Caos británico: bufandas por mascarillas, bolsas por batas y timos al comprar test del covid-19

Juan Francisco Alonso LONDRES / E. LA VOZ

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Un cartel de recomendación de mantener una separación prudencial en la cola de una superficie comercial en Chiswick, en Londres
Un cartel de recomendación de mantener una separación prudencial en la cola de una superficie comercial en Chiswick, en Londres JOHN SIBLEY | REUTERS

Los laboristas comienzan a pedir explicaciones al Gobierno de Johnson por la desorganización

24 abr 2020 . Actualizado a las 09:17 h.

«Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas». Esta frase del filósofo francés Albert Camus ilustra la situación en la que está medio planeta por culpa del covid-19. La pandemia ha sacado a relucir fallos y deficiencias en gobiernos de todos los colores ideológicos, incluidos los considerados más preparados y organizados como el del Reino Unido.

Los británicos han quedado atónitos al ver que el coronavirus se ha cobrado más de 18.000 vidas en un mes y estuvo cerca de llevarse al primer ministro Boris Johnson, quien pasó tres días en una uci. Pero, además, han presenciado con estupor como no hay certeza del impacto de la enfermedad, pues en las últimas dos semanas casi a diario la prensa recoge datos de organismos públicos y privados, como la Oficina Nacional de Estadísticas, que contradicen a los aportados por los funcionarios y que advierten que las víctimas son más. La diferencia ronda entre el 40 % y más del 100 %, dependiendo de la fuente.

Aunque el Gobierno tory ha dado muestras de rapidez y precisión, como cuando levantó en nueve días hospitales como el Nightingale de Londres, o llegó a acuerdos con clínicas privadas para asegurarse miles de camas adicionales y evitar un colapso de la sanidad pública, también ha dado grandes muestras de desorganización. Una ha sido la lluvia de ofertas sobre las pruebas para detectar el virus. 

Test defectuosos

El premier prometió 250.000 al día. Su ministro de Salud, Matt Hancock, rebajó la cifra a 100.000 para finales de abril. Sin embargo, a menos de una semana para que el lapso venza, apenas se han hecho 20.000 por día. Por si fuera poco, no fue hasta ayer cuando se comunicó a los sanitarios que podrán comenzar a someterse a los exámenes. El Reino Unido, como España, Bélgica y Alemania, también fue embaucado por empresas chinas con test para detectar el covid-19 que eran defectuosos.

Pero donde las autoridades británicas han mostrado una peor gestión y un caos ha sido con los materiales de protección para el personal sanitario. El Real Colegio de Enfermeros y la Asociación Médica Británica han denunciado que médicos y enfermeras han tenido que compartir mascarillas, guantes y batas o fabricar algunas de ellas con materiales caseros como bolsas de basura ante su escasez.

La situación llegó a un punto tal que el pasado fin de semana el Gobierno admitió que los centros sanitarios se estaban quedando sin material de protección, mientras que en Turquía estaban atrapadas 94 toneladas. «No tengo una varita mágica para resolver todos los problemas», se excusó el ministro Hancock ante el Parlamento.

La recomendación que este jueves hicieron las autoridades para que los ciudadanos no usen las escasas mascarillas sino que recurran a bufandas para cubrirse la boca y nariz revela que el problema está lejos de resolverse. Por ello no debe extrañar que la oposición haya fustigado al Gobierno en la Cámara de los Comunes. «Algo anda mal», soltó el nuevo líder laborista, Keir Starmer, quien también cuestionó que el Ejecutivo no haya presentado aún un plan para levantar el confinamiento.