«Recorro lentamente los 80 metros que separan mi casa de los cubos de basura»
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Los italianos sobrellevan como pueden el 11.º día de confinamiento
22 mar 2020 . Actualizado a las 09:27 h.En Italia, que lleva once días de cuarentena para contrarrestar la emergencia del coronavirus, ocurre que en muchas ciudades, de Turín a Salerno, un coche de la policía municipal (o de los bomberos) recorra las calles pidiendo a la gente que se quede en casa a través de los altavoces. Ocurre también en Trento, una ciudad universitaria de 120.000 habitantes a unos 120 kilómetros de la frontera austriaca. Giovanna, una jubilada de setenta años de Trento, cuenta a La Voz: «Esta mañana, un coche de los bomberos pasó por el barrio, con un mensaje grabado: 'Quédense en casa, el coronavirus es muy contagioso, no salgan'... Fue alucinante, como estar en una película». Por otra parte, Giovanna no necesita la orden de los bomberos para quedarse encerrada en casa con su pareja, limpiando y ordenando: «Cuando pienso en lo que deben estar atravesando las enfermeras y los médicos estas semanas... cada uno tiene que hacer su parte».
El régimen de confinamiento permite salir, pero sólo por razones de trabajo, salud o emergencia. Quien tiene un perro puede sacarlo, siempre y cuando no lo convierta en una excusa para caminar kilómetros y kilómetros (como hacen algunos listillos). Y luego se tira la basura: algo que, para las familias, es casi diaria. «Mire, yo odiaba tirar la basura. Ahora se ha convertido en el mejor momento del día», dice Andrea, que tiene 40 años, dos niños pequeños, y vive en Vicenza. «Mi mujer y yo nos turnamos. Cuando me toca salir a mí, recorro lentamente los ochenta metros que separan mi casa de los cubos de basura, disfrutando del aire fresco y del momento de libertad de las cuatro paredes».
Como están obligados a quedarse en casa, muchos italianos están volviendo a descubrir el placer de hacer el pan o preparar comidas más elaboradas. Como Angela, una jubilada de 67 años que dice: «Yo prefiero usar harina de kamut que ya lleva levadura. Añado un poco de agua y una cucharada de aceite de oliva siciliano, preparo la masa, la divido en unos panes pequeños que dejo reposar unas tres horas en el horno. Luego enciendo el horno, y ya está!» Riéndose, añade: «¡Me parece que es el mejor pan del mundo!»
Angela también ha encontrado la forma de seguir haciendo un poco de deporte: «Todos los días corro 40 minutos: primero doy algunas vueltas en el antiguo despacho de mi ex marido, y finalmente en el comedor. Echo de menos las cinco horas que suelo pasar en el gimnasio. Me encantaría ir a hacer la compra, pero mi hijo menor insiste en hacerla él por mí: no quiere que salga».
Según los datos de Coldiretti (la principal asociación de representación de la agricultura italiana), desde el comienzo de la cuarentena los supermercados italianos han tenido una subida importante de las ventas de harina, huevos y miel, mientras que se ha reducido la compra de alimentos congelados y bollos. Quien lo consigue, también compra libros, cuadernos y rotuladores de colores para sus hijos, que no tienen colegio. Pero algunos supermercados están empezando a prohibir la venta de este tipo de artículo, ya que no son de primera necesidad.
Silvana tiene 41 años, es de la región del Véneto, y ayuda a su hermana mayor, que tiene una niña de dos años y medio: «Mi sobrina es un encanto, pero es un volcán. Tiene muchísima energía, y hay que entretenerla todo el tiempo. Y ahora que la guardería está cerrada, me he convertido en una especie de niñera permanente. Juguetes, rotuladores, cuadernos, cuánto más haya para distraerla mejor». Hay familias que organizan laboratorios de dibujo y de cocina para sus hijos, padres que se improvisan profesores de canto, música o baile. Los niños más mayores, y los adolescentes, siguen estudiando de alguna forma, gracias a la educación a distancia, que en Italia es llamada e-learning. Incluso los estudiantes universitarios continúan las clases: los profesores dan clase desde sus casas o desde aulas y laboratorios completamente vacíos.
Quien puede, trabaja desde casa. Es el así llamado smart working, que se ha convertido en el nuevo mantra del mundo de los negocios italiano. Giorgio tiene 31 años y lleva tres semanas trabajando desde casa. «Al principio fue un poco extraño, estaba acostumbrado a mi oficina del centro de Milán, a mi rutina. Ahora trabajo desde el comedor de mi piso, pero sigo vistiéndome como si fuera a la oficina: no sólo porque tengo muchísimas video llamadas con mis compañeros, sino porque también quiero seguir manteniendo una actitud profesional. Empiezo a las 9 de la mañana y termino a las 6 de la tarde. Luego apago el ordenador y desconecto».
Giorgio, como miles de otros en todo el país, también ha participado en los muchos flashmobs colectivos con los que se resiste al coronavirus en Italia. Por ejemplo, el viernes 20, a las 11 de la mañana, todas las emisoras de radio, tanto nacionales como locales, transmitirán el himno nacional. «Lo cantaré desde el balcón, y también lo harán unos amigos y personas de mi familia». Teniendo en cuenta que en Italia no se canta el himno ni siquiera durante los mundiales, esto es ya de por sí un evento extraordinario.
Italia contabilizó este sábado 4.825 fallecidos, 793 más en solo 24 horas, y el número de enfermos actuales es de 42.681 personas, cuando el país cumple un mes desde la detección del brote en el norte.