¿Si hago deporte tengo que usarlas? ¿Si mi madre es dependiente y no la aguanta qué hago? ¿Se la pongo a mi hijo? ¿Y si voy a casa de un amigo o familiar?

A partir de este jueves, tal y como ha publicado el BOE y te estamos informando en La Voz, el uso de mascarillas será obligatorio para toda la población española que tenga más de seis años, siempre en espacios públicos cerrados y también en la calle si no es posible mantener una distancia de al menos dos metros entre personas. Llegados a este punto cabría preguntarse ¿por qué el Gobierno no obligó antes a usarlas si eran necesarias para contener la transmisión del virus según los expertos? Fernando Simón, portavoz sanitario del Ejecutivo ante la pandemia, ha reconocido que la «escasez» durante los picos en los momentos de mayor contagio, fue determinante: «Fuimos prudentes en proponer medidas que no se podían aplicar». Vamos a responder a continuación a las dudas frecuentes que puedes tener a la hora de usar este elemento de protección. Porque según los casos y las circunstancias hay excepciones. 

¿Hay que ponérselas?

Así es para mayores de 6 años de edad y se recomienda en menores de entre 3 y 5 años, en los lugares antes mencionados: espacios públicos cerrados -desde tiendas a centros de estudio, locales de ocio y hostelería, etc.- y en la calle si no es posible mantener una distancia interpersonal de dos metros, la recomendada para evitar contagios ¿Cómo saber si hay dos metros de separación? Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, apela a la «responsabilidad». «En caso de duda lo lógico es que las personas responsables se pongan las mascarillas», especialmente «cuando hay riesgo de exponer a otros a una posible infección» o para evitar la exposición al contagio en el caso de las personas vulnerables. Por eso, como también recuerda el colectivo de enfermería, «lo más importante es llevarla por si no podemos mantener la distancia». Lo aconsejable sería entonces y de forma preventiva, tenerla siempre encima guardada de la forma más higiénica posible.  

¿Si hago deporte tengo que usarlas?

No. Aunque el BOE no es muy claro al respecto y solo indica que una de las excepciones es la del «desarrollo de actividades en las que, por la propia naturaleza de estas, resulte incompatible», durante la práctica deportiva no habrá que emplearlas, como ha precisado el Ministerio de Sanidad. Ni para salir a correr, ni para andar en bici, ni los deportistas profesionales, ni un surfista en el mar, por poner solo unos ejemplos. El deporte es, por lo tanto, como señala la orden ministerial, «incompatible» con las mascarillas y están exentas todas aquellas actividades deportivas al aire libre que requieran tal esfuerzo que dificulten la respiración. Procura, por tu salud y la de los demás, evitar aglomeraciones.

¿Y si estoy enfermo o cuido a una persona dependiente?

Aquellas personas «en las que el uso de mascarilla resulte contraindicado por motivos de salud debidamente justificados, o que por su situación de discapacidad o dependencia presenten alteraciones de conducta que hagan inviable su utilización», no tendrán que utilizarlas. En este supuesto se incluye a quienes tengan dificultades respiratorias.

Estoy comiendo y bebiendo en una terraza ¿qué hago?

Te la quitas, porque «su uso no será exigible en el desarrollo de actividades que resulten incompatibles, tales como la ingesta de alimentos y bebidas». Eso sí, en los locales de hostelería debe garantizarse la separación de seguridad entre las mesas. 

¿Mi hijo tiene que ponérsela?

Sí, si tiene más de 6 años. Y, en todo caso, Sanidad lo recomienda entre los 3 y los 5. A no ser que esté incluido en los grupos de población exentos antes mencionados por sufrir algún tipo de enfermedad o grado de dependencia que lo hagan incompatible. Se entiende que si hace deporte, y al igual que un adulto, no tiene que llevarla. 

¿Y si voy a casa de un amigo o familiar?

No has pasado el confinamiento con esa gente. Tampoco sabes qué contactos pueden haber tenido. Tu madre o abuelo pueden ser población de riesgo. Lo recomendable es usarlas y mantener en lo posible la distancia de seguridad. Si vais a comer y beber, no queda otra que quitársela.

Voy a coger el tren o el autobús ¿Me la pongo?

Sí. No solo es lo más aconsejable al ser un espacio cerrado que compartes con desconocidos, además en el transporte público es obligatorio desde el pasado 4 de mayo. No se libran ni los conductores.

¿Dónde se compran? ¿Cuánto duran?

Lo mejor es acudir siempre a una farmacia, aunque cada vez más cadenas de supermercados las tienen en sus lineales. El Gobierno reguló por ley el precio máximo de las de tipo quirúrgico, las que poniéndolas nosotros no contagiaríamos a los demás si somos portadores del virus. Cada unidad, como mucho, debe venderse a 0,96 euros. Las hay también higiénicas, caseras o de uso profesional, como puedes leer aquí al detalle y te precisamos de forma gráfica bajo estas líneas. 

