Melania se incorpora a la campaña para impulsar la remontada de Trump

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

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Melania Trump, este miércoles, durante un acto de apoyo a la campaña de reelección de su marido
Melania Trump, este miércoles, durante un acto de apoyo a la campaña de reelección de su marido DPA vía Europa Press

Biden lidera con 25 puntos de ventaja los sondeos sobre el voto femenino

29 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Melania Trump se sumó por fin a la campaña por la reelección de su marido, tras su superar el covid-19, que le obligó a cancelar un viaje anterior por las secuelas de la enfermedad. La primera dama apareció el martes en su primer mitin en solitario en Pensilvania vestida con una chaqueta de estilo militar. Una moda que introdujo en Estados Unidos el propio Fidel Castro en su primera visita a Nueva York en enero de 1959 y que fue acogida de inmediato por la izquierda neoyorquina en lo que fue el inicio de lo que más tarde se conocería como estilo radical chic.

«El conocimiento de la historia y sus ironías no son un sello distintivo de la Administración Trump», bromea por teléfono el historiador y periodista Tony Perrottet, autor del libro ¡Cuba libre!, recién traducido al español por la editorial Harper Collins, donde cuenta cómo el líder cubano cautivó a los estadounidenses al inicio de la revolución. «No creo que sea consciente de ello», añade. Las tensiones de la Guerra Fría convirtieron más tarde al comunismo y a Fidel en el enemigo público número uno de Estados Unidos.

El estilismo elegido por Melania era acorde con el mensaje. La esposa de Trump, muy poco dada a inmiscuirse en asuntos políticos, denunció lo que calificó como «agenda socialista» del candidato demócrata, Joe Biden, para despertar el tradicional rechazo estadounidense al término, herencia del conflicto que marcó el siglo XX. «Solo servirá para destruir Estados Unidos», declaró la primera dama en defensa de la reelección de su marido.

Un punto de inflexión

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca supuso un punto de inflexión en la aceptación del término socialista en EE.UU. Su primer promotor, el excandidato a la presidencia y senador por Vermont, Bernie Sanders, abrió la estela seguida por la también exaspirante a la Casa Blanca Elizabeth Warren y la estrella de la política estadounidense, la congresista Alexandria Ocasio Cortez.

La irrupción de la pandemia ha hecho el resto. Sobre todo entre las mujeres blancas de los suburbios, que apoyaron al presidente en el 2016, pero que ahora le están abandonando al verse desbordadas por el cuidado de los hijos y la dificultad del acceso a la sanidad pública.

Por eso, la primera dama adoptó un tono empático al hablar del virus, llamándose a sí misma una «madre y esposa preocupada» para defender la gestión de su marido de esta crisis, que avanza sin control en el país, con más de 227.000 fallecidos. Lo hizo el mismo día que las autoridades de Pensilvania anunciaban una cifra récord de 2.751 positivos y el doble de hospitalizaciones desde octubre. El mismo estado donde Trump suplicó a las mujeres que le votaran con la frase que ya se ha convertido en un clásico de la campaña: «Mujeres de los suburbios, ¿podría gustaros?» .

El presidente tiene razones para estar preocupado por las mujeres en Pensilvania y otros estados indecisos. Las encuestas sobre este segmento de población muestran a Biden 25 puntos por delante frente a los 14 que le sacaba Hillary Clinton a Trump en el 2016. Si este margen se mantiene el día de las elecciones, sería la mayor brecha de género para un candidato demócrata en la historia.

Ola azul en el 2018

No será una sorpresa. Las mujeres blancas impulsaron la ola azul que llevó a los demócratas a ganar la mayoría ene la Cámara de Representantes en las elecciones de medio término del 2018. Fue una reprimenda simbólica a Trump, cuyos efectos se han intensificado con la pandemia. Hartas del lenguaje misógino del presidente, ya no atienden a sus súplicas ni a las palabras de una aspirante a modelo.

Varios ex altos cargos republicanos tildan al magnate de «amenaza para el Estado de derecho»

El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, recibió el apoyo público de una veintena de antiguos funcionarios que trabajaron para las administraciones republicanas, como que el fuera director del FBI y de la CIA durante el Gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), William Webster, al considerar que el presidente Trump, es una «amenaza para el Estado de derecho».

Junto a otra veintena de antiguos fiscales y personalidades del Partido Republicano, como William Weld, gobernador de Massachusetts entre 1991 y 1997 y rival de Trump en las testimoniales primarias de este año, Webster ha suscrito un documento en el que se considera a Biden el candidato que puede «liderar» una «justicia imparcial» que aborde los actuales problemas sociales del país.

«Le damos nuestro más fuerte respaldo, y por la presente anunciamos que cada uno de nosotros votaremos por Joe Biden y Kamala Harris para servir como los próximos presidente y vicepresidenta de EE.UU.», concluye el escrito recogido por varios medios estadounidenses.

El texto, además de mostrar su apoyo a la candidatura demócrata, también lanza varias críticas sobre el presidente Trump, que, dicen los firmantes, ha socavado las leyes de Estados Unidos, al esperar que los fiscales y abogados del Departamento de Justicia «respondieran a sus intereses personales y políticos». La misiva fue suscrita por otros prominentes funcionarios de pasadas administraciones republicanas.

Hackean la web de campaña de Trump y escriben: «Los ciudadanos no tienen elección»

La página web de la campaña de Donald Trump sufrió este miércoles un ataque cibernético que busca reducir la participación en los comicios a menos de una semana de la cita electoral. Según denunció la campaña, en la web aparecía un mensaje que aseguraba que «los ciudadanos no tienen elección», una idea «que busca desmotivar» y provocar un descenso de la participación electoral.

Los hackers aseguraron que habían «comprometido» las plataformas de la campaña y robado «información estrictamente clasificada», pero no dieron pruebas de ello. El mensaje pedía a la población que pagasen con criptomonedas para difundir o no la información supuestamente sustraída.