Casado cumple dos años como líder del PP sin lograr unir al partido tras la etapa de Rajoy

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Pablo Casado, el martes, en unas jornadas universitarias en El Escorial
Pablo Casado, el martes, en unas jornadas universitarias en El Escorial David Fernandez | EFE

Los bandazos estratégicos impiden consolidar un proyecto claro

22 jul 2020 . Actualizado a las 13:06 h.

El 23 de mayo del 2018, el Congreso aprobaba los presupuestos del Gobierno de Mariano Rajoy. El presidente del PP había logrado el apoyo de Ciudadanos, PNV Coalición Canaria y Nueva Canarias. Fueron 176 votos. La legislatura parecía despejada hasta el 2020, y el liderazgo de Rajoy en el PP, incuestionable. Una semana después, el 1 de junio, Rajoy era desalojado del Gobierno. Y el 21 de julio, hace exactamente dos años, era historia del PP. Pablo Casado se convertía en el nuevo líder. Su gestión ha tenido más sombras que luces. Aunque se ha consolidado como única alternativa, por ahora, a Sánchez, sus vaivenes estratégicos mantienen al PP sin un proyecto claro.

¿Cómo llegó Casado a liderar el PP?

Cuando todos en el PP daban por hecho que Alberto Núñez Feijoo sería el nuevo líder del PP, prácticamente por aclamación, el presidente de la Xunta renunció a dar ese paso. Casado vio la oportunidad de presentarse como alternativa a la enconada rivalidad entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Se postuló como el abanderado de una derecha «sin complejos», lo que suponía una enmienda a la etapa de Rajoy, caracterizada por un pragmatismo centrado en la gestión y alejado de dogmatismos ideológicos. Sáenz de Santamaría, la heredera de Rajoy, ganó claramente las primarias. Casado quedó segundo, y Cospedal, tercera. Pero la enemistad entre las dos dirigentes populares le dio el triunfo a Casado en la segunda vuelta.

¿Está el PP más unido que en la etapa de Rajoy?

No. Una de las principales promesas de Casado fue precisamente unir al partido en torno a la defensa de unos valores como la libertad individual, la defensa de la nación frente al independentismo y de la familia como eje de la sociedad. Pero, temeroso de revueltas internas, laminó o provocó la huida de todos los sorayistas y marinaistas. Se rodeó de un equipo de jóvenes fieles y recuperó luego a figuras del aznarismo, incluido el propio Aznar, lo que, lejos de promover la unidad, fracturó más a la formación. La decisión de nombrar portavoz en el Congreso, en contra de la opinión de un amplio sector del partido, a Cayetana Álvarez de Toledo, que había atacado públicamente al propio Rajoy y a líderes como Alberto Núñez Feijoo, al que equiparó con los nacionalistas, agrandó esa división, que se mantiene hasta hoy, entre los partidarios de una oposición firme, pero con diálogo y moderación, y quienes apuestan por el frente total contra el Gobierno sin dar ni agua a Pedro Sánchez. El contundente triunfo de Feijoo en las elecciones gallegas y el fracaso de Carlos Iturgaiz en las vascas pueden promover un giro hacia la política de moderación y de ensanchar el partido.

¿Qué influencia tuvieron las elecciones andaluzas?

Casado afrontó de inmediato una dura prueba en las elecciones andaluzas, en medio de una fuerte polémica por su controvertido máster. Y fue el sorpresivo acceso a la presidencia de la Junta de Juan Manuel Moreno, el último sorayista vivo, el que lo salvó en buena parte. Esas elecciones marcaron también, sin embargo, la irrupción de Vox, lo que giró el discurso de Casado aún más a la derecha y le llevó a la foto de Colón con Abascal y Rivera. Algo que facilitó al PSOE y a Unidas Podemos situar a PP, Cs y Vox como un único bloque: «el trifachito de Colón».

¿Cuál es el balance de Casado en las urnas?

De momento, pobre. Ha perdido en dos años cinco elecciones. Dos generales, unas autonómicas, unas municipales y unas europeas. El momento más crítico fueron las generales del 28 de abril del 2019. Tras una pésima campaña, el PP tuvo el peor resultado de su historia. Un total de 66 escaños. Y a solo nueve de Ciudadanos, lo que dio la sensación de que el sorpasso era posible en la derecha. Las inmediatas autonómicas y municipales pudieron ser la puntilla, pero los pactos permitieron al PP mantener las comunidades de Madrid, Murcia y Castilla y León y recuperar la alcaldía de Madrid. Algo que facilitó que en la repetición de las elecciones en noviembre del 2019, Casado y el PP tomaran aire al moderar el discurso y aprovecharse de la debacle de Ciudadanos, que se llevó por delante a Rivera. Esos comicios dejaron a los populares con el liderazgo claro de la oposición aunque, con 89 diputados, todavía lejos del objetivo de la Moncloa.

Las grandes expectativas se han ido moderando

Pablo Casado arrancó su liderazgo en el PP con grandes expectativas. Su capacidad oratoria, sus dotes para la comunicación y su juventud se consideraban virtudes idóneas para conectar con la sociedad y ampliar el espacio del PP. Dos años después, esas expectativas se han moderado. No ha logrado ganarse la confianza de todo el partido. Y, según la última encuesta del CIS, tampoco la de los ciudadanos. Un 84,8 % tiene poca o ninguna confianza en él.