La despedida de Juan Carlos I en Sanxenxo: una tarde hablando de barcos

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El rey emérito participando en una regata en Sanxenxo en el 2016
El rey emérito participando en una regata en Sanxenxo en el 2016 Capotillo

El rey emérito se desplazó por unas horas el domingo por la tarde a la capital turística de las Rías Baixas

19 ago 2020 . Actualizado a las 15:40 h.

Juan Carlos I siempre se mostró feliz en Sanxenxo y aquí pasó unas horas de su último día en España hasta la fecha. Conocía la localidad desde los años cincuenta del siglo pasado cuando era guardiamarina en la Escuela Naval en su calidad de Príncipe de España. Ya como monarca reinante, volvió en varias ocasiones para actividades vinculadas con su pasión por las regatas y entre otras cosas estuvo en la salida de la Volvo Ocean Race desde Sanxenxo en el 2005. El puerto deportivo de la villa turística lleva su nombre y el actual alcalde, Telmo Martín, se negó a cambiarle el nombre desechando una moción del BNG. Esa vinculación de Juan Carlos I con Sanxenxo se intensificó en el 2015 cuando pudo volver a ponerse al frente de un barco y capitanear el Acacia. Ese viaje sobre las aguas de la ría de Pontevedra supuso su regreso a la competición marítima después de años apartado de las regatas como consecuencia de sus operaciones. A Sanxenxo acudió de la mano de su amigo Pedro Campos, y a Sanxenxo regresó con relativa frecuencia desde entonces.

El domingo por la tarde fue una de esas ocasiones. Fue una visita relámpago, de esas a las que tiene acostumbrados a sus amigos, porque don Juan Carlos aprovechaba cualquier posibilidad de viaje para acudir a la villa pontevedresa. Con Sanxenxo tenía un idilio que hasta le animaba a hacer sus pinitos con el gallego como un «en Galicia nunca chove» y que sirvió como reclamo turístico en el 2016. Y es que si algo le reconoce el Concello es que las visitas reales siempre significaban minutos de telediarios y páginas de periódicos. Una promoción turística enorme. Sus visitas llegaron a ser tan frecuentes que hasta podía estar en el puerto con tranquilidad, salvando ciertas distancias como si de un vecino más se tratase. 

Ahora, en su última visita a Sanxenxo, su estancia fue de perfil bajo. No hubo visita al Real Club Náutico, ni recepción de autoridades. No se dejó ver por la rada ni se expuso ante los móviles de los visitantes al puerto que en otras ocasiones le hacían fotos, sorprendidos de encontrárselo tan inesperadamente. El domingo pasado hubo solo una reunión pequeña de unos pocos amigos y en la casa de Pedro Campos, según fuentes consultadas por este periódico.

Hubo tiempo suficiente para charlar y cenar con tranquilidad. El rey emérito no soltó prenda de su marcha anunciando que se iba de España cómo trascendió en público el lunes con el comunicado de la Casa Real. Solo les dijo, entre otras cosas, que se iba sin profundizar en los motivos, por lo que como es normal que por estas fechas esté fuera, no se le ocurrió a los presentes interpretar esas palabras como una marcha más meditada, prolongada y expresada en los términos del comunicado del lunes.

Y así, sin que los demás sospechasen la decisión ya tomada, en la cena se habló sobre todo de mar y de regatas, de barcos y de competiciones. La próxima prevista en Sanxenxo es en septiembre pero el Real Club Náutico está pendiente de su celebración dependiendo de la situación de la pandemia para esas fechas. No se sabe si estará o no don Juan Carlos en esa prueba.

Lo que sí es lógico es que los barcos acaparasen mucho de la conversación al estar entre marinos y deportistas y con el escenario de la ría de Pontevedra de fondo, esa ría que le animó hace cinco años a ponerse otra vez en la cubierta de un velero para navegar y quién sabe si será esa misma ría uno de los lugares donde se volverá a ver al monarca emérito en España. 

Juan Carlos I se fue tan discretamente cómo llegó el domingo. Fue su despedida a sus amigos y a la que podría considerarse también su ría.