El brutal crimen de una niña indigna a los portugueses

La Voz / Redacción

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Policía Judiciaria

El padre y la madrastra, sospechosos de matar y esconder el cuerpo, fueron recibidos entre gritos de «asesinos» e insultos a su llegada a los juzgados de Leiria

13 may 2020 . Actualizado a las 17:45 h.

El crimen de Valentina, una niña de 9 años encontrada sin vida entre arbustos el pasado domingo, sacude estos días a los portugueses, que desde su recogimiento en casa por coronavirus asisten con estupefacción a la reaparición de un tipo de violencia que parecía olvidado con la pandemia.

El caso, aún lleno de incógnitas, ha generado una oleada de indignación y rabia pocas veces vista en una sociedad mayoritariamente recluida en casa desde mitad de marzo, preocupada con la expansión del virus y la crisis económica que se avecina.

En medio de esta tensión, el truculento crimen de Valentina ha exacerbado los ánimos, sobre todo en el distrito de Leiria, centro de Portugal, donde la niña murió y donde este martes han acudido a declarar ante el juez entre fuertes medidas de seguridad los principales investigados: el padre y la madrastra.

Entre gritos de «asesinos» e insultos por parte de varias decenas de personas que portaban mascarillas, ambos han entrado a los juzgados, donde acuden un día después de que se conozcan los resultados preliminares de la autopsia.

Indicios de asfixia

Una fuente policial apuntó que hay pruebas de que la niña sufrió una «muerte violenta, con lesiones en la cabeza e indicios de asfixia», aunque no precisó la causa la muerte, que se conocerá cuando los informes estén completos.

Los investigadores están convencidos de que Valentina murió en casa del padre y la madrastra en la aldea de Atouguia da Baleia -donde pasaba algunos días durante el confinamiento- la mañana del miércoles, en un contexto de «cuestiones internas del funcionamiento familiar», según un portavoz policial.

En la vivienda estaban también tres hermanos de la pequeña, un niño de 12 años, fruto de una relación anterior de la madrastra, de 38 años, y una menor de 4 años y un bebé de pocos meses, hijos en común de la pareja. El testimonio ante la policía del mayor de ellos ha sido fundamental para centrarse en los progenitores.

El padre de Valentina, de 32 años, denunció su desaparición ante la Guardia Nacional Republicana (GNR) el jueves por la mañana. Aseguró haber visto a la niña por última vez la noche anterior, cuando fue a arroparla, y que a la mañana siguiente ya no estaba. Su llamado de auxilio conmovió a la población, reuniéndose hasta 100 voluntarios -varios de ellos amigos de la familia que este martes se declaraban estupefactos ante la prensa- y alrededor de 600 agentes para peinar un área de 4.000 hectáreas.

Confesión

Pero nada se encontró y durante la mañana del domingo el hombre confesó a los agentes que Valentina estaba muerta y les llevó hasta el lugar donde, tapado apenas por unos arbustos, dejó el cuerpo, una zona de matorral en la cercana Serra D'El-Rei, a unos cinco kilómetros de la casa.

Una vez trascendió el resultado, se desató la rabia en la zona, donde varias personas abandonaron el recogimiento en casa para lanzar insultos al padre y la madrastra cuando estos, escoltados por la policía, acudieron a la vivienda para hacer una reconstrucción.

Ambos son sospechosos de homicidio y ocultación de cadáver, y mientras se esclarece cómo murió la pequeña y en qué contexto, surgen en la prensa relatos sobre la complicada convivencia de la niña con su padre.

Valentina llegó a huir de la casa de su progenitor hace dos años, y al ser encontrada por los agentes la niña alegó que echaba de menos a la madre e iba a buscarla. La Comisión de Protección de Niños y Menores investigó entonces su caso, pero no halló señales de malos tratos y lo archivó poco después.