«Discutí con mi madre porque nos iban a desahuciar y no sé cómo terminé asfixiándola»

Alberto Mahía A CORUÑA

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Alberto Mahía

El fiscal pide 15 años para la matricida que en marzo del 2019 huyó de la ciudad tras matar a la víctima minutos antes de que una comisión judicial acudiese a la vivienda que compartían para echarlas

11 ene 2021 . Actualizado a las 18:21 h.

Una comisión judicial forzó el 25 de marzo del 2019 la puerta de un piso en el número 15 de la calle Perú en A Coruña para proceder al desahucio. Los funcionarios se quedaron atónitos cuando en la cama del dormitorio principal encontraron muerta a la mujer de 71 años que habitaba la vivienda. Junto al cuerpo, vieron una carta escrita por su única hija y con quien compartía la vivienda en la que reconocía haber acabado con la vida de su madre y anunciaba que se iba a suicidar. En ella pedía perdón y decía que habían discutido por el desahucio. «No sé cómo acabé asfixiándola con la almohada. No sé qué me pasó. Ella tenía tanto miedo a quedarse sin casa que no dejaba de decir que tenía que morir. No sé cómo pudo pasar. Después (de asfixiarla) intenté reanimarla, pero ya no respiraba», afirmó.

Nada se supo de la autora, María José Seoane Fachal, hasta 15 días después, cuando se entregó en la comisaría de Policía de Málaga.

Esta mañana comenzó el juicio en la Audiencia Provincial de A Coruña. El fiscal la acusa de un delito de homicidio por el que pide que se le impongan 15 años de cárcel, mientras que la defensa sostiene que se trata de un homicidio imprudente, alegando que su clienta padece trastornos psíquicos. Un jurado popular deberá decidir.

La acusada se acogió a su derecho a no responder a las preguntas de la acusación pública, pero sí a las de su abogada, que antes de proceder al interrogatorio hizo saber al tribunal del jurado que «la única persona que tenía en su vida era su madre y que los únicos ingresos eran los de su madre». Visto lo visto, «¿qué sentido tiene matarla?». La respuesta solo puede ser una: «sus trastornos psíquicos desde bien joven, desde que encontró a los 15 años a su hermano muerto por sobredosis». Eso le llevó siempre a depender de los demás, a dedicarse en cuerpo y alma a cuidar de su madre, con la que llevaba viviendo 20 años, de casa en casa, sin otro oficio más allá de pequeñas temporadas cuidando a personas mayores o niños».

El fiscal, que aunque se quedó sin saber lo que la acusada le respondería, dictó al jurado una biografía bien diferente. No niega que dependiese de su madre, pero eso nada tiene que ver con llevarla a la muerte, «ya sea por no soportar un desahucio o por querer rehacer su vida sin la pesada carga de una persona enferma». Recordó además que el día que la mató, y antes de huir, retiró de un cajero los mil euros de pensión que cobraba la víctima. Por tanto, «no hay justificación para lo que hizo».

La acusada declaró que se fue a vivir con la fallecida tras la separación de sus padres. No fue una infancia feliz, pues cada dos por tres su madre se iba de casa. Hasta que en el 2001, decidió irse con ella y dejar solo a su padre. «Hoy tengo 42 años y llevábamos 20 años juntas», relató. Contó que había que estar pendiente de la víctima a todas horas, pues aparte de sus enfermedades, como la diabetes, «intentó suicidarse varias veces». Recordó que en una de ellas le salvó la vida. Llegó a casa y vio que tenía la caja de pastillas vacía y estaba desorientada. «Miré en Internet cómo provocar el vómito ante esas circunstancias, le di bicarbonato con sal y revivió».

Fueron muchas las veces que su madre, según declaró, le dijo que se quería morir. Y todo fue a peor cuando en diciembre del 2018 la acusada se encontró en el buzón con la carta del Juzgado que ordenaba el desahucio. «Le pregunté qué era aquello y me respondió que lo resolvería, que no me preocupara». Paso el tiempo y el día del homicidio la procesada llegó a casa y se encontró a su madre haciendo la maleta, diciéndole que se quería quitar la vida. «Entonces discutimos y no sé cómo lo hice. No recuerdo bien. Sé que me repetía una y otra vez que se quería morir y que luego le hice el boca a boca. El siguiente recuerdo que tengo es salir del agua vestida en Riazor y regresar a casa».

Tampoco recuerda cómo llegó a Madrid. Ni después a Barcelona. Tampoco a Málaga, donde se entregó. Supone que quiso visitar al Cristo de la buena muerte, de la que su madre era muy devota.

Desde que se presentó en la comisaría en abril del 2019 está en prisión provisional. En este tiempo, aprobó el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y acaba de empezar Derecho por la UNED.

Mañana subirán al estrado varios testigos. Según el fiscal, relatarán una vida «de derroches», de dos personas que «dilapidaron» varias herencias.