Torra fulmina a los consejeros díscolos con Puigdemont y borra al PDECat del Ejecutivo

Mercedes Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

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El nuevo consejero de Empresa, Ramón Tremosa, saluda al presidente Quim Torra en presencia del vicepresidente Pere Aragonès
El nuevo consejero de Empresa, Ramón Tremosa, saluda al presidente Quim Torra en presencia del vicepresidente Pere Aragonès

ERC sale ilesa de la crisis de gobierno que aleja la convocatoria de elecciones

04 sep 2020 . Actualizado a las 09:04 h.

El expresidente catalán huido a Waterloo, Carles Puigdemont, ha vuelto a mover ficha para castigar a quienes no le siguen a pie juntillas. Y lo ha hecho provocando una crisis de gobierno en la Generalitat a través de Quim Torra.

El golpe de efecto en la recta final del mandato de este ha consistido en apartar a las voces disonantes de su discurso antes de que el día 17 el Tribunal Supremo ratifique con casi toda probabilidad la condena de inhabilitación dictada por el alto tribunal catalán por desobediencia a la Junta Electoral Central.

En concreto, Torra ha apartado de su Gobierno a la díscola Àngels Chacón (Empresa) por resistirse a dejar el PDECat y sumarse a Junts; al cuestionado Miquel Buch (Interior); y a Mariàngela Vilallonga (Cultura). Así, el PDECat desaparece del Gobierno tras su fractura que dio origen a Junts, ERC sale ilesa y la posibilidad de elecciones se aleja. 

Los tres purgados

La «purga» de Chacón, como la calificó el portavoz del PDECat, Marc Solsona, estaba cantada después de la ruptura con JxCat, pues era la única consejera que permanecía en el partido de Artur Mas. Buch, por su parte, sí se sumó a la formación de Puigdemont, pero hace tiempo que Torra tenía ganas de deshacerse de él, sobre todo tras la gestión de la policía catalana en los disturbios de hace un año con motivo de la sentencia del Supremo contra los líderes del procés. Buena parte del independentismo pidió su cabeza por la actuación de los Mossos frente a los manifestantes. Sus diferencias con Torra vienen de lejos.

Y, por último, Vilallonga, defensora de la «raza catalana», ha estado en el ojo del huracán por sus críticas a TV3 por lo que consideraba un uso excesivo del castellano en sus programas. Y a su hijo, el historiador Borja Vilallonga, Torra también se la tenía guardada desde la disputa pública en la que le echó en cara el haber renunciado a la unilateralidad y al «mandato» del 1-O. Fue profesora de Puigdemont y fue este quien años después le concedió la Creu de Sant Jordi. Nunca militó en ningún partido.

Los sustitutos de los purgados son: el abogado Miquel Samper (Interior), la profesora Àngels Ponsa (Cultura) y el economista Ramón Tremosa (Empresa). El primero fue adjunto a la presidencia del Consejo General de la Abogacía Española del 2010 al 2014 y quien denunció a un guardia civil por sus declaraciones en el juicio por el 1-O en las que lo acusó de «animar» a la protesta «nada pacífica» contra compañeros que realizaban un registro en septiembre del 2017. Ponsa es, por su parte, una conocida convergente de pata negra afincada en Sant Cugat, y Tremosa es un economista famoso por sus bulos y la divulgación de noticias falsas como el uso de una imagen de manifestaciones en Chile para denunciar violencia por parte de la policía española. 

ERC se frota las manos

La principal consecuencia de esta crisis de gobierno con la que ha sorprendido Torra es que se aleja el escenario electoral en Cataluña.. Torra podría ser inhabilitado en cuestión de días, pero apuesta por que su Ejecutivo continúe como si nada sucediera. El lunes pasado, llamó a los grupos parlamentarios independentistas a no investir a ningún presidente como sustituto, si es condenado. Es otra partida del mismo juego de resistencia al que asistimos con la huida de Puigdemont. Pero si el Parlamento catalán no elige a un nuevo presidente de la Generalitat, el cargo recaería en el vicepresidente, Pere Aragonès, de ERC, hasta las nuevas elecciones, que dependiendo de la formalización de la inhabilitación, podrían celebrarse a principios del 2021.

La otra gran consecuencia del cisma en los posconvergentes es que el Ejecutivo catalán apoyado por 34 diputados de Junts y 32 de ERC se aleja cada vez más de la mayoría (68 escaños), y deja a un ERC atónito y frotándose las manos, pues la ruptura no es con él como socio de gobierno sino interna en Junts.