Cs no apoyará los Presupuestos si el castellano deja de ser lengua vehicular

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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E. PARRA

El Gobierno tiene mayoría para rechazar este jueves las enmiendas a la totalidad

11 nov 2020 . Actualizado a las 08:42 h.

Los Presupuestos del Estado para el 2021 arrancan este miñercoles su trámite parlamentario con buenas perspectivas para el Gobierno, que aspira a sacarlos adelante con una amplia mayoría, superior a la de la investidura. La tensión crece sin embargo a media que se acercan la primera votación. Ciudadanos, uno de los partidos que hasta ahora se había mostrado dispuesto a apoyarlos, elevó el listón de su exigencia y puso una condición que obliga al Gobierno a escoger entre el partido naranja o los independentistas catalanes. Tras los conatos de división interna en su partido por el excesivo acercamiento al Gobierno, la líder de Cs, Inés Arrimadas, advirtió de que no apoyará las cuentas públicas si el Gobierno no suprime la enmienda a la ley de Educación que retira el carácter de lengua vehicular al castellano en Cataluña. Algo que consideró una «contrapartida a los socios nacionalistas».

Las otras condiciones de los naranjas son un compromiso por escrito del Gobierno de no permitir un referendo independentista en Cataluña y, en lo económico, cuestiones que parecen más factibles, como la concesión de ayudas a fondo perdido los autónomos y pymes con menos de cincuenta trabajadores y que los padres que deban cuidar a sus hijos en cuarentena tengan derecho la baja laboral. Arrimadas aseguró que negociará «hasta el último minuto», pero instó a Sánchez a escoger «quién está n esos Presupuestos», Cs o ERC.

El Gobierno tiene garantizado sin embargo que el partido naranja rechazará las enmiendas a la totalidad que han presentado siete partidos (PP, Vox, JxCat, Foro Asturias, CUP, Coalición Canaria y BNG), lo que le asegura una cómoda mayoría para rechazar este jueves junto a ERC, el PNV y EH Bildu. Entre todos los enmendantes a la totalidad solo suman 151 votos.

 Batalla política en la derecha

Ante esa primera gran prueba, el Gobierno sigue sin querer cerrarse ninguna vía. Eludió el choque con Cs y pidió a los partidos que han presentado enmiendas a la totalidad que «reconsideren» su posición y piensen «si están situando las prioridades del país en un momento tan excepcional por encima de las suyas particulares». La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que hoy defenderá los Presupuestos en el Congreso, dio por superada esta primera votación y adelantó que el Ejecutivo estudiará las enmiendas parciales de todos los grupos, pero considerará «prioritarias» las de los que no pidan su devolución. La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, fue más crítica y advirtió a Cs de que no puede ni debe buscar «fórmulas de escape» para no apoyar los Presupuestos porque es su «responsabilidad» para ayudar a superar la crisis provocada por el coronavirus.

La perspectiva de que se aprueben las cuentas públicas, lo que garantizaría una legislatura larga, recrudece la batalla política en la derecha. Cs trata de evitar que su predisposición al pacto y el giro al centro emprendido por el líder del PP, Pablo Casado, le dejen sin espacio político. Por ello, Arrimadas afirmó que el suyo es un partido «útil, responsable y de Estado» que busca el acuerdo para luchar contra la crisis provocada por el coronavirus, en contraposición a «Vox y al PP» que hacen, según dijo, una «oposición inútil» porque «gritan mucho pero no consiguen nada». El portavoz popular en el Senado, Javier Maroto, advirtió sin embargo a Arrimadas de que Sánchez ya ha decido aprobar los Presupuestos siguiendo el «modelo frankenstein».

