España es el país, de los grandes focos, con mayor porcentaje de sanitarios infectados

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

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Eduardo Parra

Casi triplica el de China en su peor momento y rebasa en tres puntos el que tiene Italia

24 mar 2020 . Actualizado a las 09:12 h.

Ayer murieron otros dos médicos en Italia por coronavirus. Una enfermera vasca de 52 años fallecida el jueves se convirtió en la primera víctima mortal en España entre el colectivo sanitario,, que pide a gritos recursos y medidas de protección para hacer frente a esta pandemia, que se está cebando con ellos más que con los de ningún otro país del mundo entre los más afectados. Representan casi cuatro puntos más entre los contagiados que en Italia y prácticamente triplican el porcentaje de China.

Al menos eso es lo que indican los datos que ofrecen los servicios de salud de los distintos países y que en algunos casos hay que tomar con las máximas cautelas, porque, por ejemplo, Corea del Sur no declara ni un solo contagio entre sus médicos y personal de enfermería con 8.961 casos en total. Y en la isla italiana de Cerdeña hay fuentes oficiales del colectivo que aseguran que casi la mitad de los infectados son trabajadores sanitarios.

Muy probablemente las cifras varíen en cuanto se generalicen los test entre la población -el Gobierno empezó el sábado a recibir los 640.000 kits encargados y espera otro millón esta semana-, pero con los datos que hay ahora mismo sobre la mesa, el 11,8 % de los positivos de España (3.910 personas) se han detectado entre el personal sanitario, mientras que la cifra baja al 8,1 en Italia, y en China a finales de febrero, en el peor momento de la epidemia allí, eran 3.387 y representaban el 4,3 % del total.

Los sanitarios están especialmente expuestos y, por tanto, en casi todos los países más o menos democráticos -Irán no ofrece ni siquiera datos- se quejan de lo mismo: de las carencias en cuanto a equipos de protección.

El personal no se puede fabricar

«Los colegas me han dicho que sienten que van a la batalla con escudos de papel y pistolas de juguete. Necesitamos estos suministros ahora, no mañana», declaraba hace solo dos días el presidente de la Asociación Italiana de Enfermeras, Walter de Caro. También la prestigiosa revista médica The Lancet acaba de publicar un editorial en el que destaca que «los sistemas de atención médica a nivel mundial podrían estar funcionando a una capacidad superior a la máxima durante muchos meses. Pero los trabajadores de la salud, a diferencia de los ventiladores o las salas, no pueden fabricarse con urgencia ni funcionar al 100 % de su ocupación durante largos períodos».

«Es de extrema urgencia proteger a nuestro escudo protector», señalaba ayer el Consejo General de Colegios Médicos de España, que pide medidas para que «las médicas gestantes no sean expuestas innecesariamente a un riesgo mayor, como sería el de que los recién nacidos pudieran estar afectados». De ahí que inste a los gestores a facilitarles el teletrabajo cuando sea posible o a otorgarles la baja laboral sin que eso les detraiga derechos. Entiende el consejo que las infecciones de sanitarios no solo tienen «consecuencias muy graves a título personal», sino que los convierte en «agentes de difusión de la pandemia», por lo que considera «prioritario disponer de las pruebas diagnósticas que faciliten las decisiones de aislamiento y cuarentena».

El sindicato de enfermería Satse va más allá y pone el acento en el aspecto emocional, por lo que reclama apoyo psicológico para los que están luchando contra la pandemia en primera línea. «Todos los profesionales sanitarios, entre ellos los enfermeros, están viéndose sometidos a una gran carga de ansiedad, estrés y, en muchos casos, desgaste emocional, que está yendo a más ante la creciente sobrecarga laboral que sufren por el incremento de casos de personas afectadas por el coronavirus o sospechosas de estarlo en todo el Estado, así como por los riesgos que están asumiendo por la falta de equipos de protección individual (EPI)», denuncia en un comunicado, que refleja los numerosos testimonios particulares difundidos en los últimos días sobre la precariedad de condiciones laborales en algunos servicios.