¿Es España una democracia plena?

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El vicepresidente tercero del Gobierno, Pablo Iglesias, durante una sesión de control al Ejecutivo
El vicepresidente tercero del Gobierno, Pablo Iglesias, durante una sesión de control al Ejecutivo Mariscal | EFE

Tres de los expertos consultados por La Voz afirman que sí y critican a Iglesias por abrir un falso debate, mientras otro lo ve positivo por los fallos del sistema

14 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El debate comenzó cuando Pablo Iglesias dijo que «no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro en Bruselas», en referencia a Oriol Junqueras y Carles Puigdemont. Con el paso de los días, amplió los supuestos en los que se basaba y citó la marcha del país de Juan Carlos I; las negociaciones entre el PP y su extesorero Luis Bárcenas; o la condena al rapero Pablo Hasel. Los expertos consultados por La Voz analizan si las declaraciones del vicepresidente segundo del Gobierno se ajustan o no a la realidad y sus consecuencias políticas e internacionales.

Debate teórico

Democracia plena, no perfecta. Para Elena García-Guereta, «España es una democracia plena, lo dicen todos los índices internacionales; confundir democracia normal con democracia perfecta es casi pueril, la democracia normal es imperfecta, o no es». Explica que «la democracia es un ideal; como sistema político real, todas las democracias que conocemos son imperfectas, y debemos trabajar siempre para mejorar su calidad». En su opinión, «lo preocupante, hoy, es que un creciente numero de ciudadanos está insatisfecho con la democracia, esencialmente porque piensan que los políticos crean más problemas de los que resuelven, esto es, no hacen su trabajo como deben». Estima que «un perfecto ejemplo de ello son precisamente estas declaraciones de Iglesias; desde mi punto de vista, lo anormal es considerar que saltarse las leyes o huir de la justicia sea admisible en democracia».

El politólogo José Rama coincide: «Que hay una normalidad política y democrática en España está lejos de toda duda». Y añade: «que Iglesias, como vicepresidente, haga este tipo de declaraciones en las que cuestiona la integridad democrática de su país es tan criticable como las declaraciones de Trump relativas al fraude electoral de los pasados comicios presidenciales estadounidenses».

Crítica a Iglesias

Un vicepresidente que cuestiona la calidad democrática de su país. Según Rama, «cuando Iglesias se pronuncia, debería ser consciente de su posición, es decir, del cargo que ostenta». Porque, explica, «no es el líder de un partido específico, que también, sino el vicepresidente de un Gobierno, elegido por un presidente, investido por un Parlamento que han elegido los españoles mediante sufragio universal, libre y directo». Para el politólogo, «si considera que no vive en una democracia, haría bien en alejarse de formar parte de las instituciones de representación».

Y proporciona datos: «Solo un 8,4% del mundo vive en una democracia plena; España, de 167 países analizados por el índice de The Economist en el 2020, se sitúa en el puesto 22, perteneciente al exclusivo club de democracias plenas». «Para ser más explícito a este respecto, algunos de los países que pertenecen a la categoría de «democracia defectuosa» (flawed democracy) son Francia, Portugal, Estados Unidos, Italia o Grecia; por lo tanto, poner en tela de juicio la calidad democrática de España es no conocer absolutamente nada de cómo funciona el mundo», concluye.

Carlos Barrera, experto en comunicación electoral y profesor de Medios de Comunicación y Política en la España Reciente  (Universidad de Navarra),
Carlos Barrera, experto en comunicación electoral y profesor de Medios de Comunicación y Política en la España Reciente (Universidad de Navarra),

Democracia desde 1978

Derribar el orden constitucional es un delito. El profesor Carlos Barrera señala que «con sus más y sus menos, con los altibajos que tiene toda obra humana y todo régimen político, tenemos democracia en España desde 1978». «Tan plena que se le permite a Iglesias criticar al régimen desde dentro sin que este caiga; cosa distinta es que cometiera delitos tipificados para derribar el orden constituido y constituyente, como hicieron algunos y sentenciaron los tribunales de justicia», añade.

Debate interesante

Problemas persistentes del sistema. El politólogo Santiago Martínez se desmarca de los otros tres expertos: «La cuestión es qué se considera plena normalidad democrática, y eso es muy subjetivo, sin duda provoca un enconado debate, y lo cierto es que tras el proceso de transición democrática el sistema tiene problemas persistentes de los que se habla pero nunca se corrigen». «Al menos esto abre un debate interesante, y por primera vez no se hace en campaña electoral desde la oposición, sino por un miembro de un gobierno mientras está gobernando», afirma.

