Las claves del asesinato de Camelia, el peor crimen del mundo

Manuel Costoya
M. C. Cereijo REDACCIÓN / LA VOZ

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La madre ( de espaldas) acusada de abandono temporal y asesinato de su bebé de 17 meses
La madre ( de espaldas) acusada de abandono temporal y asesinato de su bebé de 17 meses Jorge Zapata | EFE

Una madre pasará 16 años en prisión tras abandonar a su hija un mes en un cuarto a oscuras solo con un biberón y unas galletas

21 nov 2020 . Actualizado a las 17:17 h.

Camelia no tuvo opciones. Con apenas año y medio murió abandonada por su madre, en una casa, en un cuarto a oscuras, con un biberón y unas galletas. Así durante un mes, hasta que falleció deshidratada y de inanición. En los crímenes, como en la vida, pueden llegar a existir grados aunque nunca se justifiquen. Pero lo ocurrido en un pequeño piso de la calle Viento, en la zona malagueña de La Goleta, es inexplicable.

Los precedentes

Un embarazo que ocultar. El inicio de esta dramática historia está Marruecos. La condenada, con apenas 18 años se queda embarazada. Su familia lo sabe, pero se lo tienen que ocultar a su padre. El plan decidido por su madre y sus hermanos fue una huida controlada. Irse a vivir a España con el envoltorio de que iba continuar con los estudios. No había problemas económicos. Decidieron que se instalase en la localidad malagueña de Torre del Mar. El 4 de mayo del 2017 nació Camelia en el hospital comarcal de la Axarquía. Las cosas se complicaron. La ya madre fue agredida por su pareja. Se dictó una orden de alejamiento y la ahora condenada se instaló en la casa de su hermana y su cuñado. Disponía además de un servicio de guardería público, lo que a priori le permitía preparar la selectividad. Apenas fue a clase. Y a la niña la cuidaba una amiga.

Cambio de residencia

El bebé, una carga. La joven cambió de residencia. Se fue a un apartamento que pagaba su familia. Tuvo la posibilidad de contratar un servicio de guardería municipal. No lo hizo. Comenzó a trabajar en una discoteca como relaciones públicas. Su jornada laboral se iniciaba a las dos de la mañana y cada noche dejaba sola a Camelia, que apenas sabía gatear. Después se iba a dormir a casa de una amiga, «para no molestar a la niña», según le dijo. La realidad es que su hija era un estorbo. En esa época aún la veía y la atendía algo, pero Camelia pasaba más de medio día sola «desprovista de la necesaria atención afectiva y de los cuidados precisos para una menor de su edad», según el relato de la Fiscalía.

Todo fue a peor

Llantos hasta el agotamiento. La joven llevaba apenas unos meses viviendo en Málaga. Todo fue a peor. Conoció a un hombre y se olvidó de Camelia, que subsistía en unas condiciones lamentables «de suciedad y desorden», según el informe policial. Los vecinos hablaban de «llantos constantes» hasta que el bebé se callaba, agotado.

Llega el final

Intensa vida nocturna. La noches eran cada vez más intensas y prolongadas. Continuaban al salir de la discoteca con su nuevo amigo y un compañero de trabajo, habitual en esos encuentros. A ambos les mentía. Cuando le preguntaban por la niña les explicaba que la asistía una cuidadora. Nunca se la enseñó. Hasta que un día tomó la decisión. «La dejé encerrada en la habitación, con un biberón y galletas, y ya no volví más a la casa», explicó con la voz entrecortada en el juicio con jurado celebrado en la Audiencia de Málaga. No informó ni a sus amigos, ni a su novio, ni a su familia del paradero real de la bebé, ni tampoco de que la había dejado sin agua y alimento, lo que le iba a ocasionar «ineludiblemente la muerte», como reconoció en la vista. Camelia solo tenía 17 meses.

El descubrimiento

Se derrumba ante su familia. La joven continuó con su vida como si nada pasara. Prolongadas noches regadas con alcohol y drogas. Mientras, sus hermanos la buscaban. Estaban intentando contactar con ella. Consiguieron una cita a través de un amigo. Le preguntaron por el bebé. Primero les comentó que la había dejado con una mujer en Nerja y que hacía cuatro días que no la veía. Sin embargo, cuando le insistieron, reconoció que desde hacía un mes estaba sola en el apartamento. Tras confesar, se dio a la fuga sin que sus hermanos pudieran impedírselo.

La familia de la acusada contactó con la policía local y contó lo ocurrido. Una patrulla se desplazó a la vivienda en compañía del cuñado de la joven. Los vecinos les confirmaron que no habían oído ni ruidos ni movimientos, al menos en varias semanas. Entraron y encontraron al cadáver. Camila llevaba casi un mes muerta. Según los forenses, la causa del fallecimiento fue el abandono y la falta de alimento. Cerca del cuerpo había restos de galletas y un biberón vacío. También rastros de cocaína.

La joven, que lleva en prisión provisional desde el 3 de diciembre del 2018, acaba de ser condenada por un jurado popular. «Me arrepiento, lo siento mucho», fue lo poco que pudo decir en la vista, en la que reconoció todos los hechos. Los forenses la describieron como «egocentrista, inmadura, impulsiva y preocupada solo por sus satisfacciones». Su condena, 16 años en prisión y una vida en la que no podrá olvidar su horrible crimen.