Nueva York: más de tres millones de vacunas en un mes

esperanza balaguer NUEVA YORK / LA VOZ

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Esperanza Balaguer

La Voz visita centros de inmunización masiva en la Gran Manzana

22 feb 2021 . Actualizado a las 08:46 h.

 Son las cuatro de la tarde del domingo de San Valentín y la cola para recibir la vacuna contra el coronavirus serpentea alrededor del Instituto Canarsie, una mole de cemento situada en una de las zonas obreras del sur de Brooklyn más castigadas por la pandemia. «Tengo a mi madre en el coche, va en silla de ruedas, ¿cuánto queda desde aquí?», pregunta un joven a la voluntaria que controla el final de la fila. «Los mayores tienen prioridad», le contesta. Las hileras de personas que desafían al frío se han convertido en la imagen diaria en los 90 centros de inoculación instalados en iglesias, colegios y complejos de viviendas públicas del estado de Nueva York con capacidad para inyectar unos 50.000 pinchazos al día.

Desde que comenzó la campaña de vacunación gratuita a mediados de enero, el estado de Nueva York ha suministrado hasta ayer 2,1 millones de la primera dosis y un millón de la segunda entre sus 19 millones de habitantes. Lo que supone en el 93 % de las vacunas recibidas del reparto federal. Estados Unidos ha comprado un total de 600 millones de dosis, repartidas a partes iguales entre Pfizer y Moderna, suficientes para inmunizar a toda la población a final del verano, si no hay retrasos en el suministro. Un total de 61,3 millones de personas han recibido ya alguna de las dos dosis en todo el país.

EE.UU. ha comprado un total de 600 millones de dosis, repartidas a partes iguales entre Pfizer y Moderna, suficientes para inmunizar a toda la población a final del verano, si no hay retrasos en el suministro. «Empiezo a plantearme abrir el interior del restaurante», cuenta ilusionado Sasha Noe, propietario del Café Fanelli's, un emblemático local del Soho neoyorquino. Los empleados de bares y restaurantes han sido, junto a taxistas, repartidores y trabajadores de supermercados, los últimos en incorporarse a la lista de elegibles para la vacuna. Lo hicieron la pasada semana al mismo tiempo que el gobernador, Andrew Cuomo, aprobó la apertura del interior de los locales al 25%.

La maquinaria económica de Nueva York calienta motores, mientras la curva de infecciones de la segunda ola sufrida en otoño comienza a descender al ritmo que aumenta la vacunación. La media de 16.300 positivos a la semana de hace un mes ha caído ahora a la mitad. El conservador plan de reapertura emprendido por el que fuera epicentro mundial de la pandemia en primavera ha evitado una nueva embestida. La cifra de fallecidos diarios no ha superado los 200 en en peor momento de la segunda ola frente a los 900 de abril y en la actualidad está por debajo del centenar. 

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«Por fin voy a tener un poco de tranquilidad», comenta Mariana Cortez, una inmigrante mexicana de 46 años empleada de una frutería, a punto de recibir la segunda dosis. El proceso de vacunación comienza con la petición de cita a través de la web abierta por el Departamento de Salud de Nueva York. Tras contestar una encuesta de elegibilidad, se programa el día, lugar y hora. El sistema genera un código QR, que se escanea nada más llegar a la fila de vacunación. La espera en el instituto de Brooklyn es un calidoscopio de nacionalidades y edades. El comedor del centro se ha transformado en una gran sala de vacunación donde una treintena de enfermeras dedican unos minutos a cada persona.

Tras el pinchazo, los elegidos esperan quince minutos en el auditorio por si hubiera algún tipo de reacción. Se escuchan aplausos. Al salir, una empleada despide a cada uno con un «enhorabuena» a los vacunados y les entrega una pegatina con la Estatua de la Libertad y la leyenda: «Me puse el pinchazo».