Costa hace guiños a derecha e izquierda para afianzar su segunda legislatura en minoría

begoña íñiguez LISBOA / CORRESPONSAL

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JOHANNA GERON | Reuters

El primer ministro portugués está dispuesto a una nueva «gerigonça» con el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista

28 jul 2020 . Actualizado a las 09:44 h.

El olfato político y la capacidad de negociación del primer ministro portugués, el socialista António Costa, quien gobierna en minoría en su segunda legislatura, está fuera de toda duda, como se ha visto en los peores momentos de la pandemia de covid-19, donde ha contado con el apoyo del presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, y de todos los grupos parlamentarios lusos.

A ningún analista le extraña que Costa, hace solo una semana, lograra el apoyo parlamentario del principal partido de la oposición, el PSD, de Rui Rio, para dar luz verde a las medidas frente a la dura crisis económica provocada por la pandemia y acabar con los debates quincenales en la Asamblea de la República, y horas después, en ese mismo lugar, le lanzase, en el debate del Estado de la Nación un guiño al Bloco de Esquerda, de Catarina Martins, y al Partido Comunista, de Jerónimo de Sousa, para repetir alianza parlamentaria -conocida como gerigonça- hasta el final de la legislatura.

Esa mano izquierda capaz de romper moldes, aunar consensos difíciles y duraderos con unos y con otros, la ha ido fraguando Costa desde que fue alcalde de Lisboa, entre el 2007 y el 2015. Sin mayoría absoluta en el primer mandato, consiguió llegar a acuerdos impensables para sus antecesores que vieron sus frutos en el empuje, la modernización y el desarrollo turístico de la capital portuguesa.

Liderazgo socialista

Lo mismo ocurrió cuando accedió al liderazgo del PS, en el 2014, desbancando a su antecesor, António José Seguro, quien había ganado las elecciones municipales y las europeas. Un año después, en noviembre del 2015 António Costa hizo historia en Portugal al ser elegido primer ministro, sin vencer en las urnas, con una alianza parlamentaria a la izquierda, impensable hasta entonces, la denominada geringonça, con el Bloque de Esquerda y el Partido Comunista. Contra todo pronóstico, la geringonça duró toda la legislatura y consiguió la admiración de la Unión Europea, quien inicialmente miraba con mucha desconfianza ese acuerdo con la extrema izquierda lusa.

En octubre del año pasado Costa venció las generales con mayoría simple y cerró la puerta a una nueva geringonça, optando por el camino más difícil, a priori, negociar ley a ley en el Parlamento a su izquierda o a su derecha, según lo que más le convenga.

La popularidad de Costa se ha reforzado durante la pandemia. Según el último sondeo realizado por la Universidad Católica portuguesa el 24 de julio para la RTP, la Radio Televisión Pública lusa y el periódico Público, más de un 60 % de los portugueses aprueban su labor de gobierno durante los últimos meses y le dan una ventaja a su partido, el PS, de 13 puntos, 39 %, sobre su inmediato seguidor, el PSD, de centroderecha de Rui Rio -26 %-, con el que Costa tiene una excelente relación personal desde que fueron alcaldes de Oporto y Lisboa, respectivamente.