El fracaso con las vacunas le costará a Europa un mes más de pandemia

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Llegada de vacunas contra el covid-19 ayer a Segovia
Llegada de vacunas contra el covid-19 ayer a Segovia

La UE exportó 10 millones de dosis al Reino Unido y no recibió ninguna

24 mar 2021 . Actualizado a las 09:04 h.

Europa, aun descontando las cifras de Rusia y Reino Unido, ha pagado con 1.800 muertos de media cada uno de los días desde que la OMS declaró la pandemia del coronavirus. Este mismo lunes perdieron la vida por el covid 2.322 personas, por lo que -con la expansión de las variantes más contagiosas, una tercera ola desatada en la mayoría de países y una cuarta ya incipiente en otros- el retraso de la vacunación va camino de costarle al menos un mes más de pandemia que a los países más avanzados en la inmunización.

Un sencillo ejercicio sirve para comprender hasta qué punto va a salir caro, y no solo en lo económico, la fallida estrategia de compra de la Unión Europea. Basta con acceder a la herramienta Omni Calculator -a la que no se le puede pedir precisión matemática, pero sí utiliza toda la información actual para anticipar cuando te toca vacunarte- para ver las diferencias. Una persona de 38 años, que resida en España y no tenga factores especiales de riesgo o pertenezca a un grupo profesional prioritario, como pronto recibirá su primera dosis el 28 de octubre. En cambio, si vive en Chile tiene opciones de que le vacunen el próximo 12 de mayo.

Con el ritmo actual, y dando por bueno que llegase con el 70 % de la población cubierta, Israel alcanzaría la ansiada inmunidad de rebaño en mes y medio, Chile en 73 días, Reino Unido en 104 y Estados Unidos en 133. En cambio, en la Unión Europea el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, responsable de las compras conjuntas, promete ahora que habrá dosis para todos «a finales del mes de junio» y solo contando con las fábricas de la UE, sin recurrir siquiera a las vacunas rusas.

Resulta difícil de creer, y más cuando la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, situó ese objetivo del 70 % en el último día del verano, el 21 de septiembre. Pero aunque se cumpliese esa fabulosa previsión de Breton, los Veintisiete estarían soportando casi un mes más de contagios, hospitalizaciones y muertes que, por ejemplo, Chile. Por supuesto, cabe esperar que no con la virulencia actual, y mucho menos con la de la primera ola, porque la propia inmunidad de los ya contagiados y las vacunas administradas reducen el riesgo, pero en cualquier caso serán aún miles de vidas que no se perderían si la UE demostrase la misma diligencia que los estados más avanzados. Unos países -todos ricos eso sí- pero a los que para nada se les supone el peso internacional de los miembros del club europeo todos juntos. Antes de esto no cabía esperar que Emiratos Árabes tuviese más capacidad de negociación que Alemania o que Marruecos pudiese conseguir más vacunas por habitante que España.

La UE está tratando de reaccionar ahora, amenazando con bloquear exportaciones, firmando nuevos contratos con empresas que aún no cumplieron los anteriores y presionando a las farmacéuticas. Pero nada de eso garantiza un incremento de entregas. La realidad es que, en una estrategia que se supone que debería ser mundial, triunfa el nacionalismo y Bruselas ha asumido el papel de pagano. Por ejemplo, según la propia Von der Leyen, desde el 1 de febrero han salido de la UE hacia Reino Unido 10 millones de vacunas y no ha llegado ni una sola en sentido contrario.

Bruselas cometió errores que los estados por libre han resuelto con mayor solvencia

El pasado día 6, cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le pidió al de Estados Unidos, Joe Biden, que compartiese parte de su suministro de vacunas; la respuesta de la Casa Blanca fue «no», a secas. Se mantenía así sin variar un ápice la estrategia impuesta por Donald Trump de vetar la salida de dosis hasta que Estados Unidos esté protegido y que ha llevado a México o Canadá, por ejemplo, a buscar vacunas desesperados en Europa o donde sea.

Israel puso dinero sobre la mesa y se ofreció como laboratorio a gran escala para facilitarle datos a Pfizer. Reino Unido invirtió con fuerza en la investigación y el acondicionamiento de fábricas y tiró de la poderosa Universidad de Oxford. Incluso Chile cuando vio que de los 10 millones de dosis de Pfizer le llegaban 150.000 no dudó en abrazarse a una farmacéutica china para ser ahora mismo el país que más vacuna del mundo.

Entre tanto, la Unión Europea lo único que logró fue que sus socios no se pegasen entre ellos y ni siquiera eso, porque por ejemplo Hungría -con una campaña mucho más avanzada que el resto- ha autorizado por su cuenta vacunas rusas, chinas e incluso la Covishield fabricada por AstraZeneca en India. Por contra, llegó tarde a la firma de los contratos, varios meses después que Reino Unido, y a las autorizaciones, mucho más garantistas que las del resto pero que se produjeron cuando ya había millones de británicos y estadounidenses vacunados. Incluso las indicaciones de la Agencia Europea del Medicamento respecto a las edades cada país las siguió a su manera.

