Las tareas pendientes de la reina sin su principal apoyo

juan francisco alonso LONDRES / CORRESPONSAL

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DPA vía Europa Press

Las relaciones de Harry y Guillermo, los líos judiciales del príncipe Andrés y las responsabilidades del heredero, en la agenda real

18 abr 2021 . Actualizado a las 10:59 h.

Pese a que según el estricto protocolo real británico siempre debió estar tres pasos detrás de su esposa, la reina Isabel II, el príncipe Felipe de Edimburgo nunca fue un actor secundario, sino un poder a la sombra. Era el consejero más cercano y leal de la soberana y además el encargado de buscarle solución a las disputas familiares, una tarea que hasta el final de sus días trató de cumplir. Sin embargo, la muerte se lo llevó sin que pudiera terminar de ayudar a su pareja a resolver grandes asuntos que amenazan con dañar la imagen de la corona.

Tres son los problemas más urgentes que la monarca deberá resolver sin el que fuera a lo largo de estas siete décadas «su apoyo y su fuerza», como ella misma calificó al desaparecido duque de Edimburgo. El primero es la agria ruptura entre los duques de Sussex, Enrique y Meghan Markle, y la institución.

El llamado Megxit comenzó a sembrarse apenas semanas después de la boda de la pareja, que mayo del 2018 se realizó en la capilla de San Jorge, el mismo lugar donde ayer se celebró el funeral del consorte real. Los chismorreos de la prensa amarillista sobre los supuestos roces entre Enrique y Meghan y el hermano mayor de este, Guillermo, y su esposa, Kate Middleton, pasaron de la ficción a la realidad cuando principios del 2020 se produjo el retiro de los Sussex de la familia real. Pero la decisión de la pareja de poner el Atlántico de por medio e irse a Estados Unidos no calmó las aguas y este año la crisis creció con la entrevista que en marzo pasado los Sussex concedieron a Oprah Winfrey. En dicha conversación, soltaron cargas de profundidad como los supuestos comentarios «racistas» de algunos miembros de la monarquía.

Escándalo trasatlántico

El otro asunto no resuelto es de carácter judicial y diplomático. Se trata de los vínculos entre su tercer hijo, el príncipe Andrés, con el presunto pederasta estadounidense Jeffrey Epstein. La justicia norteamericana quiere entrevistar al tercer hijo de Isabel II y algunas víctimas de este caso, incluso piden sentarlo en el banquillo de los acusados.

Hasta el fallecimiento de su padre, el duque de York había permanecido en la sombra tras una desastrosa entrevista que a finales del 2019 dio a la BBC y en la que intentó explicar sus nexos con Epstein. Las contradicciones en las que incurrió le costaron su vida pública y sus ingresos, una decisión que la prensa asegura que la soberana tomó asesorada por Carlos de Inglaterra.

Los expertos en la monarquía sostienen que el príncipe de Gales ocupará el puesto de su padre, como consejero de la soberana. Unas afirmaciones que se sustentan en la conversación «franca y abierta» que ambos mantuvieron durante la última estancia del duque de Edimburgo en el hospital el mes pasado.

Sin embargo, hay quienes dudan de la capacidad de Carlos para lidiar con estos asuntos e incluso recuerdan que él mismo es un protagonista de otro gran tema pendiente: la interferencia de la corona en la labor del Gobierno y el Parlamento.

En febrero, The Guardian publicó una serie de investigaciones en las cuales denunció que Isabel II y su hijo mayor objetaron unas mil leyes en los últimos 40 años, por cuanto afectaban sus intereses particulares al permitir, por ejemplo, que se supiera sobre su riqueza. La monarca y su heredero habrían hecho uso de una arcaica figura de dudoso carácter democrático llamada el «consentimiento real», de acuerdo a documentos descalificados.

Estos temas podrían dañar la imagen de la monarquía, la cual, aunque mantiene un respaldo popular superior al 50 %, según encuestas como las de YouGov, también ha visto como crece la desafección hacia ella entre los más jóvenes del país.