Dati logrando que los macronistas de izquierdas pongan el grito en el cielo.

Otro caso delicado es el del primer ministro, Edouard Philippe, que se presenta a la alcaldía de Le Havre. Sus adversarios quieren convertir estas elecciones municipales en un referendo anti-Philippe y, según los resultados, podría considerarse como un voto de castigo a Macron.

Al contrario, las dos antiguas fuerzas dominantes de la política, el Partido Socialista (PS) y Los Republicanos (LR), que quedaron diezmadas con la llegada de Macron, esperan un nuevo renacer gracias a su fuerte implantación local.

Los conservadores, además de perder votantes, han quedado debilitados por la disidencia de algunos de sus dirigentes y alcaldes, que se han acercado a la mayoría presidencial. Entre las dos vueltas de las elecciones municipales estaría ante un escenario negro si lo que resulta de este domingo obliga a negociar con el centro de Macron o la extrema derecha de Marine Le Pen, lo que supondría una nueva división del partido. Sin embargo, esperan con optimismo conservar las grandes ciudades que gobiernan, como Marsella, Burdeos, Reims o Aix-en-Provence.

Oportunidad

Para los socialistas, que apenas resultan audibles en la Asamblea con sus 31 diputados (de los 295 que tenían en el 2012), el domingo es la oportunidad de recuperar terreno porque están bien posicionados para conservar grandes ciudades en las que ya gobiernan como Lille, Nantes, Rennes, y, por supuesto, París, e incluso esperan ganar otras como Nancy o Bourges, en manos de la derecha liberal. En cualquier caso, tanto socialistas como conservadores sueñan con la revancha frente a Macron que acabó con la tradicional división entre derechas e izquierdas, y ellos fueron sus principales víctimas.

Igual que los macronistas, Le Pen se muestra modesta en cuanto a los posibles resultados de la extrema derecha porque su voto está muy disperso y a nivel municipal no puede demostrar que es el partido más votado en Francia. Podrían dar la sorpresa en Perpiñán, que sería la primera ciudad de más de 100.000 habitantes que cae en sus manos.