Johnson, dispuesto a compartir con la Unión Europea la planta holandesa 

j. f. alonso

«Una mala transacción es mejor que una buena batalla». Boris Johnson parece haber escuchado este refrán, pues ha decidido enfrentar la amenaza europea de un bloqueo a sus importaciones de vacunas contra el covid-19 no con advertencias ni ultimátums a sus otrora socios, sino tendiéndoles la mano y ofreciéndoles compartir la producción de una de las plantas que produce el tratamiento contra el coronavirus.

Según el diario londinense The Guardian, desde el 10 de Downing Street se estaría evaluando la posibilidad de proponerle a la Unión Europea (UE) trabajar conjuntamente en la planta que los laboratorios anglo-suecos AstraZeneca tienen en los Países Bajos, que está administrada por Halix, una subcontratista, para aumentar allí la producción de inyecciones y dividírsela.

La vacuna que la Universidad británica de Oxford y AstraZeneca desarrollaron conjuntamente se elabora en dos plantas ubicadas en el Reino Unido. Una en la propia ciudad de Oxford y la otra en Keele, a casi 300 kilómetros al norte de Londres. Por su parte, en la localidad galesa de Wrexham hay otra instalación, pero en ella solamente se coloca el producto terminado en sus recipientes y se prepara para su distribución. La planta holandesa también viene elaborando el tratamiento, pero en números muy insignificantes, según admitió la farmacéutica. De esta forma, el Gobierno británico entiende que si se gestiona de forma conjunta se podría acelerar la producción.

El diario también reveló que Sir Tim Barrow, exembajador británico en la UE, ha sido llamado por el premier para tratar de hallar una solución negociada a la disputa, un desacuerdo que para las autoridades y los medios de comunicación británicos no tiene sentido. ¿La razón? Los señalamientos que desde el otro lado del Canal de La Mancha se vienen haciendo sobre los presuntos efectos secundarios de la vacuna de AstraZeneca y la decisión de algunos gobiernos europeos de interrumpir su uso o limitarlo a algunos grupos de la población, lo que ha hecho que no se utilicen todas las dosis que tienen a su disposición.

Un eventual bloqueo comunitario afectará la marcha del exitoso plan de inmunización británico, que este martes registraba casi 28 millones de vacunados, pues podría impedir la llegada de millones de dosis de otros tratamientos como los desarrollados por Pfizer o Moderna, que se elaboran en Bélgica y Suiza. Algo que Johnson quiere evitar a toda costa.

El primer ministro británico también teme que el importante repunte de casos registrados en los países comunitarios acabe provocando una nueva ola en el Reino Unido.

Las dosis de Janssen no llegarán a tiempo para frenar una esperable cuarta ola en España

 

M. Saiz-Pardo/ Álvaro soto

«El Séptimo de Caballería tampoco vendrá al rescate en esta nueva ola. Si nos salvamos, va a ser por nosotros mismos». La frase la pronunció en la mañana de ayer uno de los más influyentes miembros de la Ponencia de Vacunas de la Comisión de Salud Pública. Y es que en Sanidad ya admiten sin ambages que España no tendrá refuerzos en sus arsenales vacunales si la temida cuarta ola, tal y como todo presagia, termina por desatarse esta primavera. En el departamento que dirige Carolina Darias solo confían en las clásicas medidas de restricción de los contactos en las próximas semanas para intentar aplanar cuanto antes esta nueva andanada, que casi todos dan por segura.

Johnson & Johnson ya ha avisado al Ministerio de Sanidad de que no cuente en abril con una llegada masiva de su remedio monodosis, al que Sanidad había fiado parte de su respuesta para paliar una posible escalada en los casos. El calendario presentado por Janssen al Gobierno ha sido un verdadero jarro de agua fría.

El laboratorio, efectivamente, confirma que va a cumplir su promesa de entregar 5,5 millones de viales en el segundo trimestre, pero va a apurar los plazos hasta el final. En abril, que es el momento más crítico a corto plazo, no estaría en disposición de hacer llegar su primera remesa hasta finales de mes, y solo va a facilitar 300.000 inyectables. En mayo serán 1,3 millones y en junio 3,9 millones de dosis. La propia directora de la Agencia Europea del Medicamento, Emer Cooke, confirmó este nuevo retraso de Janssen hasta finales del mes que viene, después de que la propia compañía reconociera los problemas para cumplir sus plazos de entrega.

Así las cosas, en la Ponencia de Vacunas admiten sin paños calientes que el efecto de la esperada fórmula de Janssen será prácticamente nulo con solo 300.000 dosis si, tal y como apuntan los modelos estadísticos que se manejan en Sanidad, se desata la cuarta ola y su pico se alcanza a partir de 80 días después del de la tercera (que fue el 27 de enero). Los planes de Sanidad pasaban por recibir la nueva vacuna entre finales de este mes y principios de abril.