Metro de Madrid: paradas con más policías que viajeros, y otras sin rastro de mascarillas

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID | LA VOZ

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Los ciudadanos que hoy regresan a sus puestos de trabajo guardan la distancia de seguridad recomendada por Sanidad

13 abr 2020 . Actualizado a las 12:18 h.

Son cuatro gotas, pero en la Castellana dicen que llueve. Miles de madrileños se reincorporan este lunes a sus puestos de trabajo tras la decisión del Gobierno de dar por finalizado el parón de las actividades económicas «no esenciales». Un lunes cualquiera antes del coronavirus esta columna vertebral de la capital española registraría ya a las 07.45 una considerable carga de tráfico rodado, pero hoy apenas hay coches.

En pleno Paseo de la Castellana está Nuevos Ministerios, una de las principales estaciones de metro por su localización, por la variedad de líneas que abarca, por tener conexión directa con el aeropuerto y por la posibilidad también de coger un cercanías. Cualquier lunes a partir de las ocho de la mañana es un hervidero de gente acelerada en busca de su andén. Hoy está casi desierta; incluso por momentos podría decirse que hay más Policía que viajeros. Una pareja de municipales aguarda tras los tornos de acceso para hacer entrega de una mascarilla higiénica a cada usuario. Les escolta una patrulla de la Policía Nacional, desplegada en abanico guardando la distancia de seguridad entre cada agente.

Samuel es un trabajador del servicio de seguridad privada contratado por la Comunidad de Madrid, y una de las personas que mejor conoce los ritmos de esta estación. «Ya ves. No hay casi nadie», dice, medio sorprendido. Por la megafonía, los mensajes de atención a los carteristas han dejado paso a los de «solo una persona por ascensor».

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Por las escaleras mecánicas aparece Cristina, empleada de una empresa de limpieza con sede en Mar de Cristal. Con un punto de vergüenza, pide a los policías si le pueden entregar alguna mascarilla de más, para llevar a sus compañeras, a lo que estos acceden sin ningún problema. Como trabajadora «esencial», Cristina no ha disfrutado del permiso retribuido recuperable y no ha parado de limpiar en el último mes. Apunta que nota «un poquito más de gente» que hace una semana.

Los pocos viajeros aguardan en el andén sin apelotonarse, atentos a las pantallas de sus teléfonos móviles, y algunos de ellos hablando por el manos libres. Llega el tren. Esperan a que se bajen los pocos pasajeros procedentes del Este de la ciudad e inmediatamente se distribuyen a lo largo de todo el convoy. Hay espacio para guardar el metro y medio recomendando por Sanidad. La imagen se repite casi como una fotocopia de la anterior cada seis minutos, el tiempo que tarda en llegar el siguiente servicio. 

El sector que sí regresa hoy al trabajo es el de la construcción. Un equipo de seis operarios regresa a una obra en la esquina de Modesto Lafuente con la Calle Raimundo Fernández Villaverde para rehabilitar una fachada. El primero no quiere hablar, y cede la palabra al capataz. «Estábamos deseando volver a trabajar. Hay que comer», dice. Asegura que en Fuenlabrada, en donde reside, entregaban mascarillas, pero que la empresa en la que trabaja ya se había encargado de conseguirles el material.

A muy pocos metros está una de las grandes obras residenciales del centro de la capital, en la que se escucha el martileo mezclado con las voces de los obreros y el motor de una poderosa grúa.

Un taxista pasa a dos por hora por la calle, desangelada. Mira hacia todos lados buscando y deseando que alguna de las poquísimas personas que hay por la calle alce el brazo para reclamar su servicio. No tiene pinta de que vaya a tener mucha suerte. 

En Nuevos Ministerios hay cajas repletas de mascarillas, pero no hay ni una sola en la cercana parada de Ríos Rosas, de la línea 1 del metro. Uno de los empleados de este servicio comenta este periódico que por la mañana recibieron una notificación advirtiendo que solo dispondrían de mascarillas las estaciones con conexión con cercanías o con estaciones de autobús. «La gente ha venido preguntando, pero aquí no tenemos», dice. Afirma que el tránsito de viajeros es algo mayor que el del pasado lunes, pero que no hace falta más que levantar la vista que sigue siendo muy reducido. Lo mismo en la parada de Alonso Cano, en la línea 7. Ni un solo policía. Ni una sola mascarilla. Pero muy pocos usuarios. Cada tren deja a cuatro personas y se lleva a otras tantas.