El socialista Javier Lambán tacha a ERC de «aliado inquietante» y asegura que prefiere aprobar las cuentas con Arrimadas

 G. B.

La proximidad del momento en el que el Gobierno tendrá que escoger si aprueba los Presupuestos con la mayoría de investidura, transformando en un sí la abstención de los independentistas de ERC y EH Bildu -única opción que se plantea Unidas Podemos-, u opta una vía alternativa con el apoyo de Cs y el PNV, genera también tensiones en el PSOE. Aunque el Gobierno tiene ya muy avanzada la negociación para garantizarse el respaldo de ERC, el presidente de Aragón, Javier Lambán, calificó ayer al partido republicano catalán como un «aliado inquietante», por decirlo «con un adjetivo suave». Por el contrario, señaló que de cara a la aprobación de las cuentas públicas Ciudadanos es «un socio, un aliado muy tranquilizador». Lambán se situó de hecho en línea con el partido naranja y criticó que la negociación de los Presupuestos vaya a implicar que el castellano deje ser lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña. «Los poderes públicos tenemos que asegurar que se cumpla el artículo tres de la Constitución: que todos los españolitos y españolistas tengan el derecho y el deber de hablar el español», indicó. A su juicio, las cuentas el Estado deberían servir precisamente para «contribuir a consolidar un proyecto de país en un momento muy difícil». «Y, desde luego, recurrir a quienes no creen en ese proyecto de país siempre entraña dificultades añadidas», afirmó respecto al apoyo de los independentistas catalanes al Gobierno.

Pero las críticas del presidente aragonés fueron más allá, hasta el punto de cuestionar la anunciada reforma del Código Penal. «No quiero llevar la contraria al ministro [de Justicia], pero a mí por la calle nadie me ha parado todo apesadumbrado porque hace falta reformar el delito de sedición», señaló. El titular de Justicia, Juan Carlos Campo, ratificó ayer que esa reforma saldrá adelante por tratarse, a su juicio, de una reclamación popular.

Las declaraciones de Lambán fueron rápidamente contestadas por Unidas Podemos, cuyo portavoz, Pablo Echenique, aseguró que si el presidente aragonés militara en el PP, notarían «poca diferencia». Señaló que su partido está «muy orgulloso» de haber suprimido el castellano como lengua vehicular y reprochó al dirigente socialista que quiera aprobar los Presupuestos con «los socios de la ultraderecha».

El apoyo al proyecto del Ejecutivo genera una nueva división entre los partidos independentistas

 G.B.

La decisión del Gobierno de convertir a ERC en un socio preferente para aprobar los Presupuestos, lo que implica una apuesta que va más allá de las cuentas públicas y sitúa a los republicanos catalanes como aliados para el resto de legislatura, ha abierto una nueva brecha entre los partidos independentistas a pocos meses de que se celebren las elecciones autonómicas del 14 de febrero en Cataluña. Al margen del permanente pulso político entre el partido liderado por Oriol Junqueras y Junts per Catalunya, la formación del prófugo expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, el trámite parlamentario de los Presupuestos va reflejar la fractura interna en el grupo parlamentario de JxCAT tras la escisión del PDECat. Los cuatro diputados de la formación heredera de CDC no solo no apoyaran la enmienda a la totalidad presentada por JxCAT, sino que se muestran dispuestos a negociar su posible apoyo a las cuentas públicas, en una estrategia posibilista cercana a la escogida por ERC. «No entendemos qué ganan los catalanes simplemente porque se retornen y no se negocien los Presupuestos», señaló en este sentido el portavoz en el Congreso del PDECat, Ferran Bel.

 Batalla por el relato secesionista

ERC asume el coste que podría tener de cara a los comicios catalanes el aparecer como sustento del Gobierno de Pedro Sánchez. Pero trata de armarse de argumentos para explicar esa posición, justificando su postura en la necesidad de mostrarse como una fuerza responsable en medio de la pandemia del coronavirus, frente a la estrategia de tierra quemada que achacan a los de Puigdemont y que consideran inútil para el secesionismo.

Por el contrario, desde JxCAT consideran que la decisión de ERC de apoyar de una forma «acrítica» unos Presupuestos del Estado que son «insuficientes para Cataluña» es una «irresponsabilidad» para un partido que se declara independentista. Los de Puigdemont presentan su decisión de enmendar la totalidad de las cuentas públicas como «un toque de atención» con vistas a endurecer durante el trámite parlamentario sus exigencias a cambio de su apoyo, con el referendo y la autodeterminación como bandera política. El tercer partido independentista en el Congreso, la CUP, se sitúa en la línea rupturista del partido de Puigdemont y ha presentado también enmienda a la totalidad.