Así será la cuarta ola que llegará después de Semana Santa

Raúl Romar García
R. ROMAR LA VOZ

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Xoán A. Soler

Todo indica que su impacto será menos explosivo. Además, la mayor inmunización limitará las muertes y la enfermedad grave

29 mar 2021 . Actualizado a las 09:29 h.

Después de nueve días de un incremento continuado de casos de coronavirus en toda España, aunque de momento leve, existe un cierto consenso en la valoración de los expertos: habrá una cuarta ola después de Semana Santa. Pero si a esta opinión general se aplica un análisis un poco más pormenorizado el retrato que sale de la evolución de la pandemia es otro. ¿Habrá una cuarta ola? Es probable, pero no es necesariamente inevitable y sus repercusiones serán, a priori, muy diferentes a las anteriores. Existe razones para un moderado optimismo, porque el punto de partida actual es muy distinto al de los anteriores, especialmente al último, el más explosivo.

«Non ten porque ser inevitable, depende en boa parte de nos, dos nosos comportamentos», resume Francisco Caamaño, profesor de Salud Pública de la Universidad de Santiago. Y Pedro Gullón, epidemiólogo social de la Universidad de Alcalá, coincide: «Si lo hacemos bien, una ola puede tener un impacto prácticamente nulo en la situación sanitaria». Y en la misma línea apunta Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública en la Universidad Miguel Hernández de Alicante. «Evitable lo es si tomamos las medidas adecuadas, pero también depende de los comportamientos de la población».

¿Por qué la situación es ahora diferente? Primero, porque se parte de una incidencia acumulada de 138 casos por 100.000 habitantes, por los 225 que existían antes de Navidad. Y los nuevos casos, en torno a 6.000 y 7.000 diarios, son menos que los 10.000 contabilizados a mediados de agosto, el preludio de la segunda y más prolongada ola de todos. Segundo, y no menos importante, porque ahora la mayor parte de los contactos sociales se producen al aire libre, a diferencia del invierno, por lo que el riesgo es menor. Tercero, porque ahora sí se han aplicado, en este caso para Semana Santa, restricciones al movimiento entre comunidades autónomas y existen mayores controles en la hostelería, pese a que los expertos sigan pidiendo medidas más duras. Y, sobre todo, porque en este nuevo escenario existe un elemento diferencial: hay un porcentaje mucho mayor de población inmunizado, bien porque se han infectado de forma natural, o porque se han vacunado. El último estudio de prevalencia del virus, del Instituto Carlos III, reflejaba que en torno al 10 % de la población española se había contagiado, pero el estudio data de noviembre y, tras la tercera ola de enero y febrero, la más explosiva de todas, este número muy probablemente se haya incrementado de forma considerable. Es cierto que la vacunación avanza lentamente —solo el 9,4 % de la población ha recibido la primera dosis y el 5 % las dos—, pero se ha protegido a la población más vulnerable.

¿Qué puede ocurrir entonces? «La novedad es que todo el tiempo que ganemos va a ser un tiempo en el que la ola va a tener un impacto más pequeño a medida que avance el plan de vacunación», responde Gullón. «Nadie duda de que el impacto sanitario será menor, porque la población más vulnerable ya empieza a estar protegida, con lo que la carga asistencial será presumiblemente menor, porque afectará a grupos de edad menos vulnerables a la enfermedad grave», apunta Quique Bassat, epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona.

En todo caso, los expertos apuntan a la necesidad de no bajar la guardia porque una nueva transmisión generalizada del virus no se puede descartar. Lo que ha enseñado este virus es que su comportamiento es impredecible y el efecto de las nuevas variantes más contagiosas sigue ahí. «Navidad fue la tormenta perfecta porque se concentraron todos los factores favorables a la transmisión y va a ser muy difícil que ocurra algo similar, pero no es imposible y, por tanto, hay que seguir con las medidas», advierte Bassat.

E Ildefonso Hernández, al igual que sus colegas, entiende que para el conjunto de España deberían aplicarse restricciones un poco más duras que las actuales. «Creo —dice— que debería haberse sido más prudente y esperar un poco más a que hubiera una bajada más sostenida antes de relajar medidas. Habría que mantener la tensión y decirle a a población: `Vamos a esperar 15 días más a que esto siga bajando'. Aunque entiendo que para los políticos es difícil».

El efecto ventilador de Madrid de las nuevas variantes

El impacto de una cuarta ola, aunque posiblemente sea menor que las anteriores, será diferente según los territorios. «Hay algunos, como Madrid, que tienen una inmunidad natural bastante grande, lo que impedirá un crecimiento con un pico explosivo», advierte Pedro Gullón. Si este es el escenario, el riesgo sería mayor en comunidades como Galicia, donde la población ha sido menos infectada por el virus. Pero este planteamiento tiene una contrapartida: la actuación de las propias autonomías para contrarrestar los efectos. Y Galicia, Valencia y otras, a diferencia de Madrid, sí están actuando con mayor intensidad a medida que observan repuntes. «Si observan aumentos están en condiciones de reaccionar para evitar que el crecimiento sea vertical», asegura Ildefonso Hernández. O, lo que es lo mismo, se puede contener el contagio. «Estas comunidades que se protegen son un poco menos vulnerables, porque pueden tener un pico alto, pero seguramente sean capaces de reducir antes su impacto que, por ejemplo, Madrid, que no ha bajado de una incidencia de 200 desde el mes de agosto. Madrid es territorio aparte. Parece que juega en una liga diferente y es rarísimo», sostiene Gullón.

«Hai que vacinar as 24 horas do día os sete días da semana. E si fai falla que vacine o Exército, os farmacéuticos ou os médicos»

Quique Bassat no juzga la actuación del Gobierno de Ayuso, pero lamenta que en su estrategia no siga un criterio técnico. Aun tiene una parte importante de la población vulnerable al virus y si no se controla la transmisión es el caldo de cultivo ideal para la aparición de nuevas variantes que podrían exportarse a otras comunidades. «Es el efecto ventilador. Que no se haya hecho una argumentación técnica para la toma de decisiones es lo que ha provocado que se le haya hecho un flaco favor a otras comunidades», dice el epidemiólogo.

Pero para frenar el virus el elemento clave sigue siendo la vacunación, que no avanza de la forma deseada. «A clave é a vacinación masiva. E aínda que agora non haxa doses suficientes non debería quedar nin unha soa no frigorífico máis de unha hora. Hai que vacinar as 24 horas do día os sete días da semana. E si fai falla que vacine o Exército, os farmacéuticos ou os médicos». Ildefonso Hernández también cree necesario hacer cribados más selectivos.