Médicos holandeses rechazan tratar en la uci a los mayores infectados y prefieren dejarlos morir en sus casas

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado REACCIÓN

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VITOR MEJUTO

El vicegobernador de Texas, de 70 años, insta a sacrificarse por el sueño americano

28 mar 2020 . Actualizado a las 12:27 h.

El elemental derecho a la vida de las personas -de todas- choca de frente con algunos planteamientos de las últimas horas en Holanda o Estados Unidos, que han abierto un debate global en el que se mezclan supremacismo nórdico, neoliberalismo anglosajón y edadismo (la discriminación de las personas mayores por la sola razón de su edad).

A principios de esta semana, el jefe de epidemiología clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden, Frits Rosendaal, al analizar por qué la incidencia del coronavirus está colapsando las unidades de cuidados intensivos en países como Italia y España, concluía: «Ellos admiten a personas que nosotros no incluiríamos porque son demasiado viejas. Los ancianos tienen una posición muy diferente en la cultura italiana».

Lejos de enmendarle, recibió el apoyo implícito de otra colega, la jefa geriatría de Gante, Nele Van Den Noortgate. «No traigan pacientes débiles y ancianos al hospital. No podemos hacer más por ellos que brindarles los buenos cuidados paliativos que ya les estarán dando en un centro de mayores. Llevarlos al hospital para morir es inhumano», aseguró la doctora, en otras declaraciones igual de polémicas, en un país que rechaza implementar mecanismos de solidaridad económica europea, y le acaba de pedir sus ucis a Bélgica para paliar la epidemia.

Pero el asunto no se queda solo en los Países Bajos. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, que cumplirá en unos días los 70 años, aboga claramente por priorizar la economía sobre la supervivencia de los mayores. «Los que tenemos 70 años o más nos cuidaremos nosotros mismos, pero no sacrifiquemos al país», contestó Patrick, cuando le preguntaron por el coste humano del levantamiento de medidas que él preconiza. «Creo que hay muchos abuelos que coincidirían conmigo en que quiero que mis nietos vivan en el Estados Unidos en el que yo viví. Quiero que tengan una oportunidad de alcanzar el sueño estadounidense», explicó en un mensaje enviado a Fox News, la principal cadena conservadora del país que tiene ya más contagiados del mundo, por delante de China.

Los exabruptos llegan incluso a las más altas esferas. El primer ministro británico, Boris Johnson, advertía hace dos semanas a sus conciudadanos de «que muchas familias perderán a sus seres queridos prematuramente debido al coronavirus». Lo hacía mientras los instaba a «lavarse las manos» y mantenía abiertos los pubs. Medidas bastantes distintas a las que tuvo que ir aplicando después, hasta que ayer por la tarde se conoció que él mismo está entre los 14.751 contagiados de Reino Unido, donde no se le hace el test ni siquiera a todos los enfermos graves.

Muertos que no se cuentan

Estos ejemplos ponen en evidencia, además de determinadas cataduras morales, un evidente choque cultural. Lo que no impide que en otros países, con concepciones muy distintas, florezcan también las polémicas. En Francia, por ejemplo, se acaba de desatar una auténtica tormenta por que el Gobierno no contabiliza los muertos en las residencias contagiados por el COVID-19.

En Italia, ya antes de llegar a la saturación de las ucis que hay ahora en el norte del país, el protocolo establecido fijaba que «los criterios para el acceso a la terapia intensiva en casos de emergencia deben incluir edades por debajo de los 80 años».

En España, donde no hay protocolo oficial de discriminación por edades, la referencia a las demencias, en las indicaciones sobre asignación de recursos en caso de necesidades extremas, ha soliviantado a algunos colectivos como la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica. «Tener una discapacidad no implica menor calidad de vida, puesto que se trata de una situación social y no una condición médica. Por tanto, no puede ser uno de los criterios de ingreso que se establezcan para descargar las unidades de cuidados intensivos ante la crisis del coronavirus en España», señaló su presidente, Anxo Queiruga, que pide protocolos sanitarios urgentes al respecto.

Miguel Vázquez: «O edadismo é igual ou peor que o racismo ou o machismo»

Para el presidente de la Sociedade Galega de Xeriatría e Xerontoloxía las declaraciones de los Países Bajos y Estados Unidos «cualifícanse por si soas»

Oscar Vazquez

J.V.Lado

Para el presidente de la Sociedade Galega de Xeriatría e Xerontoloxía (SGXX), Miguel Ángel Vázquez, estas declaraciones en los Países Bajos y Estados Unidos «cualifícanse por si soas» y supone que generarán una respuesta internacional de países como Japón, Alemania, Italia o España, que tienen un porcentaje muy alto de población mayor. Sin embargo, como la consideración legal está bastante clara y esto «atenta contra os dereitos humanos», cree que el análisis más importante que hay que hacer es el sociológico.

«Darse conta de que chegar aos 100 anos xa non é ningunha cousa do outro mundo -en Galicia hai unhas 1.800 persoas- e de que os que vivirán 130 xa están nacendo. Hai que cambiar a perspectiva, entender que imos vivir nunha sociedade diferente. Non o digo eu, o di Nacións Unidas e mais a OMS: a lonxevidade é a maior revolución do século XXI, máis que as novas tecnoloxías e o ecoloxismo. Por iso creo que ten relevancia esa perspectiva sociolóxica, porque o edadismo, ageísmo, etaísmo (ten moitos nomes) ponse moitas veces no terceiro ou incluso no segundo lugar deses ismos. É igual ou peor que o racismo ou o machismo», reflexiona Vázquez, a quien le reconforta o eco social que ha tenido en España el escalofriante dato de muertes en residencias de ancianos. «A resposta foi moi bonita porque se ve esa rabia, a sociedade non o acepta e rebélase. Vese que ten ese respecto, ese coidado, ese recoñecemento dos seus maiores; que, ao mellor, nin sequera son os seus, pero reaccionan en contra diso», incide Vázquez.