Vacunar a la mayor parte de la población mundial en tiempo récord, un desafío logístico sin precedentes

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN

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La vacuna de Pfizer necesita congelarse a 70 grados
La vacuna de Pfizer necesita congelarse a 70 grados POOL

Los problemas en el retraso del suministro registrados en Europa podrían volver a producirse, pero el reto es hacer llegar la terapia a los países en desarrollo, fundamental para poder alcanzar la inmunidad de rebaño y erradicar la pandemia

29 dic 2020 . Actualizado a las 09:16 h.

«Más importante que la vacuna llegue a los lugares donde se va administrar es que llegue con sus propiedades de validez intactas. Es decir, que no haya sufrido en su transporte y distribución condiciones de temperatura, exposiciones a la luz y movimientos que pongan en peligro su eficacia». La reflexión parte de Laureano Otero, responsable de Operaciones de la compañía de logística Oozietech, con base en A Coruña. Y, aunque Pfizer no ha concretado en detalle el problema logístico que ha obligado a aplazar el envío de nuevas remesas de su producto a ocho países europeos, entre ellos España, todo parece indicar que el contratiempo surgió en el mantenimiento de la cadena de frío. Pero esta es tan solo una de las múltiples variables que pueden interferir en el proceso, por lo que no es descartable que puedan surgir más incidentes puntuales, sin que por ello se vea alterado el objetivo último de inmunizar contra el covid a la mayor parte de la población española y europea.

«La gente entiende la logística como una cuestión meramente de transporte de un producto, pero existe un proceso previo y fundamental, que es la cadena de suministro, que engloba todos los componentes que se necesitan para fabricar una vacuna. Y con que solo uno falle se puede producir un retraso», explica el especialista en logística. Más allá de mantener la cadena de frío, que en el caso de la terapia de Pfizer es vital, con una ultracongelación a 70 grados, se necesitan viales de vidrio para envasarla y múltiples reactivos químicos, entre otros muchos componentes. Un solo fallo en uno de ellos puede comprometer la producción.

El problema es que la industria nunca se había enfrentado a un desafío semejante. Porque no se trata de vacunar a decenas de millones de personas, sino a miles de millones. Al menos a 5.000 millones para lograr la ansiada inmunidad de rebaño que permita cortar la transmisión del virus. En Europa y otros países occidentales, los posibles incidentes en el suministro acabarán solucionándose más pronto que tarde, pero puede no suceder lo mismo en África o en ciertos países de Asia y Latinoamérica. Y no es un tema menor, porque los expertos ya hablan de que la distribución en estas zonas será un reto aún mayor que el de la creación de la vacuna. Y también insisten en la necesidad de ofrecer la terapia por igual a toda la población mundial. «Si no lo hacemos no habremos acabado con la pandemia», apunta el virólogo del CSIC Vicente Larraga.

Es algo que podrá conseguirse en cuanto a las vacunas de Pfizer, Moderna y Oxford, además de las chinas y la rusa, se sumen otras. Pero en cuanto esté disponible la fabricación existe otro reto igual de importante que afecta a la cadena de suministro: garantizar la trazabilidad y transparencia del producto. Es decir, que en todo momento se conozca en qué condiciones se encuentra de temperatura, exposición a la luz o de movimientos, de dónde viene, a dónde va y por qué manos ha pasado. Es la única forma de garantizar que la vacuna conserva todas sus propiedades intactas en el momento de administrarse. Es un aspecto crítico.

«La incapacidad para garantizar una transparencia y una trazabilidad total de la cadena de suministro, desde el abastecimiento y la producción hasta el usuario final, afecta a la garantía de calidad de la vacuna», sostiene Laureano Otero. ¿Qué se puede hacer, entonces para garantizar el proceso? «A día de hoy existen tecnologías como el Big Sata y el Blockchain, en combinación con otras como las etiquetas de identificación por radiofrecuencia, la monitorización y geolocalización que permite garantizar y asegurar que la vacuna llegue al usuario final en condiciones óptimas de eficacia, así como proveedores logísticos con amplias capacidades en el manejo de estas tecnologías de datos que pueden contribuir a solventar estos problemas», responde el especialista.

Sin embargo, de momento aún no existe una plataforma que cubra todas esas necesidades a nivel global para el suministro de la vacuna, aunque sí las hay para otros sectores. Un ejemplo son las plataformas de e-commerce, que ofrecen una visibilidad del envío casi en tiempo real, con un trazador de rutas inteligente y previsión de la demanda, así como un sistema para predecir riesgos potenciales en las entregas. Es un modelo que podría servir, adaptado a sus necesidades, para responder al desafío de la distribución de la vacuna a toda la humanidad. De hecho, Laureano Otero advierte que los problemas logísticos a los que ahora se enfrenta Europa podrían hacer inviable la vacunación a gran escala en los países en desarrollo.

«El verdadero desafío -advierte el experto en logística- es garantizar que todos los actores a lo largo de la cadena de suministro utilicen las mismas herramientas, ya que la transparencia total no permite que se rompan los eslabones de la cadena». Pero para conseguir este objetivo es imprescindible la colaboración e implicación de todos los actores involucrados. No solo de las farmacéuticas y compañías de logística, sino también el apoyo y regulación de los gobiernos y de los organismos reguladores a nivel internacional. Si todos estos requisitos se cumplen, Laureano Otero sí cree que podría inmunizarse a la mayor parte de la población mundial a finales del 2021. Pero es un reto sin precedentes.