¿Por qué hay pacientes asintomáticos?

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

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Sandra Alonso

Es algo común en casi todos los virus y depende de un cúmulo de factores personales y ambientales

02 abr 2020 . Actualizado a las 09:10 h.

¿Por qué hay pacientes que han dado positivo al SARS-CoV-19 y no tienen síntomas? ¿Por qué otros apenas sufren molestias leves? ¿Es la edad, la genética o la carga viral el motivo? Lo cierto es que no hay una respuesta concreta. Sí la habría al contrario, es decir, a la pregunta de por qué hay enfermos con más complicaciones. En este caso está claro que un estado inmunológico debilitado por la edad, hipertensión, diabetes, problemas cardiológicos o renales son factores de riesgo.

En general, que un paciente apenas tenga síntomas se debe «al estado fisiológico del hospedador, pero esto incluye tantas cosas que es muy arriesgado decir que es por el sistema inmune o por la genética... En general es por el estado fisiológico», explica Carlos Pereira, profesor de virología de la USC.

Incluso el estrés puede hacer que la respuesta inmunológica al virus sea diferente

No solo eso. Incluso los factores ambientales influyen en cómo el virus afecta al huésped, «cada persona es un mundo y tiene su sistema inmunológico, sus condiciones genéticas y ambientales. Dos personas de la misma edad y apariencia física pueden tener respuestas diferentes a un patógeno», añade José Antonio López Guerrero, profesor de microbiología de la Autónoma de Madrid. Y es que incluso el estrés es un factor diferenciador en la reacción del cuerpo humano a la llegada del virus, «en una situación de estrés, el sistema inmune se ve afectado y el efecto patológico puede ser mucho mayor», explica Pereira. En lo que coinciden todos los profesionales es en que el paciente que ha dado positivo contagia, «si has sido infectado por el virus estás dispersando el virus, no desde el minuto cero, pero contagias», insiste el profesor de la USC. Por eso se toman las mismas medidas de prevención ante un positivo, tenga o no síntomas, «a los trabajadores del hospital a quienes se les hizo la prueba se les aplican las medidas de aislamiento aunque muchos no desarrollan síntomas, pero si tienes el virus lo puedes contagiar», indica Marina Blanco, neumóloga en el Chuac.

¿Cuántos asintomáticos hay?

Otra de las incógnitas es cuántos asintomáticos hay. Está cuantificado que de los casos positivos en coronavirus, el 80 % más o menos tiene una sintomatología leve, y el 20 % restante sí presenta más complicaciones, que pueden ir de moderadas a muy graves. Pero para saber qué tasa de asintomáticos hay «habría que hacerle la prueba a toda la población», añade Blanco.

La respuesta al coronavirus no es exclusiva, en casi todas las infecciones hay pacientes que responden sin apenas clínica y otros que tienen complicaciones, y no siempre hay una explicación clara a ello, «dos personas jóvenes cogen una neumonía, una termina en la uci y otra en su casa con síntomas mínimos, no todos somos iguales ante la misma agresión», concluye la neumóloga del Chuac.

Para López Guerrero que una persona reaccione sin síntomas no depende del grado de exposición al virus, «son causas intrínsecas a cada persona». También puede deberse a que se infecte de una cepa muy virulenta, «pero este no es el caso porque no se han secuenciado cepas de diferente virulencia». Es cierto que puede no ser lo mismo que alguien tosa encima de una persona con un gran número de partículas virales a que sea un contacto sutil, «pero no está claro que eso determine la patología final».

Los síntomas, la respuesta del sistema inmune

El SARS-CoV-19 se caracteriza por dos formas de comportarse: replica muy rápido y se sospecha que tiene alta capacidad para ocultarse a las defensas del cuerpo. Cuando entra en el hospedador, encuentra su órgano diana y empieza a replicar. Es ahí cuando las defensas van a comenzar a contrarrestar el efecto del virus y a intentar eliminarlo. Hasta ese momento no hay síntomas, porque estos son fundamentalmente debidos a la respuesta del cuerpo humano contra la agresión que le produce el virus.

Si el patógeno es capaz incluso de pasar a otros órganos se puede extender rápidamente, y si entra en el torrente circulatorio tiene aún más capacidad de replicación. La enfermedad es en sí un equilibrio entre el virus y el hospedador. Cuando un paciente, por ejemplo puede ocurrir en los niños en este caso, muestra poca sintomatología, es porque el sistema inmune es capaz de contrarrestar rápido el efecto del virus, y este no es capaz de producir patología grave.