Mike Pence y Kamala Harris evitan los ataques directos en un debate decisivo y marcado por la pandemia

  Esperanza Balaguer CORRESPONSAL

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La senadora demócrata califica la gestión de la crisis como «el mayor fracaso de cualquier administración de la historia» del país

08 oct 2020 . Actualizado a las 14:16 h.

Dos universos remotos colisionaron anoche en el debate electoral de vicepresidentes, que la prensa estadounidense calificó como el más importante de la historia. A la derecha de la pantalla, Mike Pence, vicepresidente de Donald Trump, originario de Indiana, cristiano, conservador y republicano, según su propia definición. A la izquierda, Kamala Harris, senadora demócrata, ex fiscal general de California y la primera mujer de color aspirante a la vicepresidencia de Estados Unidos. El medio oeste rural enfrentado a la máxima representante de la costa oeste liberal. Lo que se vio en la Universidad de Utah (Salt Lake City) fue la foto fija del futuro que se juega el país en las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre. El cara a cara se celebró bajo las más estrictas medidas sanitarias, después de la ola de positivos por Covid-19 que recorre la Casa Blanca, con el presidente como supuesto súper contagiador y los test negativos de Pence, quien se ha negado a hacer cuarentena preventiva, a pesar de haber estado cerca de Trump.

Situados a casi cuatro metros de distancia el uno del otro, separados por dos mamparas de plexiglás entre ellos y otra de la moderadora, la periodista de USA Today Susan Page, los aspirantes protagonizaron un encuentro donde ambos se replegaron en una estrategia de defensa y evitaron el ataque directo como hicieron Trump y Biden en su primer debate. Sí tuvo un arranque fuerte Harris al atacar a la Casa Blanca por su gestión de la pandemia.

«El pueblo estadounidense ha sido testigo del mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia de nuestro país». Sentenció nada más comenzar el debate para pasar de inmediato a utilizar la sonrisa y los mensajes directos al público mirando fijamente a la cámara. Las encuestas favorecen a los demócratas con varios puntos de diferencia, así que Harris evitó cualquier paso en falso. Pence, por su parte, salió a dar seguridad al electorado republicano para demostrar que hay alguien sensato al mando con el tono de locutor de radio que adquirió a finales de los años 80 cuando presentó un programa en Indiana.

Los únicos momentos de tensión se produjeron cuando el republicano interrumpió en varias ocasiones a su contrincante. Ella insistió en pedirle que la dejara continuar. Pero a pesar de saltarse las normas del debate, Pence consiguió al final llevar los temas a su terreno.

Con sus formas compasivas, sorteó las preguntas incómodas sobre una pandemia que ya se ha cobrado 210.000 vidas en EE.UU. y de cuya gestión está al mando. «Senadora, deje de hacer política con las vidas de la gente», le dijo a Harris, quien le acusó de incompetencia en el manejo de la pandemia. Para después prometer que la vacuna estará lista antes de fin de año. Así esquivó también las respuestas sobre el evento de nominación de la jueza Amy Coney Barret al Tribunal Supremo en el Rose Garden de la Casa Blanca donde se contagiaron una decena de asistentes. Y la polémica por el relevo de la juez progresista recién fallecida Ruth Bader Ginsburg a menos de un mes de las elecciones. Esto lo hizo acusando al Partido Demócrata de querer aumentar el número de magistrados si ganan el Senado para bloquear la mayoría conservadora de la Corte.

 El cambio climático fue otro de los terrenos donde Pence acorraló a Harris, al echarle en cara su apoyo al Green New Deal, impulsado por el ala más a la izquierda del partido y acusar a los demócratas de querer abolir los combustibles fósiles y acabar con el fracking. Dos medidas que no formar parte del programa demócrata. En economía, Harris cogió un poco de impulso al anunciar que de ganar la presidencia, Biden, revocará el primer día en la Casa Blanca la reforma fiscal impulsada por Trump en 2018, al considerar que benefició a las grandes corporaciones.

El debate transcurrió sin grandes momentos. Con la única aparición de una mosca que se posó en el pelo blanco del vicepresidente durante unos dos minutos y que se convirtió en la anécdota de la noche.

Los dos aspirantes a la vicepresidencia se encuentran ante la posibilidad histórica de asumir la presidencia dada la avanzada edad de Trump, 74 años, y Biden, 77 años. A esto se suma la enfermedad de covid-19 del presidente y la intención del demócrata de no presentarse a un segundo mandato. Gane quien gane. Uno de los dos se convertirá en el presidente más anciano de la historia de EE.UU. 

El debate sirvió para poner ante los ojos de los estadounidenses a un Pence dispuesto a presentarse a las elecciones de 2024 y a una Harris que representa el futuro del Partido Demócrata. La cuestión más importante que quedó sin contestar anoche porque ninguno quiso responder es qué pasará si el próximo presidente no resiste los cuatro años de mandato.