Londres medita prorrogar el período de salida a los cien días del «brexit»

JUAN F. ALONSO LONDRES / E. LA VOZ

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Los negociadores Frost y Barnier, en su primera y única reunión «postbrexit» el pasado 2 de marzo
Los negociadores Frost y Barnier, en su primera y única reunión «postbrexit» el pasado 2 de marzo Dati Bendo | Europa Press

La UE y los laboristas presionan para forzar la extensión de la transición por el COVID-19

10 abr 2020 . Actualizado a las 09:43 h.

Cien días han pasado desde que la bandera británica dejó de ondear en las instituciones de la Unión Europea, y al mismo tiempo comenzó a correr el período de transición de doce meses para llevar adelante la peliaguda tarea de pactar la relación futura. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 ha dejado en coma dichas negociaciones, complicando aún más las posibilidades de llegar a un acuerdo comercial, así como a pactos en materia de seguridad y cooperación que entierren definitivamente la posibilidad de un brexit abrupto el 31 de diciembre. 

De las rondas de conversaciones previstas, solo se ha celebrado una: la realizada en Bruselas a principios de marzo y en la cual, según palabras del jefe negociador europeo, el francés Michael Barnier, quedó claro que «hay muchas diferencias y muy graves». Y pese a que las partes decidieron aplazar -indefinidamente- las conversaciones debido al coronavirus, Londres se resiste a solicitar una extensión del período de transición vigente, por considerar que aún hay tiempo, sin reparar que ni siquiera han podido celebrar las conversaciones por videoconferencia, como se anunció, debido a que los jefes de ambos equipos negociadores (el propio Barnier y el británico David Frost) engrosaron la lista de contagiados.

«El período de transición finaliza el 31 de diciembre del 2020», repiten machaconamente desde el 10 de Downing Street. No obstante, a medida que se acerca junio, el límite que Johnson se fijó para decidir si continuaba o no con las negociaciones, la presión para que ceda aumenta. 

¿Pondrá orden Alemania?

Esta semana desde la Unión Europea se le puso los puntos sobre las íes a Londres, se desconoce si con intención o no, al calificar como una «fantasía» la posibilidad de lograr un acuerdo comercial, porque la actual coyuntura no lo permitirá.

La confesión estaba contenida en una carta que el embajador alemán ante la UE, Michael Clauss, envió a sus superiores en Berlín y la cual terminó filtrada a los medios. En junio Alemania asume la presidencia rotatoria del club y el diplomático dejó claro que el brexit no debe ser lo más urgente. «De ahora en adelante, la atención deberá centrarse en la capacidad de las instituciones europeas para actuar frente a la crisis, poner en marcha el proceso de reconstrucción e incluso asegurar el mantenimiento de la UE. El éxito de nuestra presidencia se medirá frente a esto», escribió Clauss. 

Esta admisión refuerza las peticiones que el anterior líder opositor, Jeremy Corbyn, le formuló a Johnson, para pedir una extensión del período de transición, que puede ser de hasta dos años; y así enfocarse en atacar la crisis sanitaria y sus repercusiones.

Desde Bruselas esperan que Johnson, cuando se recupere del coronavirus, reconsidere y use su mayoría parlamentaria para anular la norma legal que le impide extender el período de transición, ya que si a los efectos de una salida abrupta se le suma la devastación que está dejando el COVID-19, la economía británica podría terminar en la uci. En el Gobierno ya hay quienes reconocen que habrá que pedir más tiempo, aunque todavía no lo admiten públicamente, según reveló recientemente The Telegraph, el medio más cercano al premier.

En un informe publicado en febrero, la ONU alertó que un divorcio sin acuerdo, que fuerza la imposición de aranceles, le costará al Reino Unido 29.400 millones de euros, es decir el 14 % de las exportaciones a la UE.

Cambio de líder en la oposición y férreo control de los halcones en los conservadores 

La parálisis negociadora entre el Reino Unido y la UE tiene mucho que ver con los juegos de poder en la trastienda de los dos grandes partidos. Las dos últimas elecciones confirieron un enorme poder a Boris Johnson, que reclutó para su gabinete a los más duros entre los duros brexiteers. Dominic Raab, Michael Gove y otros halcones de los tories asumieron el máximo protagonismo, aunque por detrás de todos ellos el que mueve los hilos es el estratega jefe del primer ministro, Dominic Cummings, que ha acumulado tanto poder que es capaz de obligar a dimitir a ministros del nivel de Savid Javid, que durante algunos meses sonó como candidato a líder del Partido Conservador.

También aletargado permanece el Partido Laborista. La estrepitosa derrota en las urnas del ultraizquierdista Jeremy Corbyn forzó su relevo, aunque intentó manejar la sucesión apoyando a una candidata del sector más radical de la formación, que apenas cosechó el 20 % de los apoyos de los militantes.

El nuevo referente de la oposición es Keir Starmer y su simple elección ya supone un cambio con respecto a la timorata postura de Corbyn -reconocido antieuropeísta- sobre las relaciones con la UE. Starmer, que ya fue el responsable laborista del brexit, siempre mostró simpatías hacia el proyecto común y no está dispuesto a permitir una ruptura a cualquier precio que agrave la situación del Reino Unido.