¿Dónde está la gracia del mal llamado gas de la risa?

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Según rezan los manuales de química, el N2O, óxido de dinitrógeno, óxido nitroso o gas de la risa es un gas incoloro y casi inodoro, apenas con una suave reminiscencia dulzon

17 mar 2020 . Actualizado a las 20:51 h.

Hace escasos fechas aparecían muertos dos jóvenes ajedrecistas ucranianos, presuntamente asfixiados tras haber inhalado óxido nitroso, el popularmente conocido como gas de la risa.

Aunque más bien cabría decir «el mal llamado gas de la risa» porque ya me dirán done está la gracia y lo divertido de morir intoxicado.

Según rezan los manuales de química, el N2O, óxido de dinitrógeno, óxido nitroso o gas de la risa es un gas incoloro y casi inodoro, apenas con una suave reminiscencia dulzona. Su inhalación produce una sensación de bienestar y euforia suave, confusión, pérdida del control motor, en ocasiones alucinaciones leves y, lo más interesante, una acción analgésica y sedativa. Además sus efectos son prácticamente inmediatos al difundirse a través de las membranas más rápido que cualquier otro agente anestésico y su acción dura apenas unos minutos eliminándose por la respiración sin producir efectos adversos. El mayor peligro es que su inhalación continuada puede llegar a producir hipoxia ante la falta de suministro de oxígeno a los pulmones.

Entonces, ¿por qué el óxido nitroso es denominado el gas de la risa? Para darle respuesta nada mejor que retroceder hasta el momento de su descubrimiento. Este tuvo lugar en 1793 y corrió a cargo del químico Joseph Priestley quien ya entonces constató su toxicidad. Sin embargo, fue otro químico de relumbrón, Humprey Davy, quien, tras experimentarlo por sí mismo y con sus colegas y amigos, descubrió y dio a conocer el doble efecto que su inhalación producía. Sus propiedades anestésicas y analgésicas, y el estado de euforia que provocaba y que en muchas personas se manifestaba como ataques espontáneos de hilaridad, amén de las contracciones, similares a las de una carcajada, que producía al actuar sobe el sistema motor. Estas dos reacciones son las culpables de su apodo. Por descontado, la aplicación que más caló fue la recreativa. Y sospecho que gran parte de la culpa la tuvo el propio Davy quien enseguida se aficionó al gas y que recurría a su inspiración, en el sentido más literal, varias veces al día, lo que al parecer tuvo que ver con su prematura muerte. La cuestión es que durante la primera mitad del s. XIX el N2O se convirtió en la principal droga recreativa de la gente bien, popularizándoselas llamadas veladas del gas de la risa, en las que numerosos voluntarios se prestaban a entretener al resto de los asistentes con el cómico comportamiento que les producía la inhalación del gas.

No fue hasta 1844 cuando el dentista Horace Wells, al asistir a una de estas lúdicas exhibiciones en una feria ambulante redescubrió las propiedades anestésicas. Según se cuenta, tras comprobar como uno de los inhaladores voluntarios se metía un trompazo de padre y muy señor mío sin decir ni un ¡ay! Al día siguiente el propio Wells se sometió a una extracción dental tras inhalar el gas para comprobar sus efectos anestésicos. La intervención fue un éxito y a partir de entonces el N2O se hizo un sitio primero en la odontología y luego en la medicina en general como agente anestésico; desde finales del s. XIX ya mezclado con oxígeno para evitar el riesgo de hipoxia.