Santiago Martínez. Consultor político, profesor de oratoria y «media trainer» en campañas electorales en diferentes países del mundo
Santiago Martínez. Consultor político, profesor de oratoria y «media trainer» en campañas electorales en diferentes países del mundo SANDRA ALONSO

A Martínez le parece «lamentable que haya exdirigentes y ciertas personalidades reclamando la dimisión de un vicepresidente porque en el ejercicio de su libertad de expresión diga lo que piensa, sea por interés electoral o no». «Que haya gente a la que le incomode y niegue el debate de estas cuestiones, ya expresa que no hay plena normalidad democrática como para debatir qué tan perfecto o no, es el sistema», sostiene. Enumera elementos que abonarían la tesis de Iglesias: «Decisiones judiciales muy controvertidas respecto a si existe igualdad ante la ley; el sistema de dirección del poder judicial y la independencia de la Fiscalía; la corrupción persistente y endémica de los partidos tradicionales y su influencia en la justicia; o que un rey emérito haya tenido que marchar/huir al extranjero y no pueda ser juzgado». En opinión del consultor político, «son hechos que como mínimo deberían provocar una reflexión seria, que sería el mejor indicativo de que existe normalidad democrática».

No solo interés electoral, sino fruto de una estrategia de fondo

¿A qué responden las declaraciones de Iglesias en este momento político? «Es parte de la estrategia que ya viene realizando de no perder coherencia con sus bases, pues la mayor debilidad y crítica inicial que se le hacía en el inicio de su cogobierno era que el contacto con el poder le hiciera perder coherencia discursiva», considera Martínez. «También es sabedor de que en un cogobierno el partido grande suele comerse al pequeño», explica. «Iglesias sabe que tiene que estar constantemente generando tensión para ello, y para seguir liderando el debate político», añade. «Obviamente sus declaraciones tienen un interés electoral dirigido al escenario catalán, pero también a la opinión púbica española en general», concluye.

«Sin duda responden a una estrategia electoralista; el haberse incorporado al Gobierno con un partido, además, al que en sus inicios tildaba de casta, ha alejado a Podemos de su papel de formación challenger o protesta», asegura Rama. «Si en su día, dado por el contexto que se vivía en España, de distanciamiento con las formaciones establecidas, crisis económica e institucional y corrupción generalizada en los partidos mayoritarios, Podemos consiguió un gran apoyo electoral con este tipo de mensajes críticos con el funcionamiento de la democracia española, hoy parece que quieren reeditar esta misma estrategia», afirma.

Barrera destaca que «Iglesias y los suyos creen sin fisuras que la democracia del que llaman régimen del 78 está podrida y hay que instaurar una república federal». «Ahora influyen mucho más desde el poder, pero su intención es abrir un nuevo período constituyente tarde o temprano», sostiene. En opinión del experto en comunicación política de la Universidad de Navarra, «lo de que sus declaraciones han sido por la campaña catalana es un parche inventado por los socialistas para salir del paso ante una situación más que incómoda».

Daño a la imagen internacional de España en un momento clave por los fondos

El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, comparó el encarcelamiento del líder opositor ruso, Alexéi Navalni, con la situación de los presos del procés. Iglesias le dio la razón, al considerar a Junqueras un preso político y a Puigdemont, un exiliado, al que en su día comparó con los republicanos que huyeron del franquismo. La portavoz Maria Zajarova aseguró que no sabía a quién creer, si a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que dijo que España es un ejemplo de democracia, o al vicepresidente. ¿Afectan las declaraciones de Iglesias a la imagen de España? «Evidentemente sí; y el asunto adquiere mayor gravedad en unos momentos en los que están en juego los fondos europeos para la recuperación económica de la pandemia», manifiesta Barrera.

«El dinero, los mercados, los negocios piden estabilidad y confianza; y desde el Gobierno se emiten señales exactamente de lo contrario», explica. «Con UP en el Gobierno será todo más difícil y exigirá de Sánchez y los suyos un encaje de bolillos continuo para mantener la respetabilidad de España como país», concluye.

«Que el vicepresidente de una de las pocas democracias plenas del mundo diga que en su país no hay normalidad democrática afecta, sin duda, a la imagen internacional de España», afirma García-Guereta. «Aunque no sé si hará empeorar la percepción internacional de nuestra democracia, la de nuestro Gobierno actual, o ambas a la vez», añade. Para Rama, «no hay duda de ello, que desde el Gobierno se ataque la calidad democrática del país y no se saque pecho de los niveles de democracia y estabilidad política alcanzados en tan pocos años de democracia es terriblemente peligroso».

Otras cosas perjudican más

Martínez cree que «hay otras cuestiones que perjudican más a la imagen de España». Argumenta que «mientras en EE.UU. se está juzgando a un expresidente, aquí tenemos a un exjefe de Estado huido y sostenido con dinero público en Abu Dabi, porque permitimos que haya un limbo respecto a este tema ya que la mayoría del Congreso aprobó no investigarle». «Ese es un hecho objetivo incuestionable y debatir sobre ello me parece sano si queremos avanzar hacia una democracia plena», señala.