Más que una protesta contra el racismo

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Probal RashidZUMA Wire

La crisis de la pandemia, las desigualdades sociales y la proximidad de las elecciones, factores decisivos

08 jun 2020 . Actualizado a las 08:48 h.

Las protestas multitudinarias que está sacudiendo Estados Unidos tienen su origen en la brutalidad policial contra la población negra, ejemplificada de nuevo por la muerte de George Floyd, pero expresan un malestar más amplio generado por la crisis causada por la pandemia, que ha puesto en primer plano las grandes desigualdades sociales que hay en el país. Tres expertos analizan las causas de las protestas y su influencia en las elecciones de noviembre.

¿Cuáles son las causas de las protestas?

«La crueldad con la que un policía blanco asfixió hasta la muerte a un afroamericano desarmado ha sido el detonante, porque es, tal vez, el ejemplo más diáfano de una realidad: la desproporcionada violencia de la policía contra hombres negros», señala Anna Bosch, que fue corresponsal en Washington y cubrió las elecciones del 20016 para TVE. «El hecho de que el presidente se haya prodigado en declaraciones de corte racista y tolerancia con el supremacismo blanco, y tratado estas protestas como una cuestión de orden público, sin ninguna empatía, ninguna palabra de comprensión al agravio que siente la comunidad negra, ha enfurecido aún más», concluye. Para Carlota García Encina, investigadora del Real Instituto Elcano, «la muerte de Floyd ha sido la gota que ha colmado el vaso no solo por la brutalidad policial sino también por las desigualdades sociales».

«La muerte de Floyd ha sido el desencadenante, no la causa, que ha liberado la rabia social provocada por una nefasta gestión de la pandemia en un país que, a pesar de ser el más rico y poderoso de la tierra, posee un sistema sanitario dominado por las empresas privadas», afirma Rafael Calduch, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales.

¿Cómo ha influido la crisis del covid-19?

«Cuando se confinó a la población y se cerraron las empresas y comercios, millones de ciudadanos, especialmente de las minorías más vulnerables (negros, hispanos, indígenas, etc.) quedaron absolutamente desprotegidos, de ahí las manifestaciones de semanas anteriores reclamando la apertura económica a pesar del riesgo pandémico», explica Calduch. «Ese rencor hacia la autoridad política y el sistema económico, aunque no específicamente contra Trump, se ha liberado con la desescalada», continúa. «A ello hay que agregarle que los efectos de la recesión económica están ya empezando a sentirse en los barrios marginales de las grandes ciudades sin que la Administración Trump haya sido capaz de aprobar unas medidas claras y eficaces para paliar los efectos de la crisis económica», asegura. «Esto está provocando una tremenda frustración ante la falta de expectativas de amplias capas sociales muy vulnerables, que, sin duda, están siendo canalizadas contra la Administración Trump para deslegitimarla en pleno período electoral», señala. «La pandemia primero y la recesión económica luego han hecho renacer la fractura política y social que ya se pudo constatar en la crisis del 2008 y de la que se alimentó Trump para llegar a la Casa Blanca», concluye.

García Encina considera que «estas protestas hay que ponerlas en el contexto de la pandemia, que está afectando mucho más a los afroamericanos, que tienen menos acceso a la atención médica y peores condiciones económicas y sociales». En su opinión, «las protestas van también contra la desigualdad social».

¿Qué diferencia a estas protestas de otras que ha habido en el pasado?

«Lo que ha cambiado con otras protestas raciales es que se manifiestan las personas de color y también los blancos y se ven muchos más jóvenes, que sufrieron las consecuencias de la crisis del 2008 y ahora de la pandemia, que les está afectando muchísimo», sostiene García Encina. «Hay un cambio en la percepción de los estadounidenses, en el 2014 tras los sucesos de Ferguson un tercio de los estadounidenses creían que había brutalidad policial con los afroamericanos, hoy son el 60%», explica. «Este movimiento racial se están ampliando a un movimiento social, en el que están implicados los jóvenes, todo esto hace lo que estamos viendo estos días sea diferente», asegura.

¿Qué soluciones hay?

«La solución es a largo plazo porque la causa está en un mal sistémico: la desproporcionada violencia policial contra los hombres negros porque los perciben como una amenaza», explica Bosch. «Hay que cambiar, y ya hay políticos que lo piden, las normas de conducta de la policía, endurecer los castigos contra las malas prácticas», continúa. «Eso será lo ‘fácil’, lo más difícil será superar los prejuicios contra los hombres negros y el agravio que siente su comunidad», advierte.

«En los próximos meses, si se quieren apaciguar las tensiones sociales y políticas, es imprescindible que quien ocupe la Casa Blanca ponga en marcha un plan de reconciliación nacional que permita sustentar y alimentar un plan de recuperación económica», señala Calduch. «Un plan que pasa en primer lugar por una reconciliación entre el poder ejecutivo y el legislativo sensiblemente deteriorada por Trump, junto con la restauración del apoyo de los gobernadores y la colaboración con los grandes medios de comunicación», explica.

«Lo que piden los manifestaciones es que se hagan reformas dentro del sistema y ya hemos escuchado a Bush, Obama y otros líderes que dicen vamos a hablar», afirma García Encina. «Pero se necesita un liderazgo que no existe porque Trump en lugar de unir está desuniendo, polarizando y eso no ayuda a que el problema empiece a resolverse», concluye.

La mala gestión de Trump puede costarle la reelección

Los expertos consideran que la crisis de la pandemia y las protestas puede costarle la reelección a Trump. Calduch califica su gestión de «nefasta, tanto antes de la pandemia como durante ella». En su opinión, «su visión del interés nacional no se ha correspondido con un mundo cada vez más interdependiente, no solo en lo económico sino también en lo estratégico, lo tecnológico, lo medioambiental y lo comunicativo, ya que en la práctica su eslogan America First (América primero) se ha traducido en una política aislacionista: America Only (Solo América)».

«Tener un país absolutamente dividido, con protestas numerosas por toda la geografía y reaccionar solo con autoritarismo y militarizando varias ciudades, incluida la capital, es un fracaso para cualquier presidente», sostiene Bosch. «Trump ha gestionado mal la pandemia, no ha sabido dar un mensaje de unidad, ahora su estrategia es presentarse como defensor de la ley y el orden, como alguien con determinación que puede acabar con las protestas», asegura García Encina.

«Es obvio que esta situación le ha perjudicado respecto de una reelección que daban por segura todos los analistas a principios de año», estima Calduch. «Hoy ya hay serias dudas de que pueda ganar las elecciones, ya que no hay que olvidar que Trump alcanzó la Casa Blanca sin representar una mayoría de votos, solo de representantes electorales», concluye.

«Su victoria en el 2016 contra todo pronóstico es una lección para no aventurarse a hacer más pronósticos, aunque las encuestas a día de hoy dicen que Trump tiene menos apoyos que entonces», afirma Bosch. «Trum