Atado por las cuotas para proceder a una remodelación de Gobierno más profunda

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID | LA VOZ

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Sánchez se refirió a las modificaciones en el Ejecutivo como un «reajuste mínimo» al que se vio obligado por la marcha de Illa

27 ene 2021 . Actualizado a las 08:41 h.

El regreso de Illa a Cataluña para encabezar la candidatura de los socialistas a la Generalitat obligó a Pedro Sánchez a realizar su primera modificación en la composición del Gobierno de coalición, pero el presidente del Ejecutivo optó por reducir al mínimo la crisis abierta por la marcha de su ministro de Sanidad. Probablemente el presidente no volverá a disfrutar de una oportunidad tan clara para proceder a una remodelación más profunda dentro del Gobierno, sobre la que tanto se especuló que efectuaría una vez aprobados los Presupuestos. Sin embargo, Sánchez ha optado por el bisturí en vez de por el machete; pequeños cambios, que podrían considerarse cosméticos: entra al Consejo el primer secretario del PSC y sale el secretario de Organización del PSC. En sus palabras, un «reajuste mínimo».

Cuando apenas ha transcurrido un año desde su investidura, la España de entonces poco o nada tiene nada que ver con la de ahora. La irrupción del coronavirus lo ha modificado todo, hasta el punto de que hay voces que apuntan incluso a que los Presupuestos que el Ejecutivo logró aprobar a finales del 2020 podrían haber quedado ya obsoletos. Las necesidades difieren mucho de las de enero del pasado año, cuando confeccionó su primer Gobierno.

Sin embargo, una remodelación más profunda de la estructura del Ejecutivo hubiese requerido de una negociación previa entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez como máximos mandatarios de cada una de las sensibilidades del Gobierno. Es más que probable que el secretario general de Podemos no hubiese visto con buenos ojos la maniobra, ya que fuentes de su formación aseguran desde hace semanas que los movimientos en el Ejecutivo no iban a afectar a ninguna de sus carteras; lo que sí parece evidente es que el vicepresidente segundo, en caso de haber accedido a sacar la tijera, exigiría mantener la misma cuota de protagonismo dentro del Consejo de Ministros, un porcentaje calculado en base al número de votos y al número de escaños obtenidos por cada fuerza política. Incluso en el remoto caso de que alcanzasen un nuevo acuerdo, el propio Iglesias tendría que acordar con anterioridad a nivel interno un reparto de los sillones del poder entre las distintas sensibilidades que integran el grupo parlamentario de Unidas Podemos.

De este modo, y pese a que el nombramiento de ministros es competencia exclusiva del presidente, Sánchez está poco menos que atado de pies y manos a la hora de proceder a remodelaciones profundas, como la fusión de carteras y el consiguiente ahorro a las arcas públicas.