El empleo de grasas trans se limitará al 2 % de las totales de los alimentos

La Voz REDACCIÓN

ACTUALIDAD

CAPOTILLO

La Fundación Española del Corazón (FEC) lleva reclamando que se limiten desde hace años.

25 mar 2021 . Actualizado a las 10:14 h.

La presencia de las grasas trans en la alimentación tendrá un límite a partir del próximo 2 de abril. Esa es la fecha en la que entrará en vigor la legislación que limita su uso a 2 gramos por cada 100 de grasas totales que lleve el producto. La medida, que adoptó la Comisión Europa en abril del 2019, ha sido aplaudida por diferentes entidades. Entre ellas la Fundación Española del Corazón (FEC), que lleva reclamando que se limite las grasas trans desde hace años.

La norma entrará en vigor en todo el mercado de la Unión Europea. Hasta ahora, únicamente existía una normativa europea que limitaba la cantidad de ácidos grasos trans en preparados para lactantes y de continuación, que no podían superar el 3% del contenido graso total. Solo Dinamarca, Austria, Suiza e Islandia tenían establecido un marco legal que obligaba a la industria a limitar la cantidad de grasas trans utilizada en productos alimentarios, no pudiendo superar el 2 % del total, como regula ahora esta nueva normativa que está a punto de hacerse efectiva.

Los ácidos grasos trans provienen de dos fuentes: una natural y otra artificial o industrial. La fuente natural proviene de los animales rumiantes como la vaca, la oveja o la cabra. «Aproximadamente un 5% del consumo total de ácidos grasos trans que consumimos proviene del consumo de grasa de rumiantes, a través de productos como la mantequilla, crema, nata, leche entera o carne grasa», explica la doctora Marisa Calle, integrante del Comité de Nutrición de la FEC y profesora de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Complutense de Madrid.

Muy presente en procesados

La fuente industrial de ácidos grasos trans ocurre al hidrogenar parcialmente aceites vegetales. «Mediante un proceso de hidrogenación logran mejorar el sabor, la textura y la durabilidad de los alimentos cocinados o elaborados con ellas», detalla Marisa Calle. La experta añade que «si bien algunos alimentos pueden tener grasa trans de manera natural y esta no es provocada siempre por procesos tecnológicos, este tipo de grasa se encuentra principalmente en productos procesados».

Los expertos resaltan que la evidencia científica demuestra que las trans son las peores grasas para la salud cardiovascular, ya que aumentan los niveles de colesterol «malo» (LDL) y triglicéridos, además de disminuir los niveles de colesterol «bueno» (HDL).

«Una vez consumidos, los ácidos grasos trans se absorben por el aparato digestivo y pasan a la sangre. Se incorporan a las membranas de las células y sustituyen a las grasas que componen esas membranas, que acaban perdiendo o disminuyendo su flexibilidad y fluidez. Esto provoca que otras moléculas, como las del colesterol, no puedan acoplarse a la membrana y queden libres, aumentando así los niveles de colesterol en sangre», concreta Marisa Calle.

Por otro lado, las grasas trans también incrementan los niveles de triglicéridos en sangre y la hipertrigliceridemia está asociada de forma independiente con el riesgo de enfermedad cardiovascular. Además, se ha observado que los ácidos grasos trans aumentan la inflamación y los factores inflamatorios tienen un papel importante en el desarrollo de diabetes, aterosclerosis, ruptura de placa y muerte súbita cardíaca.

Es por todo esto se valora de manera muy positiva la entrada en vigor de esta nueva normativa que. «sin duda, redundará en beneficio de la salud de la población», concluye Calle.