Condenan a 122 años de cárcel a la etarra Anboto

La Voz REDACCIÓN / AGENCIAS

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La dirigente etarra Soledad Iparraguire, Anboto, durante el juicio en su contra celebrado en julio en la Audiencia Nacional en Madrid
La dirigente etarra Soledad Iparraguire, Anboto, durante el juicio en su contra celebrado en julio en la Audiencia Nacional en Madrid Luca Piergiovanni | Europa Press

La dirigente de ETA fue declarada responsable de ordenar el asesinato del comandante del Ejército de Tierra Luciano Cortizo

24 jul 2020 . Actualizado a las 17:31 h.

La dirigente de ETA Soledad Iparraguirre, Anboto, ha sido condenada en su primer juicio en España a 122 años de prisión por ordenar el asesinato del comandante del Ejército de Tierra Luciano Cortizo, en el 1995 en León, al explotar una bomba lapa bajo el asiento de su coche cuando conducía junto a su hija, que resultó herida grave.

Según la sentencia de la Audiencia Nacional, recogida por Efe, la etarra fue responsable del asesinato del comandante, ya que «fijó el objetivo, facilitó los explosivos y dio instrucciones para la fabricación y transporte de la bomba lapa y para su colocación en el interior del coche, bajo el asiento, para asegurar la muerte del objetivo sin riesgo para el autor».

Así, la sala considera probado que Iparraguirre, al frente de los comandos desde julio del 1994 y hasta el 1998, ordenó el atentado a Sergio Polo, Lur, que en aquella época constituía él solo un «comando legal» de ETA y que ya ha sido condenado por esta acción a 110 años de cárcel.

Se trata del primer juicio al que Anboto se enfrentaba en España tras ser entregada por Francia, donde ha cumplido varias condenas, y al que asistió entre el público uno de los últimos jefes de la banda terrorista, Mikel Antza, considerado su pareja sentimental.

Entre estas pruebas que permiten concluir su responsabilidad en el atentado, destaca la carta dirigida a Lur, intervenida en un piso de Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa). En ella le explica por qué en otro atentado anterior en Salamanca el objetivo (Juan José Aliste, miembro de las Fuerzas Armadas) no falleció, achacándolo a la colocación del artefacto mediante imanes en los bajos del vehículo. Por este motivo, para asegurar el asesinato de Cortizo, Anboto explicó detalladamente como colocar el artefacto dentro del coche. 

Además de esta carta, los magistrados tienen en cuenta los vestigios intervenidos en el lugar del atentado, las declaraciones de etarras condenados en otras causas que identificaron a Anboto y describieron sus funciones. También los explosivos, la pistola, los materiales, los manuales de explosivos y los documentos falsos utilizados por Polo y que fueron intervenidos en el piso.

Otras pruebas fueron la pericial del bombín de la cerradura del vehículo de la víctima que demuestra que fue manipulado -lo que coincide con las instrucciones dadas por Anboto- con la incautación de un manual para la requisa de coches y los cursillos que declararon haber recibido diversos miembros de la banda.

Según el escrito de la sentencia, Anboto entregó a Lur los materiales necesarios para fabricar una bomba lapa y este guardó los explosivos en el piso de Pasajes, fabricó la bomba y se trasladó de San Sebastián a León, donde durante unos días vigiló al comandante.

Observó que la víctima utilizaba un vehículo para sus desplazamientos y en la noche del 21 al 22 de diciembre del 1995 colocó la bomba lapa, «como le había ordenado María Soledad Iparraguirre».

Al día siguiente, cuando el comandante y su hija se desplazaban en el vehículo, el artefacto explosionó, causando la muerte del militar, de 44 años, y heridas de gravedad a su hija, de 18, que se encontraba en el asiento del copiloto, además de heridas de diversa consideración a otros transeúntes.

Por este delito, la sentencia establece una indemnización para la viuda, de 300.000 euros, y de 160.000 para cada uno de los hijos. La hija deberá ser además indemnizada con 342.100 euros por las lesiones causadas y por las secuelas sufridas en el atentado.