Tras perder varios de los hoteles que llevaban su nombre y abandonarse los planes para poner en marcha dos líneas hoteleras más asequibles, los intereses turísticos de Trump han sufrido como todo el sector con la crisis del coronavirus.
Además, la compañía tiene problemas en los tribunales, con varios casos abiertos, incluida una investigación en Nueva York por posibles delitos de fraude en la que ya se ha visto obligado a testificar uno de los hijos de Trump.
A todo ello se suman las consecuencias del asalto al Capitolio, que ya le han costado a la Organización Trump los contratos que tenía con el Ayuntamiento de Nueva York para operar un tiovivo, dos pistas de patinaje sobre hielo y un campo de golf.
Por su parte, tras los disturbios, la Asociación Profesional de Golf (PGA) anunció que no disputará su campeonato del 2022 en el Trump National Golf Club Bedminster en Nueva Jersey, porque hacerlo sería «perjudicial» para su marca.
Republicanos cómplices
La espiral de los últimos momentos de la presidencia del republicano también ha empezado a golpear a algunos miembros de su partido, especialmente a aquellos que han optado por respaldar oficialmente sus infundadas denuncias de fraude electoral en los comicios que perdió el pasado noviembre.
En los últimos días, una larga lista de empresas han anunciado que van a suspender sus donaciones a los legisladores que votaron en contra de certificar la victoria de Biden, es decir, a aquellos que han permanecido más fieles a Trump en sus momentos finales en la Casa Blanca.
AT&T, Mastercard, American Express, Marriott, Dow, Morgan Stanley o Blue Cross Blue Shield son solo algunas de las grandes compañías que han optado por esta medida en respuesta a lo que ven como un ataque al sistema democrático.
Otras muchas empresas han preferido paralizar temporalmente todas sus contribuciones políticas en un momento tan tenso como el actual, algo que a priori perjudicará más a los republicanos, tradicionalmente más ayudados por el sector empresarial.
Wall Street, beneficiado por Trump
Porque lo cierto es que, durante los últimos cuatro años, una mayoría de empresarios se han mantenido del lado de Trump y de su partido, que les ofreció algunas de las medidas que más anhelaban, empezando por un histórico recorte de impuestos y la eliminación de numerosas regulaciones.
Sin embargo, poco a poco, un creciente número de voces del mundo empresarial ha optado por alejarse del mandatario. Algunos empezaron hace ya un tiempo por su negativa a condenar el supremacismo blanco o por su retórica antiinmigrante, pero el asalto del Capitolio (y la cercanía del cambio de Administración) es lo que parece haber dado el empujón definitivo.
El sentir de Wall Street lo resumió la pasada semana la Business Roundtable, que reúne a los máximos directivos de decenas de grandes empresas y que no dudó en atribuir la violencia y el caos en la capital a “la ficción de una elección presidencial fraudulenta por parte de cargos electos”.
“Después de los hechos inadmisibles y trágicos que presenciamos, no podría estar más claro que es momento de que la nación y los legisladores se unan alrededor del presidente electo Biden y de la vicepresidenta electa Harris”, señaló el grupo.
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