Su retirada se achaca a las nulas posibilidades que tiene su rebautizada formación en las elecciones municipales de dentro de dos meses.
08 mar 2021 . Actualizado a las 09:20 h.La vida política de Nigel Farage, uno de los impulsores del brexit, parece que definitivamente ha llegado a su fin. Este domingo anunció que deja la dirección del recién refundado partido, rebautizado como Reforma del Reino Unido (Reform UK), y que no se incorporará a ninguna otra formación. «Ya no hay vuelta atrás. El brexit ha terminado», dijo el populista en declaraciones al diario The Telegraph. «No voy a dar marcha atrás. Sé que he regresado una o dos veces cuando la gente pensaba que me había ido, pero hasta aquí hemos llegado. Se acabó», añadió.
Y es que no es la primera vez que el político dice adiós y regresa. Ya lo hizo tras el triunfo del sí en el referendo sobre el brexit de 2016, cuando dejó el UKIP y pasados varios meses volvió con el llamado Partido del Brexit, lo que le permitió seguir en el Parlamento Europeo hasta octubre del 2019.
Pero ahora muchos ven en su adiós, las nulas posibilidades que tiene su rebautizada formación en las elecciones municipales de dentro de dos meses. Las encuestas apenas le dan 3 % en intención de voto.
Los comicios locales son la primera gran cita con las urnas que afronta Reform UK, que tiene entre sus objetivos cambiar el sistema electoral vigente, reducir el tamaño del Estado y sobre todo oponerse a los confinamientos impuestos para atajar la pandemia del covid-19. El magnate inmobiliario Richard Tice, quien ya presidió el Partido del Brexit, será el nuevo líder y Farage tendrá presidente honorario.
En su adiós, el eurófobo ha dejado en claro que seguirá «influyendo en el debate político». «No quiero jugar al golf cuatro veces por semana», dijo. Su misión será ahora la de hacer campaña «contra la influencia de China».
En sus declaraciones a The Telegraph, Farage se atribuyó la salida del Reino Unido de la Unión Europea, por cuanto la victoria del Partido del Brexit en las europeas del 2019 precipitó la caída de Theresa May y su relevo por Boris Johnson, cuya visión del divorcio era más parecida a la que el populista tenía.