«Ahora ni siquiera puedes ir a cenar en Acción de Gracias sin pelearte con tu gente»

héctor estepa WILKES-BARRE / E. LA VOZ

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Keith y Tina Brodoloc, votantes republicanos del condado de Luzerne
Keith y Tina Brodoloc, votantes republicanos del condado de Luzerne HECTOR ESTEPA

La población estadounidense afronta profundamente dividida la cita electoral

03 nov 2020 . Actualizado a las 09:24 h.

Comercios blindados tras pantallas de madera y persianas de acero por miedo a disturbios en la noche electoral. Familias divididas. Discursos agresivos. Estados Unidos es hoy un país profundamente polarizado, y la tendencia es más acusada todavía en los estados donde no existe un partido dominante.

«Mientras yo crecía, no se hablaba tanto de política. El país no era tan frágil y abrasivo como es ahora para mucha gente», asegura a La Voz George Sancabage, vecino demócrata de Luzerne, un condado de la dividida Pensilvania que se tiñó de rojo republicano en las elecciones del 2016. «Ahora ni siquiera puedes ir a una cena de Acción de Gracias con tu gente. Mi otra parte de la familia, por parte de hermano, son republicanos, y tuvimos muchas discusiones en la comida del año pasado», lamenta este comerciante jubilado.

«Cuando hablo a otra gente cara a cara, trato de evitar la política. No quiero meterme en peleas con nadie. No quiero saber a quién vota nadie», asegura, por su parte, Rob Smith, un operario de máquinas de calefacción residente en la misma zona, que votará a Donald Trump.

Muchos, como Sancabage y Smith, han apostado por el aislamiento, ante el aumento de la tensión política, además de fenómenos como el hiperpartidismo y el tribalismo que están debilitando los vínculos sociales en Estados Unidos.

Esa división es palpable en sondeos y estudios. El 87 % de los estadounidenses creen que la polarización amenaza su estilo de vida, según un sondeo de PewResearch elaborado el pasado año. El 60 % consideran que tanto republicanos como demócratas se han ido a los extremos y al 25 % no les gustaría que un familiar se casase con alguien del partido opuesto.

Joe Caton, votante demócrata
Joe Caton, votante demócrata HECTOR ESTEPA

Escupitajos y cruces rojas

«El país está completamente dividido. Yo hago campaña por Joe Biden en mi coche. He puesto alrededor de 400 carteles este año. Y, mientras camino por la calle, me escupen. Cierran las ventanas y me cantan cosas sobre Donald Trump. Tachan mis carteles con cruces rojas. He tenido que llamar a la policía desde mi casa, porque me pusieron diez carteles de Trump en el patio», asegura Joe Caton, un votante del Partido Demócrata del condado de Luzerne. «Eso nunca había pasado aquí, en EE.UU.», relata, y acusa al presidente de espolear la división. «Si Trump es reelegido, el caos va a ser total. Incluso puedo ver una guerra civil. Puedo ver que ‘Black Lives Matter’ y las protestas raciales no van a detenerse, y ahora además tenemos estas milicias, que están siendo espoleadas por el liderazgo del país», comenta.

Caton no es el único que habla de un posible conflicto interno. La guerra civil está cada vez más incorporada al discurso de los ciudadanos de algunos lugares del país, e incluso de los analistas, por impensable que parezca. «Si Biden gana habrá una guerra civil», augura también, por su parte, Keith Brodoloc, un votante republicano del mismo condado.

«El país ya está dividido por la Administración de Barack Obama. La gente está cansada ya de ser expulsada, y de la inmigración. De que los ilegales vengan al país. Y la gente está dividida de tal manera que van a tener que levantarse y retomar el país», argumenta Brodoloc. «Yo espero que no pase, pero si tiene que ocurrir, y tenemos que hacer que América vuelva a ser lo que fue, que así sea», añade el votante republicano.

El tono del discurso se ha elevado de forma considerable. El 42 % de los ciudadanos de ambos partidos consideran a la oposición política no solo equivocada, sino maligna, según un estudio titulado Partisanismo letal masivo y recogido por el diario The New York Times.

Es un indicador de tensión. Andrew Hanauer, analista del periódico USA Today, escribía ayer que el discurso ha cambiado desde el «no estoy de acuerdo contigo» al «no me gustas» y considera que ahora la situación está evolucionando al «hay que pararte los pies».

«La toxicidad se alimenta de sí misma. Las acciones del lado contrario alimentan nuestra creencia de que las malas acciones de nuestro lado están justificadas como respuesta. Nuestro escándalo político es una anomalía o incluso una conspiración del otro lado, y su escándalo político es prueba de su malicia», expone el analista, describiendo a los Estados Unidos que hoy acuden a las urnas.