Manuel García Castellón: el juez discreto al que odian en las redes sociales

Melchor Saiz-Pardo COLPISA | MADRID

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El juez Manuel García Castellón, en una imagen de archivo.
El juez Manuel García Castellón, en una imagen de archivo.

El magistrado que ha señalado a Pablo Iglesias e imputado al exministro Fernández Díaz regresó a la Audiencia Nacional cuando estaba a punto de cumplir 65 años

11 oct 2020 . Actualizado a las 18:33 h.

En la primavera del 2017, Manuel García Castellón y García Lomas (Valladolid, 1952), conocido en el mundillo como Manolo García Castellón, estaba a punto de cumplir 65 años. Cualquier otro magistrado, estaría preparando esos días su fiesta de jubilación o, cuanto menos, el paso al destino más tranquilo posible para poner la guinda a su carrera. Por eso, al principio, nadie se creyó lo que entonces parecía solo un rumor: el veteranísimo García Castellón quería meterse de nuevo en el 'jardín' de la Audiencia Nacional tras 17 años de 'exilio dorado' como magistrado de enlace en París y en Roma, probablemente dos de los puestos más atractivos de la carrera judicial, con estatus diplomático y emolumentos considerables.

Quizás por lo incomprensible de la decisión de que un casi jubilado quisiera volver a un juzgado, el Central 6 de Instrucción, que por entonces —también ahora— estaba saturado de trabajo, se dispararon las maledicencias y las suspicacias. ¿Por qué un miembro de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura de la que llegó a ser tesorero tenía tanto interés en recuperar su plaza aún perdiendo los privilegios de su vida en el extranjero? ¿Por qué el juez al que Ángel Acebes o Alberto Ruiz-Gallardón nombraron para sendos puestazos en París y Roma quería regresar a un despacho atestado de papeles tras 17 años sin instruir? ¿Cómo era posible que todo un magistrado merecedor de la medalla de Caballero de la Legión de Honor francesa deseara volver a los tribunales de la calle Génova a interrogar y mandar a la cárcel a propagandistas del Daesh o a narcotraficantes del Estrecho?

A falta de la versión del interesado, que siempre ha hecho gala de ser un magistrado «discreto» en las antípodas de los jueces estrella de la Audiencia con los que convivió durante años y todavía convive, sus enemigos han hecho valer la tesis de que regresó para echar una mano al PP en los tribunales. Ni que decir tiene que esa hipótesis, así como los supuestos hechos (o quizás solo coincidencias) que la prueban, se ha extendido como la pólvora durante los últimos meses en Internet y en las redes sociales, coincidiendo primero con la decisión del magistrado de quitar la condición de perjudicado a Pablo Iglesias en el caso Dina y luego tras su resolución del miércoles pidiendo al Supremo que investigara al vicepresidente segundo.

Las versiones sobre su cercanía al PP --que esta semana han desembocado directamente en insultos, coacciones y amenazas de muerte que han acabado en la Fiscalía-- se basan sobre todo en la circunstancia de que García Castellón se empeñó en volver cuando en su juzgado habían estallado dos casos que apuntaban a hacer tanto daño a los populares como en su momento el sumario de Gürtel.

¿Más suave que Velasco?

Lo cierto es que en Púnica no ha habido grandes noticias desde el retorno de García Castellón, aunque explican en fuentes judiciales y policiales que es lógico que una investigación tan compleja no se mueva a la velocidad con la que arrancó, cuando el juez interino del juzgado, Eloy Velasco, inició la instrucción. En Lezo sus mayores movimientos fueron archivar en mayo del 2019 la investigación sobre Gallardón y sus consejeros por la compra de una empresa colombiana ruinosa por parte del Canal de Isabel II y la puesta en libertad bajo fianza de Ignacio González, que sirvió en bandeja de oro más munición a los que veían intenciones oscuras en su regreso. Las grabaciones policiales al exjefe de Gobierno autonómico revelaron que maniobraba para que volviera García Castellón y esquivar así al combativo Velasco.

Esta parte es la más conocida, y sobre todo aireada, de la vida profesional del magistrado que ha pedido al Supremo que investigue a Pablo Iglesias y que acusa al líder de Podemos de haberse inventado una conspiración para presentarse como víctima de las «cloacas» del Estado. Estos son los hechos que en círculos cercanos a la formación morada recuerdan para insinuar que el magistrado podría estar participando de una operación de esas manidas cloacas para derrocar al Gobierno de coalición.

Lo que no se recuerda tanto entre los tuiteros que estos días claman contra García Castellón por señalar a Iglesias es que se trata del mismo juez que lleva denegando durante casi tres años la libertad a José Villarejo, el supuesto cabecilla de esas «cloacas». Que este mismo magistrado, como instructor del macrosumario Tándem sobre las andanzas del excomisario, ha empurado a toda la «policía patriótica» que hacía informes falsos contra el propio líder de Podemos y ha impulsado con fuerza las pesquisas de la denominada operación Kitchen, la pieza separada sobre el espionaje a Luis Bárcenas que más daño está haciendo en los últimos meses al PP.

Es más, que es este el juez que ha imputado a Jorge Fernández, el exministro del Interior de Mariano Rajoy, y que se está pensando si se lleva también por delante a la ex secretaria general del partido María Dolores de Cospedal. O, incluso, si apunta todavía más arriba.

Condecorado por Zapatero 

Este supuesto «infiltrado» de la derecha en la judicatura, como le llaman sus detractores, no tuvo, sin embargo, ningún problema en abrir una investigación en España en 1997 contra Augusto Pinochet por crímenes de lesa humanidad que acabó con la detención en Londres del dictador un año después y en un proceso en el que, ya en manos de Baltasar Garzón, se anduvo cerca de conseguir la extradición del general chileno.

Los que acusan a García Castellón de ser un juez parcial al servicio de los sectores más conservadores del país también hacen por obviar que fue también el magistrado que en los noventa ordenó encarcelar a Mario Conde o el mismo que desmontó el emporio de Jesús Gil.

El juez al que el Gobierno de Rodríguez Zapatero galardonó con la Encomienda de Isabel la Católica por su trayectoria fue uno de los magistrados que con más ahínco --pero mucho más alejado de los focos que otros compañeros-- persiguió a ETA desde su llegada a la Audiencia Nacional en 1995 hasta que en el 2000 se marchó a París, donde siguió luchando contra los terroristas a base de llevar a las cotas más altas la colaboración judicial hispano-gala.

El juez que instruyó el asesinato de Miguel Ángel Blanco o el atentado contra José María Aznar cumplirá 68 años el próximo viernes. Muy probablemente no logre acabar de instruir el macrosumario de Villarejo, pero aseguran quienes lo conocen de verdad que mientras tanto seguirá tirando del hilo «caiga quien caiga», ya sea una pieza separada que se llame Dina y aparezca el apellido Iglesias, ya sea un caso denominado Carol en el que figure el apellido Borbón.