El Partido Republicano ahonda en su crisis moral por su apoyo a la congresista de QAnon

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

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Marjorie Taylor Greene, a su llegada este jueves a la votación en la que se aprobó expulsarla de varios comités del Congreso
Marjorie Taylor Greene, a su llegada este jueves a la votación en la que se aprobó expulsarla de varios comités del Congreso KEVIN LAMARQUE | Reuters

Los conservadores evitan a sancionar a Marjorie T. Greene pese a su extremismo, pero en cambio mantienen en su cargo a la hija de Cheney, pese a votar a favor del juicio a Trump

05 feb 2021 . Actualizado a las 08:57 h.

El Partido Republicano sometió hace dos años al aislamiento al congresista de Iowa Steve King por su historial de declaraciones racistas y su defensa del supremacismo blanco. El castigo fue retirarle de las comisiones en las que trabajaba. Tras casi dos décadas de polémicas, King perdió las primarias en junio del 2020 frente a un candidato conservador moderado apoyado por el partido.

Un dilema similar sume ahora a los republicanos en una crisis moral que definirá su futuro. Los conservadores decidieron el miércoles no sancionar a la recién estrenada congresista de Georgia Marjorie Taylor Greene por su apoyo a los delirios conspiranoicos de las teorías de QAnon que intoxican la política estadounidense. Un acto público de contricción fue suficiente para el partido. «Me arrepiento de mis creencias en las teorías de la conspiración», declaró este jueves Greene en una comparecencia en el Congreso, tras una mascarilla con el lema «libertad de expresión». Sus palabras sonaron vacías al ir acompañadas de sus acusaciones contra los medios de comunicación por sus mentiras y ataques a los demócratas. 

Expulsada de los comités

La inacción del líder de la minoría republicana en la Cámara baja, Kevin McCarthy, atado a la influencia de Donald Trump y los más de 50 millones de votantes que aún le apoyan, activó la condena demócrata. En una votación partidista, la mayoría progresista aprobó este jueves expulsar a Greene de los comités de educación, trabajo y presupuestos, donde la había situado McCarthy.

La indignación por la presencia de Greene en el Congreso saltó por los aires tras el asalto al Capitolio, que puso de relieve la amenaza del terrorismo doméstico, y tras la publicación de su amplio rastro de mensajes extremistas en la red.

Pero algunos miembros del Partido Republicano parecen haber despertado ante el peligro de atar su futuro a la ultraderecha. Tras exonerar a Greene, en una segunda votación secreta, 145 de ellos frente a 61 optaron por mantener en su puesto de número tres, Liz Cheney, hija del vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney, representante del viejo conservadurismo del partido. Cheney fue sometida a reprobación por votar a favor del impeachment contra Donald Trump, junto a otros nueve compañeros del partido. El resultado supuso una sorpresa frente al cierre de filas generalizado de las últimas semanas.

Mientras los republicanos se sumen en la encrucijada existencial, los demócratas quieren poner contra las cuerdas a Trump por su papel en la insurrección contra el Capitolio. En un escrito, pidieron que el expresidente declare bajo juramento durante su segundo impeachment. Y que lo haga tan pronto como el próximo lunes y no más tarde del jueves día 11. El demócrata que actúa como fiscal en el juicio político, Jamie Raskin, le ha dado de plazo para contestar hasta las cinco de la tarde de este viernes Washington.