Las meteduras de pata de Fernando Simón

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN

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J. Hellín. POOL

Más allá de sus errados pronósticos y de sus rectificaciones, el epidemiólogo se ha ganado con algunas de sus desafortunadas declaraciones la indignación de enfermeros, científicos, representantes del mundo de la cultura y ahora también la de los médicos

15 nov 2020 . Actualizado a las 12:10 h.

Cuando el coronavirus empezaba a expandirse durante la primera ola de forma muy preocupante por Italia, a principios de febrero, Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, quiso tranquilizar a la población en su comparecencia habitual ante la presa con una frase para la historia. Dijo que en España, «como mucho», no habría «más allá de algún caso diagnosticado». Y remachó con lo siguiente: «No habrá transmisión local y, si la hay, será muy limitada y controlada». A partir de ese momento, la polémica acompañó a la figura de quien se ha convertido en el portavoz oficial de la epidemia en España y que cuenta tanto con un nutrido grupo de defensores, incluso fans acérrimos, como de furibundos detractores.

Pero más allá de sus errados vaticinios, de sus repetidas rectificaciones -por ejemplo, primero que las mascarillas no eran necesario y luego que eran imprescindibles para contener el virus- o de sus, a veces, desafortunadas declaraciones, de sus vacaciones en Portugal surfeando y sin mascarilla en la playa o de sus prácticas de buceo con Jesús Calleja cuando la segunda ola del virus se estaba asentando en España, el epidemiólogo zaragozano, convertido ya en una estrella mediática, se ha ganado como pocos, más incluso que los propios políticos, las críticas furibundas y la indignación de distintos colectivos profesionales. Su naturalidad en las comparecencias, la misma que le ha valido el fervor de sus admiradores, le ha jugado también malas pasadas hasta llevarlo a pisar un charco tras otro. La última y sonada polémica llegó este sábado por parte del Consejo General de Colegios Médicos de España, que agrupa a más de cincuenta asociaciones profesionales, que reclamaron el cese inmediato de Simón por su «incompetencia manifiesta» en el control de la pandemia.

Al margen del juicio sobre su gestión, a los médicos les indignó las declaraciones realizadas por Simón el pasado jueves en las que insinuaba que los sanitarios no tuvieron en su vida social el cuidado suficiente para protegerse contra la infección. El director de Alertas y Emergencias Sanitarias había afirmado que en la segunda ola «los sanitarios tienen un mejor comportamiento y evitan contagiarse fuera de su espacio de trabajo». Como si en la primera ola no lo hicieran.

A juicio de los médicos, las palabras de Simón «no solo suponen un acto de desmotivación, incomprensión y ausencia de sensibilidad, sino que expresan una ignorancia manifiesta de las condiciones de trabajo a las que nos hemos visto sometidos (ausencia de equipos de protección individual, falta de pruebas diagnósticas, etc...) y de la responsabilidad y la vocación con la que miles de compañeros y compañeras están desarrollando su actividad desde el profesionalismo médico y desde la acción colaborativa estrecha con el resto de las profesiones sanitarias».

Pero la petición de cese de este sábado no es el primer choque de los profesionales sanitarios con el responsable de la pandemia. Por motivos diferentes, el Consejo General de Enfermería cargó hace dos semanas contra Simón y también reclamó su destitución. En aquella ocasión, le reprochó unos comentarios «sexistas, vejatorios y primitivos» sobre las enfermeras. En una emisión de Youtube, los escaladores Iker y Eneko Pou le preguntaron: «¿Te gustaban las enfermeras infecciosas?». Y Simón respondió. «No les preguntaba si eran infecciosas, eso se vería días después».

El Consejo General de Enfermería consideró «intolerable» que «una persona con la responsabilidad que ostenta Simón en su cargo se permita intentar denigrar a una profesión tan absolutamente volcada con los pacientes y que además haga bromas y chistes con una pandemia que tantas vidas y tanto sufrimiento ha costado». El epidemiólogo acabó pidiendo disculpas públicas, aunque previamente el PP cargó contra sus comentarios, que tampoco sentaron nada bien a varios representantes del Gobierno.

Otro colectivo que se mostró profundamente indignado por unas declaraciones de Simón fue el perteneciente al sector turístico. La polémica surgió en julio pasado, cuando en España empezaban a aparecer los primeros casos de lo que luego sería la segunda ola y países como Bélgica y Reino Unido alertaban del peligro que suponía viajar a España. El portavoz llegó a decir en ese momento que era mejor que no vinieran a España ni belgas ni británicos, porque es un «riesgo que nos quitan». Suficiente para que la Mesa del Turismo pidiera su dimisión inmediata. 

«No podemos entender cómo una persona que demuestra este profundo desconocimiento acerca de la economía  el funcionamiento de un país puede ocupar un puesto político que pagamos todos los españoles», dijo el presidente de la Mesa del Turismo, Juan Molas. También arreciaron las críticas de los partidos políticos de la oposición.

Las palabras de Fernando Simón también ofendieron al sector del teatro y del cine. Ocurrió a finales del mes pasado, cuando le preguntaron porque en otros países se estaban cerrando cines y teatros. Y contestó: «Es por los riesgos asociados a las entradas y salidas de esos espectáculos y al postcine y posteatro. La gente, una vez que va al teatro o al cine, no se recoge directamente en casa, sino que se juntan y se van a los bares y eso interesa no favorecerlo». Suficiente también para que le cayera encima un aluvión de críticas, y más en un momento en el que se estaba haciendo campaña a favor de que la Cultura es segura.

Pero con lo que quizás no esperaba encontrarse el afamado epidemiólogo fue con las críticas de sus propios colegas, los científicos. En este caso la polémica se suscitó a principios de octubre, cuando entre la comunidad científica ya existía una evidencia más que suficiente que avalaba a los aerosoles -las micropartículas que se suspenden en el aire al hablar y respirar- como una de las principales vías de contagio del coronavirus. «No hay evidencias sólidas de que haya habido transmisión probada por aerosoles en medios sociales normales», dijo Simón. Es bien cierto también que era la misma postura que mantenía la OMS, pese a la abrumadora evidencia científica. Y también lo es que días después el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias acabó admitiendo el decisivo papel de los aerosoles en la propagación de la infección.