Bye bye Europe: Reino Unido dice adiós sin remordimientos, pero lleno de dudas

Enrique Rubio EFE | LONDRES

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El Reino Unido terminó esta noche de desatar los lazos normativos, y en buena medida emocionales, que le unían a la Unión Europea desde hace casi medio siglo

01 ene 2021 . Actualizado a las 10:15 h.

El Reino Unido terminó esta noche de desatar los lazos normativos, y en buena medida emocionales, que le unían a la Unión Europea (UE) desde hace casi medio siglo, para hacer realidad unos sueños de soberanía que se enfrentan a un océano de interrogantes. Como palabra, el «brexit» existe desde el 2012. Como realidad teórica, desde su triunfo en el referendo del 2016. Pero será solo a partir de este viernes cuando el concepto tome cuerpo.

El acuerdo de última hora con la UE logró evitar el caos inmediato, aunque no impedirá que las plenas consecuencias de la salida se vayan descubriendo sobre la marcha según avancen las semanas. Nadie espera un «big bang». La vida ya está suficientemente alterada por un virus que mantiene encerrada en casa a gran parte de la población.

Las empresas han hecho sus cálculos para evitar posibles colapsos en la frontera en los primeros días del año, que coincidirán con festivo y fin de semana. Además, el Reino Unido ha permitido una entrada gradual en vigor de los requisitos burocráticos en las aduanas para dar más tiempo a que las compañías se preparen, si bien la UE no hará lo mismo en sentido inverso.

Pero que no se vayan a ver escenas aterradoras como los miles de camiones varados de camino a Dover la semana pasada, después de que Francia cerrase su frontera durante 48 horas por el coronavirus, no quiere decir que los cambios no vayan a ser profundos y duraderos.

Alivio compartido

Los cuatro años y medio desde que los británicos eligieron en referendo dejar la UE han sido tan agotadores que, quien más quien menos, todo el mundo desea pasar página y enfocar sus energías hacia problemas más acuciantes, como la pandemia o la crisis económica. Con esa perspectiva, tanto quienes apoyaron el brexit como quienes lo rechazaron comparten una misma sensación de alivio. Por esa razón, y por la pandemia, no hubo festejos para marcar el momento.

Mientras economistas y tecnócratas se siguen rascando el cogote tratando de encontrar una lógica al acuerdo comercial que ven tan dañino para el Reino Unido, Boris Johnson y los conservadores lo celebran como una victoria histórica que consagra su lugar en el panteón de líderes del país. ¿Cómo es eso posible? Sencillamente porque hablan en idiomas diferentes.

El discurso en las filas «brexiteras» se ha ido destilando con el tiempo hasta quedar reducido a una sola palabra: soberanía. Desde ese prisma, Johnson ha obtenido el resultado que deseaba, al no dejar ni un solo hilo legal entre la isla y el continente, aunque para ello haya tenido que tragar con importantes sacrificios económicos.

La economía llevó al Reino Unido a la UE y la política lo sacó de ella. Londres siempre buscó en el continente un megasocio comercial que le permitiese vender e importar productos sin trabas, pero con el que mantener una relación ante todo transaccional, especialmente a raíz del mandato de Margaret Thatcher. Los argumentos económicos pudieron ayudar al triunfo de la campaña del «Leave» (salida) en el referendo sobre el «brexit», pero su endeblez (y sus muchas mentiras) se ha demostrado desde entonces. Una vez despejada esa variable, el Gobierno ha aventado sin complejos su propósito.

«El destino de este gran país reside ahora firmemente en nuestras manos. Nos hacemos cargo de este deber con determinación y con los intereses de la sociedad británica en el centro de todo lo que hacemos», dijo Johnson en un mensaje tras la aprobación anoche del acuerdo por el Parlamento.

Una actitud más amable

En los últimos días, sin la presión encima de las negociaciones, el «premier» ha mostrado una cara más amable y conciliadora hacia la UE. Así lo hizo en su mensaje para celebrar la luz verde del Parlamento al acuerdo: «Las 23.00 del 31 de diciembre marcan un nuevo comienzo en la historia de nuestro país y una nueva relación con la UE como su mayor aliado».

A Johnson no le quedan muchas más alternativas que mantener unas relaciones fluidas con Bruselas. En primer lugar, porque el acuerdo suscrito es tan liviano que habrá que alimentarlo continuamente con nuevas aportaciones. Y también porque, aunque esta noche se cierra un capítulo en la historia del Reino Unido, la herida puede tardar en cicatrizar.

La mejor prueba de que no será fácil reventar todos los puentes podría tenerla en su propia familia, donde su octogenario padre, Stanley Johnson, reconoció haber iniciado los trámites para obtener la nacionalidad francesa, en una entrevista con la emisora francesa RTL. «No podemos decirles a los ingleses: no sois europeos. Europa siempre será más que el mercado común y la Unión Europea», a su juicio.