Ayuso afila su discurso contra Sánchez para captar a los descontentos con Vox

Doménico Chiappe MADRID / COLPISA

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Isabel Díaz Ayuso, en un mitin en su barrio natal de Chamberí
Isabel Díaz Ayuso, en un mitin en su barrio natal de Chamberí O.CAÑAS.POOL

La candidata del PP tilda de «miserable» y «mezquino» al líder socialista

20 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Militante del PP «desde Alianza Popular en el 86», Almudena Martínez abandonó las filas del partido en tiempos de Rajoy, «que nos dejó a los pies de los caballos», para inscribirse en Vox. «Estuve un año, hay cosas de Vox que no tolero, que se juntan con la ultraizquierda», asegura.

Ahora apoya a Isabel Díaz Ayuso. «Ella es muy torera, y eso que parece poquita cosa». En el acto de campaña de este lunes de la candidata del PP en el barrio madrileño de Chamberí —lugar de nacimiento y domicilio actual de Ayuso—, Almudena está rodeada de otras militantes populares, señoras de buen vestir y carteras Furla o Bimba & Lola. «Pablo Casado le resta», sentencia una de estas mujeres, que prefiere no decir su nombre. «Debe dejarle el protagonismo a ella, porque con él los indecisos no le van a votar». Asiente otra. «Ese es el sentimiento general». Ayuso contra todos, con un discurso que afila para captar los votos de los descontentos con Vox.

Muy cerca de ese grupo, saluda con la mano el hijo de Francisco Álvarez-Cascos, uno de los líderes en época de Aznar. Vestido de camisa blanca y chaleco de plumas oscuro, el sonriente Alfonso es responsable de las juventudes populares del distrito donde nació Ayuso, cuenta Almudena quien, como la mayoría, porta una mascarilla y una pulsera con la bandera de España. «Es igualito a su padre y es muy tímido». El chico espera al lado de una carpa donde se lee la palabra «Libertad». Junto al joven Álvarez-Cascos aguardan otros militantes de las Nuevas Generaciones, casi todos varones, reconocibles a la distancia por el peinado y las chaquetas Polo color beis.

Sin embargo, la edad media del público está por encima de los 60 años. Vecinos que últimamente salen poco a la calle. Buscando un hueco para ver a Ayuso —que en teoría realiza una visita para supervisar las obras del antiguo campo de golf del parque Santander—, un hombre va del brazo de su mujer, ambos se ayudan a caminar. Les detiene un tercero y los tres contemplan a Ayuso, que avanza con acompasada lentitud hacia ellos. Pero todavía tardará en llegar varios minutos. La «presidenta», como la llaman a secas sus colaboradores, domina los tiempos y sabe crear expectativa.

«¿Llegó la presi?», pregunta una mujer mayor que se define a sí misma como «divina de la muerte». Como ella, otra centena de personas quieren escuchar a Ayuso, algunas también tocarla.

Los cercanos al PP portan mascarilla con el lema «Vivir a tu manera». «En vez de ovarios tiene un par de huevos», dice Blanca, antes de tropezar con los cables de unas cámaras que ocupan buena parte de la acera, ya que este acto discurrirá como una rueda de prensa al aire libre.

Los aplausos anteceden a Ayuso, que viste un sobretodo fino que traza líneas rectas verticales en su figura. «¡Venga, Isabel!», «¡valiente!», «¡eres la mejor!». Ella les responde: «Gracias, chicas». Se deja coger las manos, en su muñeca derecha lleva la pulsera rojigualda y otros adornos, pero en la izquierda, ninguna. «¡Guapa!», le gritan.

Sánchez en la diana

Ayuso hila un disimulado discurso entre una pregunta y otra, que no responde. Con voz dulce y calmada, y una sonrisa casi permanente, apunta al «candidato de Sánchez», y le llama «miserable» y «mezquino» por señalar su gestión durante la pandemia. Como si fuera parte de una coreografía, suena el teléfono de una mujer que la escucha. «¿Moderna o Pfizer? Vale, el miércoles», dice quien acaba de ser citada para la vacunación. Cuando corta, escucha a Ayuso: «La subvención debe ser el último recurso». Un mensaje central en su campaña y que ha calado entre sus oyentes, como Blanca, que minutos antes decía: «Libertad es un trabajo y un sueldo, no las ayudas».

Dos chicas de 18 años, que votarán por primera vez, observan a la candidata sentadas en el muro del parque. «Di que sí», exclama con burla una de ellas, cuando Ayuso defiende la tauromaquia. Llaman por teléfono.

Resumen el mensaje de Ayuso: «Básicamente, que Sánchez es una mierda».

Pero su aparente banalidad solo disimula preocupación. «Han politizado cosas que no debían», afirma una de ellas, Vittoria Gumpert. «No comparto sus ideas, pero vine a escuchar lo que dice, y no me ha convencido».

Durante el acto, un hombre increpa a gritos desde la acera de enfrente y, poco después, el público abuchea cuando pide la palabra un periodista de La Sexta. Ayuso no pierde la sonrisa de porcelana y lo defiende con condescendencia. «El problema es el ambiente de tensión que hay», advierte Sara Mordt, la otra joven que votará por primera vez. «Por ejemplo, ella [Ayuso] siempre habla de ‘infamia'. Lo ha repetido hoy como 27 veces».

Al terminar, la presidenta se gira hacia los suyos, que la arropan, mientras el hijo de Álvarez-Cascos espera su turno para saludarla.

Aguirre pide a Casado que emule a la presidenta porque su giro al centro no funciona

M. E. A. Madrid / Colpisa

Pablo Casado se ve ya con posibilidades de ganar al PSOE en las próximas elecciones generales. El líder del PP está convencido de que una victoria incontestable de Isabel Díaz Ayuso el próximo 4 de mayo en las urnas le servirá como trampolín para llegar a la Moncloa. De ahí que haya decidido ligar su futuro al de la presidenta madrileña, aunque el triunfo de esta amenace con hacerle sombra.

Desde que el coronavirus apareció en España arrasando con todo a su paso, Díaz Ayuso ha marcado un perfil propio dentro del PP, encarnando la oposición a Pedro Sánchez y al Gobierno de coalición y difuminando con su discurso a Vox. Una estrategia que, según todas las encuestas, ha calado entre los votantes del centroderecha, pero que también ha despertado las críticas internas hacia Casado, al que ya hay quien le reclama que se mire en el espejo de la candidata madrileña. «Ayuso sabe defender sin complejos todos los principios y los valores del centro y la derecha y eso es lo que tenemos que hacer para llegar al Gobierno de la nación», aseguró este lunes la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en la cadena Cope.

La exdirigente conservadora cree que Casado debe dar la «batalla cultural a la izquierda sin complejos», como hace Ayuso ya que, en su opinión, ni el «giro al centro» ni la «estrategia» que el PP tomó en agosto con el cese de Cayetana Álvarez de Toledo —su baza por excelencia para tratar de disputarle el espacio a Vox— han funcionado.

El portavoz nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida, recordó a Aguirre que si la estrategia de la mandataria madrileña funciona es «porque fue Pablo Casado quien la nombró candidata» para los comicios del 2019. Un mérito que también quiso hacer suyo este lunes el líder del PP: «Acerté cuando me fijé en ella en el año 2005».