El astrofísico que asesora al Gobierno: «Si lo hacemos mal ahora no avanzaremos durante meses»

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Bruno Sánchez trabajó en la NASA y hoy integra el comité de expertos que asesoran al Gobierno sobre la desescalada. Asegura que «un solo error en las póximas semanas puede provocar una nueva infección»

08 may 2020 . Actualizado a las 11:35 h.

Dice Bruno Sánchez Andrade (Oviedo, 1981) que antes de aprender a leer ya soñaba con el universo. El espacio le parecía lo suficientemente grande como para satisfacer su «infinita curiosidad». Estudió Física en la Universidad de Oviedo, se doctoró en astrofísica en el Instituto Max Planck de Alemania y trabajó varios años en la NASA. Así materializó el sueño de su vida. Hoy está cumpliendo con otro, servir al Gobierno en la mayor crisis de la historia reciente. Bruno forma parte del grupo de expertos que ha reunido el ministro Pedro Duque para asesorar en el proceso de desescalada.

—¿Qué supone este reto?

—Realmente es un honor y estoy aprendiendo muchísimo del resto del equipo

—¿Quién se puso en contacto con usted?

—Manuel Núñez, el Secretario de Estado de España Global, que depende del Ministerio de Exteriores, me llamó para pedirme consejo sobre un asunto. Al cabo de unos días me preguntó si quería formar parte del comité para el plan de desescalada. Obviamente, acepté.

—¿Cuál es su especialidad?

—La física solar.

—¿Cómo acaba alguien de su perfil colaborando con el Gobierno durante una pandemia?

—En el año 2011 dejé el laboratorio de la Nasa en Washington DC y me trasladé a San Francisco para fundar MapsBox, que es un proveedor de mapas online. Después estuve en el Banco Mundial y ahora estoy en Europa trabajando como consultor, siempre centrado en aplicar la ciencia de datos a problemas sociales.

—Parece claro que el equipo asesor es multidisciplinar

—No me han elegido por ser astrofísico o por mis conocimientos, sino por mis habilidades, al haber trabajado con gobiernos en el uso social de la tecnología. De cualquier forma para una crisis así es imprescindible.

—¿Por qué?

—Porque implica a toda la sociedad en su conjunto. El otro día alguien pedía a los científicos que dejasen de hacer modelos epidemiológicos que solo aportan ruido. No estoy de acuerdo con esta visión. Un matemático, un economista y un biólogo pueden desarrollar un trabajo muy valioso, comprobando, por ejemplo, que la información tiene sentido o traduciendo el idioma de los datos.

—¿Qué necesitan de usted?

—Por ejemplo, asesoramiento sobre aspectos técnicos relacionados con las apps de rastreo o la geolocalización y, en general, asegurándome de que se tenga en cuenta la ciencia de datos.

—¿En la movilidad reside la clave de la pandemia?

—De las pocas cosas que se saben con certeza es que el covid-19 es muy contagioso. Ojalá pudiéramos hacer test todos los días a todo el mundo, pero no es posible. Por tanto, se necesita estudiar el movimiento de la población para contrarrestar la propagación del virus porque los problemas no son proporcionales sino que crecen exponencialmente.

—¿A qué se refiere?

—Literalmente un solo error puede costar una infección que llevará meses solucionar

¿Por qué se ha diseñado la desescalada en cuatro fases?

—Debemos tener en cuenta que estamos ante un problema del que solo tenemos referencias bíblicas. Por otra parte desconocemos las reglas del juego porque es un virus nuevo, aunque tenemos que jugar porque no podemos estar confinados eternamente. Tampoco sabemos si hemos hecho algo bien o mal hasta dos semanas después. La ventaja de las fases es que trabajamos con indicadores que nos permiten dar pasos. Si avanzamos hacia adelante y los indicadores están por debajo de un umbral se puede pasar al siguiente nivel con ciertas garantías, pero también al revés. Si se cometen errores es posible retroceder.

—¿Empieza ahora la etapa más difícil como se dice?

—La gente debe saber que salir de esta crisis depende de cada uno de nosotros. Está claro que algunos no lo hacen bien porque ya los hemos visto en las imágenes de estos últimos días, pero quiero pensar que es algo puntual y que realmente somos conscientes de que debemos actuar correctamente. La situación es muy dura, aunque si lo hacemos mal no avanzaremos durante meses.

—Sin embargo, hay gente pidiendo acelerar las fases e incluso poner fin al confinamiento

—Opino que es un gran error. El coronavirus no se trata de ninguna gripe común y no podemos arriesgarnos a saturar el sistema sanitario otra vez y provocar que cualquier otro problema que podamos tener no pueda ser atendido en condiciones. Como sociedad esto no podemos permitirlo, como tampoco que se hunda la economía.

—¿Se respira tensión en las reuniones?

—El ambiente es de que estamos ante un problema con muchas incógnitas, pero reconocemos que criticar no vale de nada. Todos intentamos aportar.

—Ha tenido que venir una pandemia para valorar el papel de la ciencia

—Cierto, pero con algunos matices importantes. Los científicos españoles son punteros, pero su papel no debe centrarse solo en el ámbito académico. Si algo ha puesto de manifiesto esta pandemia es que no todo gira en torno a la epidemiología. Hay que afrontar desde la ciencia otros ámbitos como la economía, el transporte, las relaciones diplomáticas o la agricultura. Tiene que haber una relación más fluida entre los expertos y la sociedad. Además, esta crisis no es un cisne negro sino un rinoceronte blanco

—Explíquese

—El cisne negro es un evento de la naturaleza muy raro. Mucha gente sabía que esto iba a pasar, como por ejemplo Bill Gates. Esto se parece más al símil del rinoceronte blanco: hasta que no tuvimos el peligro muy cerca no reaccionamos. El científico no solo debe entender el virus sino también saber cómo va a afectar a la sociedad en su conjunto, al sistema sanitario, al producto interior bruto y a los peluqueros. Lamentablemente estas interacciones no existen. Además, debe hacerse entender.

— Suena a crítica

—Los científicos vivimos en una torre de marfil y la población no nos molesta. La ciencia tiene que estar mucho más integrada. La relación con los medios de comunicación es un buen ejemplo. Muchos consideran que el periodista es un incordio porque tergiversa su conocimiento. Creo que debemos pasar del valor del científico por su conocimiento a sus habilidades. Cuando aprendamos esto, entenderemos por qué es útil que un astrofísico integre un comité de expertos en una pandemia y que un periodista trabaje con físicos sobre cambio climático.