Lo hemos intentado. Sin pausa, a chorros, con fuerza, a veces con emoción y una lágrima furtiva, sobre todo con rabia. Lo hemos intentado todos y cada uno de los días, con caja alta y con caja baja. En color y en blanco y negro, con foto a 5 y con palabras entrecortadas. Lo hemos intentado a todas horas, con manchas infinitas de mil portadas. Ahí estaban cada día más de veinte planas. Lo hemos intentado todas las noches y todas las mañanas. De manera presencial y también a distancia. Lo hemos intentado desde los salones, en las redacciones, en la calle y desde casa. Una detrás de otra, cuando querían hablar y también cuando callaban. Lo hemos intentado desde China, en Italia, hacia Estados Unidos, en Latinoamérica y también por toda España. Con reportajes, con ruedas de prensa, con vídeos, con fotografía y también con infografía y big data. Lo hemos intentado desde todos lo enfoques posibles y en todas las lenguas que se hablan. Pero es imposible. No se puede describir este año a base de palabras. Una aproximación torpe: la presencia insistente de todas las ausencias acumuladas. Quizá por eso dos señoras -en todos los sentidos del término- de la mano en la Puerta del Sol le han puesto imagen a resiliencia, hasta ahora tan solo una palabra. Así que este año se ha abierto con un gambito de damas.