Las tecnológicas suman 23.017 millones de euros en sanciones desde el 2014

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

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YVES HERMAN

Sus multas superan las aportaciones de 10 países al presupuesto de la UE

15 nov 2020 . Actualizado a las 12:08 h.

Facturan y ganan más, pero pagan menos impuestos. Un 9,5 % frente al 23,2 % de los negocios tradicionales, según cálculos de la Comisión Europea. Las gigantes tecnológicas se han convertido en la última década en las grandes fieras indomables y escurridizas de las Haciendas nacionales. Al margen de sus prácticas de ingeniería fiscal, son sus estrategias monopolísticas - por largo tiempo ignoradas-, las que despiertan preocupación entre las autoridades europeas de Competencia. En la época en la que el español Joaquín Almunia llevó las riendas de esta cartera, apenas alcanzaron a ver el poder que concentrarían solo siete años después de dejar el cargo en manos de la danesa Margrethe Vestager. La actual comisaria ha convertido la lucha contra los abusos de estas multinacionales en el leitmotiv de su mandato. Y lo ha hecho a golpe de multa.

Google, Amazon y Facebook se han convertido en el décimo octavo mayor contribuyente a la hucha europea en el período 2014-2020. No lo han hecho de forma voluntaria, por supuesto, sino a consecuencia de las cuantiosas multas que les ha impuesto la Comisión Europea por todo tipo de tropelías: desde restringir el acceso a aplicaciones que no pagan comisiones hasta dar información falsa o robar cuota de mercado a negocios más pequeños utilizando datos confidenciales. La cifra asciende a 8.617 millones de euros. A esta factura habría que sumar otros 14.400 millones de euros (1.400 en intereses) que aún están en disputa. El Tribunal General de la UE dio la razón -provisionalmente- a Apple después de que Bruselas le exigiera devolver a Luxemburgo esa cuantía, amasada gracias a las ventajas fiscales selectivas que le habría ofrecido el Gran Ducado para mantener su matriz.

¿A dónde van a parar los 23.017 millones de euros en sanciones? Las devoluciones fiscales (14.400 millones) tienen como destino la Hacienda del país que ha concedido ayudas ilegales. Las multas (8.617 millones), a los presupuestos europeos. Hasta ahora el dinero no se empleaba en gastos concretos sino que se descontaba de las contribuciones nacionales a la hucha comunitaria. Pero esta semana, la UE ha anunciado que hasta 11.000 millones de euros se invertirán en programas de innovación, salud y educación a lo largo de los próximos siete años. Si no están dispuestas a colaborar por las buenas, lo harán por la malas. Por ahora ya tienen, al menos, cinco expedientes pendientes de resolución.

Casos abiertos

Hasta ahora era Google el campeón en abuso de posición dominante. Apple, la reina de la elusión fiscal, pero las tornas podrían cambiar porque la empresa de Tim Cook -quien calificó de «basura política» la sanción de Vestager-, afronta cuatro investigaciones por incurrir en prácticas anticompetitivas. Todas relacionadas con la restricción de acceso a ciertas aplicaciones en la Apple Store, al imponer a los desarrolladores cuantiosas comisiones a cambio. No pinta bien para la empresa de la manzana. La comisaria está dispuesta a hacerle pasar por caja. No solo eso. La liberal quiere obligar a los gigantes tecnológicos a que compartan los datos con empresas más pequeñas para arrebatarles el monopolio de la economía digital en la próxima década.

El rey de las ventas online, Amazon, es el siguiente de la lista. A pesar de desplegar una intensa campaña publicitaria para convencer al público de que genera puestos de trabajo e ingresos para las pequeñas empresas que utilizan su plataforma de ventas, lo cierto es que Bruselas le acusa formalmente de adueñarse de datos confidenciales de terceros vendedores para arrebatarles el mercado y afianzar su hegemonía.

Solo se libra Facebook que, al margen del caso Cambridge Analytica y tras pagar su correspondiente multa por mentir a la Comisión en la adquisición de Whatsapp, no tiene frentes abiertos en Bruselas. Por ahora.

Castigos, nuevas tasas y restricciones: nada funciona

 

 

A pesar de los esfuerzos del equipo de Vestager por meter en cintura a los colosos tecnológicos, estos siguen engullendo el mercado con artimañas cada vez más sofisticadas y aprovechando los agujeros regulatorios de la UE. Nada pudo impedir que Facebook se hiciera con el control de Whatsapp e Instagram o que Google lanzase las zarpas a Fitbit, el fabricante de relojes inteligentes (su adquisición está pendiente de la aprobación de las autoridades de Competencia). Los castigos tampoco han servido para evitar que sigan fagocitando la economía. Las multas a Google (8.617 millones de euros) no han impedido afianzar el dominio del buscador, propietario de Youtube. Alphabet, matriz de Google, se anotó un beneficio neto récord de 31.088 millones de euros en el 2019. Su influencia es capilar, alcanza a todos los sectores. Quien no aparece en sus listas de resultados no existe.

Perjudicados

Los grandes damnificados han sido, además de los contribuyentes europeos, los negocios tradicionales, los comercios humildes. Por partida triple: pagan más impuestos, pierden visibilidad y, por tanto, mercado, y sufren con la pandemia la caída de ingresos (bien por el cierre de los locales o por las restricciones que las plataformas digitales no tienen). ¿Qué hay de la tasa digital? Por ahora pocos países, entre ellos Francia y España, han optado por aplicarla en el 2021. Obligarán a las digitales que facturen globalmente más de 750 millones de euros a pagar un 3 % de los ingresos generados por servicios de publicidad.