Trump desdeña el voto moderado y fía su reelección a contentar a sus fieles

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

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Partidarios de Trump celebraron un desfile con sus barcos por un lago de Nuevo Hampshire, en la víspera del inició de la convención republicana virtual
Partidarios de Trump celebraron un desfile con sus barcos por un lago de Nuevo Hampshire, en la víspera del inició de la convención republicana virtual Allison Dinner | DPA vía Europa Press

Los republicanos inauguran este lunes su convención ignorando su batalla por el centro

24 ago 2020 . Actualizado a las 11:06 h.

El voto moderado es historia. Y el centro ya no es el campo donde se dirimen las grandes batallas políticas en Estados Unidos. Al menos esa es la idea a la que fía toda su estrategia Donald Trump, decidido a revalidar en noviembre su cargo de presidente ignorando por completo a los millones de ciudadanos que se mueven por la zona templada del espectro ideológico y volcándose exclusivamente en mimar a sus devotos. El Partido Republicano inaugura este lunes su convención nacional con Trump como protagonismo absoluto. 

el precedente del 2016

80.000 fieles inclinaron la balanza. Hace cuatro años, Donald Trump ganó la presidencia a pesar de perder en voto directo. Aunque Hillary Clinton recibió 65,8 millones de sufragios y Trump 62,9, el candidato republicano se impuso al obtener 304 votos electorales frente a los 227 de la demócrata.

A pesar de que Clinton cosechó casi tres millones de papeletas más que Trump, el magnate se llevó algunos estados clave que todos los pronósticos otorgaban a su rival. Míchigan, Pensilvania y Wisconsin se decantaron por el candidato republicano por un margen total de 80.000 sufragios.

Esos miles de votantes, residentes en algunas de las zonas más castigadas por la globalización y la deslocalización de industrias, compraron el discurso de Trump contra el establishment e inclinaron la balanza a su favor. 

Un objetivo muy definido

La América que hay entre Nueva York y Los Ángeles. Pese a que tuvieron algunos encontronazos por la cobertura de las primarias del Partido Republicano, uno de los estrategas de referencia de Trump fue el difunto Roger Ailes, el controvertido asesor presidencial (de Nixon, Reagan y Bush padre) que puso en marcha la ultraconservadora cadena Fox News y la convirtió en el canal informativo más visto de la televisión por cable en EE.UU. La receta era sencilla, pero solo Ailes la supo ver: «Hay mucha América entre Nueva York y Los Ángeles».

Esos millones de personas conservadoras, pero de clase trabajadora, que viven en pequeñas ciudades o en áreas rurales, y que se consideran abandonadas por las oligarquías y las instituciones, forman el público al que se dirige la Fox y el caladero en el que Donald Trump capta votos. Su furia se dirige a Wall Street, Hollywood, Washington, The New York Times y las grandes corporaciones. Y sienten un rechazo patológico por todo lo que representan las élites universitarias que apoyan mayoritariamente al Partido Demócrata y que encarnaba Hillary Clinton.

Trump les habla con su propio lenguaje, de forma directa -Twitter le ahorra tener que usar a la odiada prensa como intermediaria- y diciéndoles lo que quieren oír: que todos sus males son culpa de la globalización, de China, de la inmigración, de los políticos que dormitan en el Capitolio, del despilfarro de organismos internacionales como la ONU o la OTAN, y que él ha llegado a la Casa Blanca para librarles de esas rémoras y «hacer América grande otra vez». 

las encuestas

Adhesión total de los republicanos. Los sondeos ya fracasaron estrepitosamente en el 2016. Guiada por la demoscopia, Clinton incluso dejó de hacer campaña en algunos estados que daba por ganados y que luego vio cómo caían del lado de Trump.

Los pronósticos vuelven a dar por ganador al candidato demócrata, Joe Biden, pero una lectura minuciosa de las cifras revela la adhesión total del votante republicano a su presidente. Una reciente encuesta de NBC y The Wall Street Journal recogida por The Hill apuntaba en este sentido: a pesar de que Donald Trump solo obtiene el respaldo de un 46 % de la población general, y de que apenas un 36 % de los autoproclamados moderados aprueban su gestión, este apoyo se eleva hasta un 89 % de los votantes que se confiesan republicanos. A ellos dedica esos discursos plagados de conceptos como Dios, patria y familia. Y los cautiva con la idea de un país rearmado en su poderío económico y militar frente a las amenazas extranjeras. 

Una estrategia clara

Apuesta por cuatro estados clave. Con esos números en el bolsillo, el candidato a la reelección tiene claro que va a mantener la estrategia con la que ya ganó, con todos los grandes medios y las encuestas en contra, en el 2016.

Consciente de que la costa oeste y el nordeste del país votan siempre demócrata y de que el Partido Republicano tiene garantizada la victoria en el cinturón conservador del sur y el medio oeste, su objetivo es captar a las clases trabajadoras de cuatro territorios en los que se puede resolver el pulso electoral: Arizona, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin. Trump los llama «los olvidados» y empleará todo el repertorio del populismo para transformar ese odio al sistema en millones de papeletas.