Un estudio en varios campamentos de verano catalanes revela que los menores se contagian menos que los adultos

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Estudio de la incidencia en el campamento
Estudio de la incidencia en el campamento

Su tasa de transmisión se revela seis veces más baja que la de la población general. Los grupos burbuja demuestran ser eficaces para contener la propagación del virus, facilitar la trazabilidad de los contactos y permitir la cuarentena selectiva

26 ago 2020 . Actualizado a las 19:10 h.

El entorno de un campamento de verano es similar al de una escuela, por lo que mirando lo que sucede en estas colonias uno puede hacerse una idea aproximada de cómo será la vuelta a la aulas en un mundo con covid. Un estudio elaborado por el Hospital Sant Joan de Déu en varias de estas actividades infantiles del área de Barcelona ha revelado una menor tasa de contagio en los menores que la que presenta la población general. El trabajo ha puesto de manifiesto, además, cómo de importante es el lavado de manos en las actividades para reducir los contagios y lo eficaz que resultan los grupos burbuja.

Según los resultados preliminares, los niños participantes transmitieron el coronavirus a otros menores y adultos con un número básico de reproducción local (R0) del 0,3, unas seis veces inferior al de la población general en esa área geográfica, que en ese momento se situaba entre el 1,7 y 2. Durante cinco semanas, el estudio observó a 1.905 personas, entre niños y monitores, de un total de 22 campamentos de Cataluña en los que se detectaron 39 casos -30 niños y 9 monitores-. Los 30 casos pediátricos estuvieron en contacto con 253 personas, de las que 12 contrajeron la infección, lo que supone un 4,7 %, explica la coordinadora del estudio, Yolanda Jordán, y el jefe de Pediatría del hospital, Juanjo García. La mayor parte (22) no transmitieron ninguna infección en los campamentos, cinco lo hicieron a un contacto, dos a dos contactos y uno a tres personas.

El trabajo evidencia que existe una alta correlación entre la incidencia de la infección en la población general y los casos detectados en los campamentos de la misma zonas, lo que demuestra que los participantes en las actividades de verano no han sido grandes transmisores de la enfermedad y que el cribado en áreas de alta incidencia puede ser muy efectivo. García detalló que, semanalmente, se tomaban muestras mediante una PCR de saliva en el que ha sido un estudio «singular y único en el mundo», en el que han participado una sesentena de profesionales de campo, además de expertos nacionales e internacionales. Esta prueba en saliva ha demostrado ser fiable y mejor aceptada que las nasofaríngeas, hecho especialmente relevante para las personas a las que se les debe repetir a menudo la prueba y especialmente para los niños.

Jordán apuntó que el trabajo permite averiguar que los menores de 12 años tienen la misma capacidad de transmisión que aquellos con edades comprendidas entre los 13 y 17 años, y la eficacia de los grupos de convivencia estable, que ayudan a la trazabilidad de los casos y realizar cuarentenas selectivas.

La coordinadora del estudio enfatizó también que en aquellos campamentos en los que el lavado de manos era de más de cinco veces al día la tasa de transmisión era más baja que la de aquellos que lo hacían con menor frecuencia, lo que puede derivar en ser una «buena medida» para las escuelas. Tanto García como Jordán consideran que los datos que desprende este análisis pueden ayudar en la vuelta a las aulas, aunque las condiciones y volumen de niños sea diferente, ya que aporta «pistas» para reabrir las escuelas de una forma segura.