El tique de un calzoncillo comprado en Brasil confirma la ruta de salida del narcosubmarino

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO VIGO / LA VOZ

ACTUALIDAD

El narcosubmarino apresado en Punta Couso permanece custodiado en la Zona Franca de Vigo
El narcosubmarino apresado en Punta Couso permanece custodiado en la Zona Franca de Vigo XOAN CARLOS GIL

Un tripulante guardaba en su maleta una bolsa de Macapá

16 mar 2020 . Actualizado a las 12:38 h.

Luis Tomás Benítez fue el primer detenido del narcosubmarino. Cayó nada más pisar la playa de O Foxo (parroquia de Hío, Cangas). Eran las 4.50 horas del 24 de noviembre y Benítez, ecuatoriano, se confesó exhausto: «Con la cara y las manos ennegrecidas y vistiendo un traje de neopreno calado de agua». Junto a él, una maleta de color negro que reconoció que era suya. Dentro, «diversas prendas de ropa parcialmente mojadas, efectos personales para el aseo, un cargador de red para teléfono móvil con su cable USB, unos auriculares de color blanco para móvil, medicamentos, seis monedas de varios valores de EE.UU. y Ecuador y una bolsa de plástico de color gris con la inscripción Paradão das Confecções».

Una búsqueda rápida en Internet ubicó la bolsa en un negocio de ropa de la ciudad de Macapá, en el norte de Brasil y con un gran delta a sus pies que marca la desembocadura del río Amazonas en el Atlántico. Un indicio más que añadir a otros coleccionados en días previos que ya apuntaban al país carioca como origen del semisumergible con 3.050 kilos de cocaína. También se barajaba la posibilidad de que hubiera llegado al océano tras una singladura por territorio selvático del Amazonas. Por lo que aquella compra, concretamente un calzoncillo, se antoja decisiva. Sitúa a Luis Tomás Benítez en esa ciudad y días después de haber entrado en suelo brasileño. La investigación da por bueno que el otro ecuatoriano, Pedro Roberto Delgado, y el piloto gallego, Agustín Álvarez, estaban también en Macapá el día que se compró la prenda íntima.

Última escala

La evidencia de la prueba plantea una ultima escala antes de echarse al océano Atlántico. Tal vez escondiendo el artesanal bote en alguna de los cientos de pequeñas islas que brotan en el delta de Macapá. La única diligencia de investigación sobre el origen del artefacto revela que las autoridades brasileñas informaron de la llegada de Luis Tomás a su país.

Remitieron un informe al Equipo contra el Crimen Organizado (ECO) de la Guardia Civil en Galicia, que instruye con la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de Pontevedra y el Grupo de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (Greco) de la Policía Nacional y Vigilancia Aduanera.

«Las autoridades del control migratorio de Brasil han informado de que Luis Tomás Benítez Manzaba hizo entrada en el país sudamericano el 13 de septiembre del 2019, a las 3.55 horas, a través del aeropuerto internacional Brigadeiro Eduardo Gomes de Manaos», detalla el comunicado. Del otro tripulante ecuatoriano, Pedro Roberto Delgado Manzaba, también consta el día, la hora y la ubicación por la que accedió al país carioca desde su país.

La odisea del viaje empezó en torno al 30 de octubre, por lo que Luis Tomás y su compatriota estuvieron al menos 15 días participando en los preparativos técnicos y de intendencia con las personas encargadas de fabricar el bote y de todo lo relacionado con semejante envío transoceánico. El piloto gallego, Agustín Álvarez, llegó poco antes de zarpar. Su entrada en el país se ubica días antes del 30 de octubre, el tiempo justo para hacerse con los mandos del artefacto y su maniobrabilidad en aguas fluviales. Ya en Galicia, tras caer con el alijo en la ría de Aldán, el artefacto depositado en seco y retirado todo el líquido acumulado dentro, aparecieron más objetos que evidencian la precariedad de una singladura a vida o muerte.

Tecnología sofisticada

La inspección se realizó seis días después del hundimiento. Lo primero que se localizó fue una batería de teléfono satelital de la marca Iridium, que junto a la requisada a Agustín Álvarez durante su detención evidencian hasta qué punto los tripulantes se armaron con la tecnología más sofisticada, la que más privacidad garantiza para evitar que las llamadas sean interceptadas. Muchos de los otros objetos hallados se fabricaron y etiquetaron también en Brasil. Es el caso de una botella de aceite de oliva, sardinas enlatadas, una caja de galletas y un enchufe de tres clavijas. Los medicamentos encontrados se repartían entre laboratorios de España y Brasil. Tabletas de Nolotil e ibuprofeno son solo una pequeña muestra del botiquín disponible abordo del semisumergible.

Piezas de recambio para el motor y dos chalecos salvavidas, totalmente corroídos por el baño prolongado de aceite y gasoil, completaron el vaciado de este casco de 22 metros de eslora.