La búsqueda de vida en el sistema solar se concentra en seis mundos

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

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Los científicos siguen considerando el agua como principal biomarcador

20 sep 2020 . Actualizado a las 23:32 h.

La reciente detección de fosfina en la atmósfera de Venus, un gas que en la Tierra liberan los seres vivos, ha colocado al vecino planeta en la lista de candidatos del sistema solar donde la vida puede, o al menos pudo, abrirse paso. Se suma a otros bioindicadores como el metano y el oxígeno. Aunque el más importante sigue siendo el agua. La NASA ya apadrinó en su día el lema «follow the water» que significa «sigue el agua». En este sentido Marte y el propio Venus son buenos aspirantes. No por su presente, sino por el pasado. «Están dentro de la zona habitable, junto a la Tierra, y antaño tuvieran océanos de agua líquida en la superficie. Venus pudo contenerlos cuando el Sol era un 30 % más débil», explica Ignasi Rivas, investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Espacio.

En el caso del planeta rojo, la comunidad científica se decanta más por huellas de una vida pasada, aunque no descartan nada. «En verano, en algunos cráteres profundos, la temperatura supera el punto de fusión del agua. Puede estar en estado líquido durante unas horas y favorecer que se reactiven los seres vivos», sostiene Rivas. Otro planeta, en este caso enano, que dio la sorpresa hace pocos años fue Plutón. «En el 2015, la sonda New Horizons observó una superficie muy activa y rica en agua. No parece el lugar más óptimo, pero pueden haber algunas regiones habitables», apunta.

Aunque los mejores candidatos no son planetas, sino lunas. Especialmente dos: Encélado, uno de los satélites de Saturno, y Europa, una luna de Júpiter, donde se sabe que sí hay agua líquida. «No está en la superficie, pero tenemos pruebas indirectas de que hay océanos por debajo de la capa helada. Encélado libera unos chorros que alcanzan unos mil kilómetros y que contienen hidrógeno y otros compuestos químicos que en nuestro planeta se asocian con la vida. En Europa no se han visto este tipo de fenómenos, pero se compararon las imágenes que tomaron las sondas Voyager y Galileo y el patrón de la superficie había cambiado. Su gravedad también permite intuir cuál es la distribución de su masa interna y encaja con una capa de agua líquida», explica.

Un mundo que sorprende que aparezca en la lista es Titán, otro satélite de Saturno. Es el único lugar conocido donde llueve, además de en la Tierra. Eso sí, metano líquido. «Se trata de un lugar muy hostil, pero creemos que su atmósfera es muy parecida a la que tenía nuestro planeta en sus inicios», reconoce.

Todos los lugares mencionados son inhóspitos. Pero la lección que ofrece la vida, cuya aparición en nuestro planeta sigue siendo una incógnita, es que puede aparecer en el lugar más adverso. «Tenemos organismos extremófilos que no solo resisten en condiciones extremas, sino que disfrutan viviendo en ellas. Los tardígrados, por ejemplo, soportan todo. Han sobrevivido incluso en un experimento que se realizó en el espacio», subraya Ignasi.

Hace 500 años, el ser humano debatía sobre la forma de la Tierra y daba por hecho que era el centro del universo. Hace solo un siglo se pensaba que no había más espacio que la Vía Láctea. Hoy se ha superado el geocentrismo, el heliocentrismo, y se sabe que hay miles de millones de galaxias. Si algo ha hecho el conocimiento es hacernos siempre un poco más pequeños. El debate ahora se concentra en si existe la vida fuera de la Tierra. No hay respuesta ni se espera, al menos a medio plazo. «Yo creo que antes de que se consuma la mitad de siglo podemos tener alguna pista importante. Está claro que en esta cuestión hay un antropocentrismo que nos ha acompañado siempre. En su día llegamos a pensar incluso que el mundo en realidad solo era Europa. Lo que está en juego es una descubrimiento realmente transformador, que trasciende al ámbito de la ciencia y se aproxima al campo de la filosofía. Esa sensación de exclusividad, que esconde una cierta soberbia, pensando que somos únicos y especiales, puede cambiar en un futuro a corto o medio plazo encontrando sitios habitados, ya sea en nuestro sistema solar o fuera. Creo que esta cura de humildad sería necesaria para nuestra especie», concluye Rivas.