¿Cómo se usan?

La boca, la nariz y la barbilla deben ir tapadas por completo, dado que se trata, recuerda Sanidad de «bloquear la emisión de gotas infectadas, muy importante cuando no es posible mantener la distancia de seguridad». Hay que evitar tocarlas con las manos. Si eso sucede hay que lavárselas de inmediato y se manipulan solo a través de las bandas elásticas o gomas que las sustentan. Las mascarillas no son diademas, collares o pendientes. No deben subirse, bajarse o colgarse de una oreja dejando desprotegidas las vías respiratorias.   

¿Pueden usarse más de una vez?

Reutilizables haberlas hainas, pero en ese caso aún hay que ser más cuidadosos. No toques su parte interior y no las compartas con otras personas. Teniendo en cuenta que las mascarillas son un vehículo de transmisión, es importante no guardarla sin más en un bolso o bolsillo si aún tiene vida útil por delante. David Díaz-Pérez, coordinador del Área de Enfermería de la Sociedad Española de Neumología, aconseja «una bolsa transpirable, como un sobre de papel, sabiendo que la parte limpia de la mascarilla es la interna, lo que llevamos pegada a la cara, y la parte sucia es la parte externa, que no debemos tocar». Además, hay que desinfectarlas. La farmacéutica que triunfa en redes, Boticaria García, recuerda en esta entrevista, que «desde la Universidad de Stanford lo han advertido: si tú calientas la mascarilla a 70 grados durante 30 minutos la desinfectas. Ojo, esto puede deformarla, y es solo para las FFP2 y FFP3, en ningún caso para las quirúrgicas, que son desechables y no están pensadas para ser desinfectadas». Las reutilizables indican que lo son con una «R» en sus instrucciones. Y añade sobre las tejidas: «Las mascarillas en casa no se deben desinfectar nunca. Para eso, mejor compras una de tela y la metes en la lavadora y ya está». En el libro 123 preguntas sobre coronavirus que ha publicado García junto a la periodista Arantxa González bajo licencia Creative Commons para facilitar su distribución y descarga y que puedes leer aquí al completo, se resuelven casi todas las dudas. Entre ellas, una común referida a la quirúrgicas -las de color azul en su parte frontal externa-: «No son reutilizables. Si no se dispone de otra mascarilla y solo se sale a la calle una vez a la semana, puede ser una opción conservarla dentro de una bolsa al volver a casa. En una semana se habrán inactivado los posibles virus y no es necesario andar con experimentos caseros».

¿Qué ocurre si no puedo costearlas?

Teniendo en cuenta su precio y su duración, una familia de cuatro miembros gastaría al mes en estos elementos de protección más de 100 euros. Al cabo de un año serían fácilmente más de 1.000. En principio, la población tiene que proveerse de ellas. Aunque en el BOE parece que hay una excepción para aquellos casos en los que resulte imposible adquirirlas por motivos económicos, si se entienden estos como «de fuerza mayor o de necesidad».

¿Pueden multarme si no la llevo?

Aunque por ahora no hay una regulación específica sobre sanciones, fuentes próximas al Gobierno dicen que estas podrían basarse en la Ley de Seguridad Ciudadana, y aplicarse multas solo en caso de desobediencia o si alguien no las usa de forma reiterada con ánimo de perjudicar a los demás. El Ministerio de Interior dio la orden de tener mucha mano izquierda. Ante la ambigüedad del texto que ni siquiera hace mención a un sistema sancionador como sí se hacía por el incumplimiento de las instrucciones del estado de alarma, Grande Marlaska dio instrucciones de que haya más pedagogía que multas aunque sin descartar usar la 'ley mordaza' con los que se muestren más reticentes. «Durante los primeros días, las fuerzas y cuerpos de Seguridad potenciarán la función pedagógica», fue la indicación principal desde Interior. Cuando los agentes tengan conocimiento de «supuestos de incumplimiento» de la orden del Ministerio de sanidad, «requerirán a la persona que cometa ese incumplimiento para que proceda a ponerse la mascarilla o que se retire a una zona en la que sea posible mantener la distancia de seguridad interpersona», detallan las instrucciones emitidas desde Interior. «Si el incumplimiento se produce en espacios cerrados de uso público o que se encuentren abiertos al público, se requerirá a la persona que abandone dicho espacio», apuntan las órdenes.

En principio, los agentes tienen instrucciones solo de recurrir a la multa en el caso de individuos que les desafíen abiertamente. Si la persona no atiende al requerimiento, se podrá multar basándose en la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, señalan las instrucciones, en referencia al precepto de la denominada 'ley mordaza'. En ese texto se considera una falta grave penada con entre 600 y 30.000 euros «la desobediencia o la resistencia a la autoridad».