Trump agita el fantasma del amaño para desprestigiar el voto por correo

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Donald Trump, en el Air Force One, de regreso a la Casa Blanca tras ofrecer un mitin en New Hampshire
Donald Trump, en el Air Force One, de regreso a la Casa Blanca tras ofrecer un mitin en New Hampshire CARLOS BARRIA

El sistema fracasó en las primarias, con más de 500.000 papeletas fuera de plazo

29 ago 2020 . Actualizado a las 18:22 h.

Donald Trump es consciente de que un campo embarrado favorece al que juega sucio. Por eso no ha dudado en arrojar la sombra de la sospecha sobre el Servicio Postal de Estados Unidos y su papel en la gestión del voto por correo en las elecciones presidenciales de noviembre. En la convención republicana que se celebró esta semana entre la Casa Blanca y Charlotte (Carolina del Norte), volvió a arremeter contra esta modalidad de voto, que en su opinión va a ser manipulada por los demócratas para cometer «la mayor estafa de la historia».

Trump ha situado así al Servicio Postal en el centro de la polémica política. Su actual director, Louis DeJoy, es un antiguo donante de la campaña republicana que ha sumido al departamento en una durísima agenda de recortes que en los últimos meses han hecho desplomarse todas los indicadores que miden la calidad del reparto. DeJoy insiste en que el servicio dará «toda la prioridad» a las elecciones, pero The Washington Post publicaba esta semana una información en la que detallaba que, durante las primarias que los dos grandes partidos han celebrado en los últimos meses en más de veinte estados, más de 534.000 papeletas no llegaron a tiempo a su destino y no pudieron ser contabilizadas.

La cifra, que podría parecer irrelevante en un país de las dimensiones de Estados Unidos, no lo es tanto. Si los comicios de noviembre se vuelven a decidir por un estrecho margen de papeletas como ya sucedió en el 2016, el peso del voto por correo podría resultar decisivo. Hace cuatro años, bastaron unos 80.000 sufragios a favor de Trump para que este se alzase con la victoria en tres estados cruciales: Míchigan, Pensilvania y Wisconsin, que inclinaron la balanza a su favor.

«Elecciones fraudulentas»

En ese escenario, Donald Trump ha decidido lanzar un ataque preventivo y califica la cita de noviembre de forma anticipada como «las elecciones más fraudulentas de la historia». También se pregunta «a quién van a llegar» los 50 millones de papeletas que va a remitir el Servicio Postal y qué sentido tiene enviarlas a gente que en un principio no desea acudir a las urnas, tratando así, sin mayores tapujos, de desmovilizar a los votantes. Al Partido Republicano le interesa una participación lo más baja posible para que la fidelidad de sus afines —en general menos contestatarios con sus líderes que los demócratas— decanten la partida a favor del actual presidente.

A pesar de las críticas al Servicio Postal, los republicanos se niegan a incrementar el presupuesto del departamento. La Cámara de Representantes aprobó hace ahora una semana, con el apoyo de los demócratas, una partida de 21.000 millones de euros para reforzar el reparto de cara a las elecciones de noviembre. Los republicanos rechazaron la propuesta y se prevé que cuando el proyecto llegue al Senado, donde los de Trump ostentan una cómoda mayoría, se bloquee esta inyección de fondos.

En los comicios del 2016, se invalidaron, según The Washington Post, unas 319.000 papeletas enviadas por correo. Representaban aproximadamente un 1 % de los 33 millones de sufragios emitidos por esta vía.

Para el próximo 3 de noviembre, 195 millones de ciudadanos (alrededor de un 80 % del censo) están facultados para tramitar su voto por correo. Y se prevé que la pandemia anime a muchos americanos a optar por esta forma de sufragio para evitar los riesgos de acudir a las urnas en el país del mundo más golpeado por el coronavirus.