EE.UU. contiene el aliento ante los últimos días del mandato de Trump
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Alertas sobre el riesgo de que estalle la violencia en la toma de posesión
10 ene 2021 . Actualizado a las 09:56 h.Estados Unidos se encuentra sumida en la incertidumbre ante los últimos días de Donald Trump en la Casa Blanca. Los cuatro años de coqueteos del magnate neoyorquino con los grupos de ultraderecha acabaron el miércoles con un asalto al Capitolio, que conmocionó al mundo y se saldó con cinco fallecidos. La visión de una turba incitada por Trump irrumpiendo en el Congreso para boicotear la certificación de la victoria de Joe Biden demostró el enorme desafío de seguridad ante el que se encuentra la primera potencial mundial. Los expertos cibernéticos advierten que los llamamientos a la violencia se han intensificado tras la insurrección y amenazan con irrumpir en la toma de posesión del próximo 20 de enero, a la que Trump ya ha confirmado que no asistirá. «Se sienten envalentonados en este momento. Esto solo puede empeorar», advirtió Jonathan Greenblatt, director ejecutivo de la Liga Antidifamación, que rastrea y contrarresta el odio en la red. Las conversaciones de los seguidores de QAnon, una teoría conspirativa que cree que Trump libra una guerra secreta contra las élites, las empresas y los medios de comunicación, rastreadas por la organización, apuntan a esa posibilidad.
La violencia de estos grupos que creen en el fraude electoral se ha vuelto ahora contra los republicanos. Si en la irrupción en el Capitolio, gritaban «vamos a por Mike» en referencia al vicepresidente Mike Pence, el viernes se encararon al grito de «traidor» en el aeropuerto de Washington contra el senador Lindsey Graham. Fiel escudero de Trump hasta el mismo día del asalto, Graham fue el republicano que advirtió en el 2016 de que nominarle «destruiría» al partido.
«Lo quiero fuera»
El asalto al Capitolio ha puesto a los republicanos cara a cara con las consecuencias de su alianza con Trump. La próxima semana se sabrá quién se queda y quién abandona al presidente incendiario cuando tengan que definir su posición ante el juicio político que los demócratas tiene previsto presentar.
«Lo quiero fuera», declaró el viernes a la prensa la senadora por Alaska Lisa Murkowksi, que se convirtió en la primera republicana en pedir a Trump que dimita. Murkowksi amenazó con marcharse del partido. A ella se sumó, el senador Ben Sasse, quien fue más suave al pedir el desalojo del poder del magnate. «Que se vaya tranquilamente», dijo. Lo republicanos también están atrapados en la diabólica deuda con los votantes que han interiorizado las falsedades del presidente.
Con el incipiente rechazo republicano, Trump está en el momento de más aislamiento y potencialmente peligroso de su mandato. El sábado amaneció en la Casa Blanca incapaz de comunicarse a través de Twitter y ante la amenaza de convertirse en el primer presidente de la historia en ser sometido a dos impeachments. «Él sabe lo mal que se han puesto las cosas. Sabe que la ha jodido», declaró un asesor de campaña del 2020 a Vanity Fair. Veinticuatro horas después del ataque, Trump reconoció a regañadientes la victoria de Biden, pero solo lo hizo presionado por su entorno y ante las posibles consecuencias penales. Si los suyos le abandonan en la recta final, las consecuencias se avecinan imprevisibles.