Trump sale a la caza del voto en Arizona, un estado clave golpeado por la epidemia

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Los manifestantes colocaron cadenas para intentar derribar la estatua de Andrew Jackson frente a la Casa Blanca
Los manifestantes colocaron cadenas para intentar derribar la estatua de Andrew Jackson frente a la Casa Blanca Tom Brenner

La crisis del covid-19 y la violencia policial erosionan el predominio republicano

24 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Donald Trump, en plena vuelta a la carretera, hizo este martes escala en la frontera con México y en Phoenix (Arizona) dentro de la estrategia para reactivar la campaña de cara a su reelección en noviembre. Se trata de la tercera visita del presidente a Arizona en los últimos cinco meses. Un dato nada casual, ya que se trata de uno de esos estados clave donde el país inclina cada cuatro años la balanza para decidir quién ocupa el Despacho Oval.

Los votantes de Arizona son mayoritariamente republicanos. A pesar de que las alcaldías de ciudades como Phoenix y Arizona están en manos de los demócratas, el republicano Doug Ducey fue elegido gobernador en el 2018 con el 56 % de los votos. Dos años antes, Trump había cosechado un 48 % de las papeletas en una zona fronteriza con México donde cala el mensaje populista contra la inmigración.

Grietas republicanas

Pero el apacible dominio republicano en Arizona presenta ya sus primeras grietas. La pandemia ha golpeado sin piedad este estado, uno de los más afectados del país. Y las protestas contra la violencia policial por la muerte de George Floyd han sido masivas en un estado que un mes antes había asistido horrorizado a la muerte de Dion Johnson, un hombre negro de 28 años que falleció por los disparos de agentes estatales que lo habían encontrado durmiendo en un coche en la autopista de Phoenix.

El electorado de Arizona está ahora mismo dividido en tres fracciones similares: un 34,9% de republicanos, 32,5 % de demócratas y un 31,8 % de indecisos. Los demócratas quieren hacerse con ese tercio de votantes donde se encuentran los jóvenes y los conservadores descontentos.

El presidente quiere enviar diez años a la cárcel a quien ataque monumentos

El presidente de EE.UU., Donald Trump, amenazó este martes con hasta 10 años de prisión a aquellos que ataquen monumentos y estatuas históricas mediante la aplicación de leyes federales, también de manera retroactiva.

«He autorizado al Gobierno Federal para que arreste a cualquiera que vandalice o destruya cualquier monumento, estatua u otra propiedad federal en EE.UU. con hasta 10 años de prisión, a través de la Ley de Preservación de Memoriales de Veteranos o cualquier otra legislación que pueda ser pertinente», escribió el mandatario en su cuenta de Twitter.

A lo que añadió que esta acción, que llevará a cabo mediante una orden ejecutiva, tendrá un efecto retroactivo, por lo que aquellos que hayan cometido este tipo de acciones con anterioridad serán también castigados.

Esta decisión llega después de que, en el contexto de las protestas raciales de las últimas semanas, numerosas estatuas de personajes históricos hayan sido atacadas.

El principal objetivo de los manifestantes han sido los símbolos confederados -defensores de la esclavitud durante la Guerra de Secesión- que abundan sobre todo en los estados sureños, pero también han sido atacadas estatuas de los conquistadores españoles o de los «padres fundadores» de Estados Unidos.

Anarquistas y otras cosas

Trump calificó a estos manifestantes de «anarquistas y otras cosas» antes de salir de la Casa Blanca en dirección a Arizona para visitar la frontera con México, y dijo que «si los estados no pueden controlarlos», está dispuesto a ayudar.

La gota que colmó el vaso pudo haber sido una acción en la noche del lunes a pocos metros de la Casa Blanca, cuando policías federales evitaron con cargas que un grupo de manifestantes derribara la estatua en la que aparece el expresidente Andrew Jackson (1829-1837) montado en un caballo que se alza sobre sus dos patas traseras, en el parque Lafayette, situado frente a la entrada principal de la residencia presidencial.

Los manifestantes habían colocado ya cuerdas y cadenas en la estatua ecuestre cuando los policías dispersaron la protesta haciendo uso de gases lacrimógenos.

La estatua de Jackson se erige en el parque Lafayette, que ha sido epicentro de las protestas raciales en Washington por su ubicación, justo enfrente de la residencia del presidente.